Crisis del relato de TVN

El estado debe dar señales claras que quiere una televisión pública de verdad al servicio de los temas nacionales, que promueva la discusión independiente, que sea factor de pluralismo real, que aproveche el talento creativo para entregar programación útil para la democracia, la identidad nacional y regional y se atreva a abordar los temas que en una lógica de mercado quedan fuera de la agenda.

Por Rodrigo Reyes Sangermani

¿Es una crisis financiera? sí, pero más allá de las platas la de TVN es una crisis de relato, de lo que se dice o se quiere decir en pantalla, de la falta de liderazgo editorial que comprenda el entorno social, cultural y político de la época y el ethos de una televisión pública para los tiempos que corren.

Pero cuando tenemos un canal que ha sido la plataforma mediática de algunos alcaldes, un programa matinal donde se repiten historias policiales y de farándula hasta el hastío, donde los opinólogos reiteran una y otra vez obviedades, donde sus rostros no tienen la altura mínima a veces hasta de sentido común para representar en pantalla los grandes temas del país, o los noticiarios se transforman en magazines donde los periodistas no hacen las preguntas de rigor o se llenan de notas irrelevantes en esta época de playas, destinos turísticos y abundancia de goles de ligas europeas, comprendemos lo alejado que está el medio de la realidad y, más aún, de lo que debe ser el aporte a la reflexión pública que un canal como TVN debe proponer a la ciudadanía.

Ya no podemos pretender que la televisión sea lo que fue en los años 90, por eso su estructura ya no da para más, ni los altísimos sueldos de los ejecutivos y rostros ni la programación que no sólo no cumple con el rol de televisión pública, sino que además ni siquiera tiene las audiencias que permitan financiar la operación de un canal anquilosado en la era pre-Internet.

Hoy pareciera que lo único que justifica la existencia de TVN es su esfuerzo por estar en regiones, intentar rescatar a diario la agenda informativa local con mínimos estándares de independencia. Pero es poco; el estado debe dar señales claras que quiere una televisión pública de verdad al servicio de los temas nacionales, que promueva la discusión independiente, que sea factor de pluralismo real, que aproveche el talento creativo para entregar programación útil para la democracia, la identidad nacional y regional y se atreva a abordar los temas que en una lógica de mercado quedan fuera de la agenda.

En fin, lo que hace falta es que TVN cambie su relato y con ello quizás también a sus relatores.

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