Héctor Vera, periodista: ¿Vive Chile la peor catástrofe de los últimos 100 años?

 Por Héctor Vera V, Periodista

Hemos escuchado muchas veces de boca del Ministro de Salud, del presidente Piñera y de sus numerosos voceros, que Chile vive con el COVID 19, la peor catástrofe sanitaria de los últimos cien años. ¿Es esto verdadero?

Entre 1918 y 1921 Chile, cuando el país tenía una población de 3 millones 600 mil habitantes, se llegó a registrar 36 mil muertos con la “peste española”. Hay fuentes que indican que esta cifra es mayor y otras una menor. Es una letalidad que equivale al 1% de la población. Si lo mismo ocurriera con el virus que nos afecta hoy, debieran morir en Chile más de 180.000 personas para estar en la situación anunciada oficialmente.

¿Esta cantidad de muertes es el diagnóstico de lo que este Gobierno espera enfrentar efectivamente o se trata solo de un discurso alarmista, sin fundamentos para justificar medidas extremas como el estado de catástrofe incluyendo el toque de queda con militares en las calles y la eliminación de casi todos los derechos y libertades incluido?

¿Se trata esta alarma pública proclamada reiteradamente por este Gobierno, un discurso político basado en una convicción real, es una mentira consciente o es una ignorancia irresponsable?

Si es lo primero, se ha actuado con total irresponsabilidad, incluyendo el resistirse a suspender las clases, retardar las cuarentenas o anunciar “nueva normalidad” o “reintegro seguro”. Si es lo segundo, es decir, mienten o son ignorantes.

En los tres casos, no tenemos más que comprobar lo nocivo que es este gobierno de Piñera-Mañalich y lo necesario para la población que la vigencia de la autoridad de Piñera se termine pronto para no tener, efectivamente, la peor catástrofe de los últimos cien años.

¿Podemos confiar en las pertinencias de las medidas que toma este gobierno que quedó sin responder las demandas del estallido social? Recordemos que Piñera declaró “estado de catástrofe” por 90 días cuando había muy pocos infectados, para impedir que el sistema de salud colapsara.

Personalmente, el 27 de enero pasado, semanas antes del primer caso COVID19 en Chile, concurrí al servicio de urgencias del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, en convenio con la Isapre Consalud. La espera estimada era entre 4 y 5 horas. Decidí ir a otra clínica privada y fui internado por Ley de Urgencia. De haber esperado las 5 horas, podría no haber publicado este artículo. Es decir, el sistema de salud privada al cual estoy afiliado, ya estaba colapsado o al borde del colapso. Ni hablar del sistema público, sabemos que desde hace muchos años mueren pacientes en las tristemente famosas listas de espera.

¿Cómo nuestras autoridades, ante esta evidencia de la precariedad de nuestros servicios, pueden anunciar que la atención de salud no colapsará con el Corona virus, si ya vivimos esta realidad por años? Recordemos que son las mismas autoridades las que han ido desmantelando el sistema de salud público de Chile.

Ahora que ha surgido la evidencia que el sistema de salud “colapsaría”, ¿Nos impondrán de nuevo otros 90 días de estado de catástrofe? ¿Algún país puede soportar esto y no autocriticar nada y no rectificar lo que se ha estado haciendo?

Ningún partido político de oposición, excepto los alcaldes, ha puesto en cuestión esta medida de excepción que le da todo el poder al gobierno durante 90 días, limita el poder legislativo y priva de sus derechos básicos al conjunto de la población.

Desde hace casi tres meses tenemos toque de queda con los militares, carabineros, fuerzas especiales y PDI patrullando con metralletas las calles de Chile, como si el virus se pudiera parar con balas y con la privación de todas las libertades personales y públicas.

¿Qué medidas se adoptarán las próximas semanas cuando continúe el colapso de los hospitales y de las clínicas, cuando el hambre y la delincuencia se sigan agudizando y el panorama sea dantesco o ingobernable? ¿Tendremos, entonces, más policías y militares en vez de más salud y apoyo a la población?

Es momento, si hay aún alguna capacidad de la oposición de generar un contrapeso serio a Piñera, de proponer las medidas sanitarias, políticas, económicas y sociales que se requieren verdaderamente, lo que significa destinar muchos recursos a las familias de todas las condiciones, especialmente las más pobres. Lo que también significa recurrir al préstamo internacional y a los fondos de pensiones.

Sin una oposición sólida y unida, los chilenos no tenemos mucho que esperar y podríamos llegar a una situación semejante a la “peste española”. Si le damos chipe libre a Piñera seguiremos totalmente amarrados de pies y manos a la discreción de un gobierno inepto que no trepida en usar los estados de excepción sin medida.

Otro camino sería establecer una especie de co-gobierno de “unidad nacional” para los próximos meses. Otra alternativa es obligar o invitar al primer mandatario a llamar a nuevas elecciones generales y que abandone su cargo.

Lo único que no se puede hacer, es dejar que los actuales gobernantes sigan aplicando los mismos fracasados criterios para enfrentar la crisis, basados en el puro confinamiento y en los discursos falsos e inconsistentes.

La sociedad civil y especialmente la oposición, no pueden seguir dándole un cheque en blanco a este gobierno, sin poner condiciones que le garanticen a la población una protección efectiva. No sigamos escondiendo la cabeza en la arena y prolongando la confianza en autoridades, que han mostrado una y otra vez, que no tienen la capacidad de responder adecuadamente a las demandas sociales. Así se demostró con el estallido social. Las demandas por el derecho efectivo a la salud han quedado inatendidas.

La democracia chilena necesita del valor necesario de los opositores de hacerse escuchar y ello pasa por recuperar el protagonismo perdido para que los opositores se manifiesten claramente, sin complejos y exijan una nueva política, sensible a las demandas sociales y en concordancia real con los problemas de salud y económicos que enfrentamos.

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