Demandan fin de discriminación a mujeres en FFAA estadounidenses

Políticas vigentes en las fuerzas armadas de EEUU excluyen a las mujeres soldados de tareas de combate, limitando sus posibilidades de reconocimiento profesional y ascensos.

Por Marco Ficieri (Especial para EP)

(PARIS) Un grupo de cuatro mujeres soldados, con experiencia en Afganistán e Irak, presentó una demanda en la Corte Federal de San Francisco, exigiendo el término de la prohibición vigente para el personal militar de sexo femenino sirva en puestos de exposición directa al combate. La demanda plantea que la prohibición es una reliquia de una época pasada que no aplica a los conflictos más recientes, donde las líneas de combate prácticamente no han existido, y donde las mujeres soldado se han visto involucradas frecuente en forma directa en los combates, sin recibir por ello el mismo reconocimiento y las promociones con que se ha premiado a sus colegas masculinos. Una de las firmantes de la demanda es la Mayor Mary Jennings Hegar, piloto de helicóptero que resultó herida en el 2009 en Irak, recibiendo por ello la condecoración Corazón Purpura.

Como resultado de la discriminación contra los soldados de sexo femenino, señala la demanda, incluso las mujeres que forman parte de unidades de combate mayoritariamente masculinas, y que han combatido en batallas junto a los hombres, han sido privadas se seguir cursos en las escuelas de liderazgo de las de las fuerzas armadas, así como de acceder al tipo de cargos en posiciones de combate que aseguran mayores posibilidades de ascenso en sus carreras. Al respecto, se consigna el dato de que el 80 por ciento de los oficiales con rango de general en el ejército de tierra ha servido en cargos de combate, los que están vedados a las mujeres.

En una conferencia de prensa ofrecida tras la presentación de la demanda, Ariela Migdal, abogada jefa del Proyecto de Derechos de las Mujeres de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), señaló que “las mujeres soldados, que han estado sirviendo por más de 10 años en posiciones de combate en Irak y Afganistán, han visto que hay un techo que los permite llegar a los rangos superiores”.

La recusación legal tiene lugar precisamente cuando el Departamento de la Defensa está estudiando formas de expandir el rol de las mujeres en las fuerzas militares, que tradicionalmente ha estado limitado a tareas de apoyo. El jefe de esa cartera, Secretario de la Defensa Leon Panetta, ha dado instrucciones este año para abrir a las mujeres 1.400 nuevos tipos de empleos en las fuerzas armadas que hasta ahora les estaban vedados. El liderazgo en ese esfuerzo ha sido asumido por el Cuerpo de Infantería de Marina, que recientemente permitió a sus mujeres tomar el curso de oficial de infantería, que les permitiría comandar unidades de infantería en combate. Aunque las dos primeras mujeres alumno abandonaron el curso antes de completarlo, se espera que otras lo tomen y lo completen.

Sin embargo, a pesar de estos cambios, aún existen otros 238 mil tipos de empleo en las fuerzas armadas a las que las mujeres no tienen acceso. “El Departamento de la Defensa solamente ha hecho cambios superficiales a las políticas que aplica a las mujeres soldado”, fustigó la abogada Migdal de la ACLU. Aunque el Departamento de la Defensa ha rehusado referirse a la demanda, una de sus voceras señaló que “se sigue estudiando la apertura de otros tipos de empleo en las fuerzas armada a las mujeres”. El 14 por ciento de los efectivos en servicio activo hoy en las fuerzas armadas estadounidenses son mujeres. Cerca de 280 mil mujeres soldados fueron desplegadas en Irak y Afganistán, y 150 de ellas murieron ahí.

Aunque en círculos militares hay un creciente apoyo a incrementar la presencia femenina en sus filas, abriendo nuevos tipos de trabajo para las mujeres en unidades de combate, la oposición más fuerte sigue proviniendo de la infantería, donde las demandas de esfuerzo físico, como caminar largas distancia llevando cargas pesadas y manejar armas de tamaño incomodo, son mayores. Y algunas mujeres que han sido expuestas a esas condiciones también plantean dudas respecto de la idea de que las mujeres sirvan en la infantería. Al respecto, un artículo escrito por la Capitana de la Infantería de Marina Katie Petronio dice que, tras siete meses de servicio en Afganistán con una unidad de infantería, ella quedó afectada por una atrofia muscular a las piernas y una enfermedad a los ovarios que la dejó infértil. “Estoy segura de que, con una plena integración de las mujeres en roles de combate en unidades de infantería, se producirá un incremento colosal de las incapacidades físicas y las causas médicas de baja permanente entre las soldados”, sentenció la oficial.

Sin contradecir a su colega Petronio, la también Capitana de la Infantería de Marina Zoe Bedell señaló que la experiencia de otras mujeres ha resultado distinta. “Como mujeres, nosotras debemos ser capaces de elegir tanto la forma en que encauzaremos nuestra carreras en las fuerzas armadas y en también en qué condiciones. Yo no me retiré por condiciones de salud, sino porque mi carrera estaba limitada por ser mujer. No podemos aceptar una política que dice que las mujeres no podemos competir y avanzar en la carrera militar”. Durante el 2012 la Capitana Bedell comandó una unidad de contacto femenino en Afganistán, donde ella y sus subordinadas trabajaban y patrullaban diariamente junto con unidades masculinas de infantería, ayudando a recolectar inteligencia mediante el dialogo con mujeres de las comunidades locales.

Se espera que la demanda prospere. Otra demanda fue presentada por dos oficiales femeninos de la reserva del ejército en Mayo pasado, planteando que la política de exclusión de las mujeres de tares de combate violó sus derechos constitucionales. Sin embargo, los abogados creen que el hecho de que las demandantes ahora son más jóvenes, y que además pueden exhibir experiencia en combate, hará que su caso sea tomado más en serio.

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