Juntos de verdad

La nueva era requiere que seamos cooperativos, que tengamos objetivos comunes, que podamos ser capaces de encontrarnos en acuerdos, pero si no confiamos en el otro, es impracticable

Por José Ramón Cárdenas, publicista y creador de www.esoquiero.cl

La última década se ha caracterizado entre otras cosas por la pérdida de confianza en quienes gozaban de una alta valoración pública. Sumado a fallos percibidos como irrisorios, hemos visto cómo se ha ido generando un clima de sospecha hacia todo y hacia todos que hemos caratulado en un arrojo creativo como: “crisis de confianza”.

Ha sido analizado por distintos actores sociales, por los medios y se han hecho hasta consultorías y charlas buscando la forma de recuperarla. Lo que quizás no dimensionamos es que las consecuencias nos afectan a todos y no solo a quienes fueron los protagonistas de cada hecho de corrupción conocido.

La nueva era requiere que seamos cooperativos, que tengamos objetivos comunes, que podamos ser capaces de encontrarnos en acuerdos, pero si no confiamos en el otro, es impracticable

Es necesario entender que las cosas han cambiado. La ultraconexión en la que estamos cada vez más sumergidos y que se ha visto acelerada y potenciada por el Covid-19 significa una comunicación más rápida y menos unilateral. Podemos enviar mensajes a políticos, empresarios, famosos o a lideres sociales de todo tipo, poniendo como testigos a cualquiera que esté interesado en estar al tanto.

Debemos acostumbrarnos a ser honestos, que no es lo mismo que ser exhibicionistas. No es necesario que hagamos pública cada una de nuestras actividades, pero sí es necesario mostrarnos con menos retoques, más imperfecciones y que seamos coherentes. En este mismo sentido, nadie espera que existan seres de luz en cargos de liderazgo, solo se espera que cuando haya corrupción, se sepa, demostrando así que existen mecanismos eficaces para detectarla y denunciarla, pero debe haber castigo. La confianza se puede sostener aún con conductas indeseables de algunos, pero teniendo la certeza de que existe igualdad ante la ley y que no habrá impunidad.

Los mensajes desafortunados tampoco son deseables. Si se pretende generar confianza en la ciudadanía es óptimo ser especialmente celoso en generar licitaciones públicas transparentes para adjudicar al mejor. Si se busca calmar los ánimos y generar unión, no es apropiado hablar de guerra o enemigo poderoso. Si se busca que todos se sientan representados es necesario considerar a gremios y especialistas de todas las tendencias, etc.

Claramente lo que estamos viviendo es duro, pero más duro es no poder confiar en nuestra comunidad y los que la dirigen. La crisis se hace desoladora si dudamos de estar en el camino correcto y no nos sentimos parte considerada de un todo acogedor y bien gestionado.

La nueva era no es solo tecnología, ni automatización. De lo que verdaderamente se trata es de convivir en una gran comunidad cuyo respeto por la diversidad, no signifique prejuicios, temores, ni desconfianzas, porque exige reemplazar la competencia por colaboración. Un cambio que en pandemia y cuarentena se ha hecho tan imprescindible como urgente.

La cooperación es el concepto central de la nueva era: No sostenida solamente sobre algunos que la practican excepcionalmente de forma benéfica, sino como la lógica con que deberemos movernos por el mundo, cuando podamos volver a hacerlo.

La colaboración trae consigo todos los conceptos con los que hoy se suele hacer gárgaras: economía circular, sustentabilidad, disminución de huellas, reciclaje, etc. Es imposible que se dañe el medio ambiente, se malgasten los recursos o no se piense en las generaciones futuras, si vivimos conscientes del otro y de sus necesidades.

Pero la colaboración exige confianza. Ese es un paso anterior ineludible para lograrlo.

Alguien podrá pensar que mis palabras se acercan más a un sueño que a una realidad practicable y reconociendo el derecho de pensarlo, quiero dar un par de ejemplos que demuestran que es posible: Las cooperativas -que no son precisamente una invención de última hora- son un ejemplo de asociación de muchos pequeños para lograr juntos ser grandes y colaborar bajo un mismo objetivo. Otro caso otro más reciente son los coworks donde esencialmente, se logra costear entre todos los participantes, una infraestructura y logística que ninguno podría sostener por si mismo.

No se requieren elites de intelectualess para pensar el futuro por el resto, aunque se agradecen los aportes. Lo que necesitamos es mirar al otro, verlo, escucharlo, entenderlo y lograr establecer puntos en común que aparecen como resultado de la interacción humana, aunque partamos con el prejuicio de que somos muy distintos.

Ahora entonces es el momento de encontrar a lideres que sean capaces de conducir esta nueva época. Gente bien inspirada, con una visión propia, pero con argumentos y empatía. Alguien que trabaje incansablemente por lograr el bien común. Concepto tan poco común en estos días.

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