Mindhunter: Viaje al centro de la mente criminal

La dupla protagonista es todo un acierto, sobre todo considerando que en sus currículums han sido denominados como actores de reparto sin papeles de relevancia.

Por Miguel M. Reyes Almarza*

En 1995 y luego de años de exhaustiva investigación y trabajo policial de campo, John E. Douglas, agente del FBI e integrante de la Unidad de Ciencias del Comportamiento, escribió el afamado libro «Mindhunter: Cazador de mentes».

En esta obra consolidaba el resultado de una serie de entrevistas realizadas junto a su compañero de armas Robert Ressler a asesinos seriales y criminales violentos, con el objetivo de perfilar sicológicamente a tan nefastos personajes y de paso anticipar y advertir conductas similares en la investigación policial.

Netflix, con un olfato perfecto para las buenas historias –que se traducen en buenos negocios– y entendiendo perfectamente el valor de la producción original, puso a trabajar a dos de los mejores directores del momento, David Fincher (Emmy por “House of Cards”, 2013) y Asif Kapadia (Oscar a mejor película documental por “Amy”, 2015) para conseguir la mejor representación de la obra y así, en dos temporadas a la fecha, mantener en vilo a la cada vez más insaciable audiencia del streaming.

La dupla protagonista es todo un acierto, sobre todo considerando que en sus currículums han sido denominados como actores de reparto sin papeles de relevancia, juntos son del todo interesantes, Jonathan Groff –conocido por la excelente voz que le llevó a participar en Glee– interpreta al agente Ford (Douglas en la vida real), de carácter impulsivo, pero de olfato cuasi perfecto, es la intuición que debe ser moderada y contenida por Holt McCallany interpretando al agente Tench (Ressler en el libro) quien lidia con su compañero, la realidad y la presión laboral de forma magistral. Muy de cerca a este tándem aparece Anna Torv, de carrera bastante modesta y de mayor exposición en el drama de ficción “Fringe” (2013), interpretando a Wendy Carr, la sicóloga –también parte de la historia real– que pone la cuota académica a los procesos investigativos y es el bálsamo perfecto en la triada de investigadores.

Crímenes horrendos que son ponderados desde el relato de los protagonistas, entre ellos a destacar el desarrollo del personaje de Edmund Kemper ‘el asesino de las colegialas’ en la gran interpretación de Cameron Britton (Nominado Emmy por mejor actor invitado a una serie dramática, 2018) y del mismísimo Charles Manson en la rutilante interpretación de Damon Herriman, sí, el mismo que interpreta al líder de “la familia Manson” en la más reciente película de Tarantino (Érase una vez en Hollywood, 2019) y que, sin embargo, bajo la dirección de Fincher crece como si fuera un actor distinto, con más carácter y profundidad en el perfil de su maldad, situación que ya le ha valido a la serie y al filme en cuestión algún tipo de odiosa comparación.

Todo lo anterior, atrapado en el fluido guion de Joe Penhall, inspira una serie que se articula sin desperdicios, que observa esa curiosa relación entre la retención cotidiana del “Súper Yo” freudiano y la obscena y compleja revelación de la mentalidad de los antisociales que disfrutan de la violencia sin remordimientos y con una extraña fascinación que libera el “ello” en una conjura de pulsiones morbosamente atrapantes.

★★★☆☆ (3 ½ sobre 5)

*Periodista e investigador en pensamiento crítico.

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