Una mirada económica al Terremoto de Concepción

terremoto concepcion alto rioEl economista Luis Eduardo Escobar, cercano a la Concertación pero que en la contienda electoral se sumó a Marco Enríquez-Ominami, esboza en esta nota y a partir de las cifras dadas por el Gobierno respecto a los daños causados por el desastre del 27-F, cómo se debiera económicamente afrontar la reconstrucción y a qué fondos echar mano para reactivar el país.

Por Luis Eduardo Escobar

A. Los números

El terremoto de Concepción del 27 de febrero fue de 8.8 en la escala de Richter, lo que lo ubica entre los cuatro más grandes de los que se tiene registro. Afectó seriamente las Regiones Metropolitana, Quinta, Sexta, Séptima y Octava.

Los daños más onerosos se concentran en los edificios patrimoniales que, por antiguos, en su mayoría son de adobe. Las regiones más afectadas sin duda son la Séptima y Octava. Ellas generan cerca de 13% del PIB nacional y el 25% de la producción industrial del país, principalmente vinos, madera y celulosa, acero y refinación de petróleo. Además, afectó al centro más importante de reparación y construcción de naves de América del Sur, ASMAR.

El gobierno ha estimado el total de los daños físicos en 30 mil millones de dólares. Las estimaciones de daños sufridos por el sector público ascenderían a unos 10 mil millones.

B. El desafío económico

El gobierno entrante se enfrenta a un desafío económico importante. De una parte, debe reconstruir la infraestructura del Estado y, como lo señaló el propio Presidente, mejorando lo que había. De paso, deberá resolver las deficiencias que el terremoto dejó en evidencia, tales como infraestructura para desastres y comunicaciones estatales y de seguridad. De otra, debe asegurar que la provisión de infraestructura (autopistas, puertos, aeropuertos) y servicios públicos (agua y alcantarillado, electricidad, telecomunicaciones) por parte de privados vuelva a la normalidad y que sea más segura, por ejemplo fijando estándares de seguridad. Por último, debe colaborar a que los privados puedan enfrentar su propia reconstrucción, tanto en materia de vivienda como en capital productivo. Las familias y las Pymes, que en su mayoría no tendrían seguros, necesitarán financiamiento bancario y, amplios sectores, subsidios estatales.

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