Tulum: la amurallada más chic

Estuve en Tulum en 2013 y repetí la experiencia cinco años después. La ciudad amurallada de Quintana Roo, ubicada en el sureste de México y en medio del Mar Caribe, conserva su ecología y tranquilidad, pero más sofisticada que nunca.

Por Montserrat Martorell Colón

Arqueología, playas paradisíacas, parques eternos y selvas que no se acaban nunca son algunos de los sellos que marcan el paisaje de la ciudad que alguna vez se llamó “Zamá” (amanecer en maya) y que hoy responde al nombre de Tulum.

Dividida entre el camino costero y el pueblo, en el primero es posible encontrar innumerables hoteles boutique y restoranes de primer nivel que se camuflan entre las palmeras de la playa brindando una sensación de respeto a la naturaleza y privacidad. Esta es la zona más ecológica de Tulum, precisamente porque no hay tendido eléctrico y cada establecimiento debe autoabastecerse tanto de luz como de agua.

En el pueblo, por su parte, existe una oferta más económica (tanto para dormir como comer) y es recomendable darse una vuelta por allí, sobre todo en la noche cuando el ambiente es más festivo. Consejo importante: si quieres hospedarte en esta parte de la ciudad te recomendamos arrendar una bicicleta que te permita moverte por los distintos lugares, incluso la playa.

Para conocer en detalle la gastronomía de Tulum, decidimos, sin reparos, sumergirnos en un recorrido que ni tú ni tus sentidos se pueden perder.

Kitchen Table

Imperdible y único, eso es lo primero que pienso cuando me pierdo por esta aventura que significa un restaurante que nace en medio de la selva, al lado de las ruinas, y construido con materiales reutilizados y nativos de la región (diseñados precisamente para tener un impacto ecológico mínimo). La energía del lugar, además, es producida por paneles solares que ayudan a generar una luz tenue y mantener la música a cierto nivel, cuestión que te brinda la sensación de que estás en una casa arriba de un árbol.

Destaco la langosta, el pulpo, el filete de atún y sus quesadillas de flor de calabaza, así como la atmósfera íntima y el rincón secreto y romántico llamado “Puro”. Destaco el fuego ahí, tan cerca de nuestros ojos, la cocina a la vista y el anuncio al unísono de los meseros de que la orden de una mesa estaba lista. En resumen: detrás de Kitchen Table hay un concepto mágico, lleno de trabajo y creatividad.
Por otra parte, la preparación del café es poesía pura: lo tuestan y lo muelen delante de uno y después puedes disfrutarlo con trufas hechas a mano. ¡Una experiencia del corazón!

Rosa Negra

Fashonista, moderna, estilosa. Velas, colores, hombres disfrazados tirando fuegos artificiales. ¡Un espectáculo! Todo eso vi en los primeros minutos que estuve sentada en la Rosa Negra. Pareciera que es el lugar de moda: todos y todas están ahí.

Probablemente las razones para su éxito tenga que ver con sus combinaciones vanguardistas y eclécticas: una experiencia de los sentidos acompañada de las mejores bebidas y cócteles artesanales preparados con infusiones exclusivas de la casa, ingredientes naturales y presentaciones espectaculares (cómo olvidar el humo de mi gin que no se acababa nunca).

¿Sus platos estrellas? La carne llanera (se marina durante doce horas en cerveza negra), el ceviche de salmón con coco (chiles thai, cebolla morada, albahaca y leche de coco), pulpo a las brasas (también llamado Octopus Maya y que llega a pesar hasta cuatro kilos), el chile en nogada deconstruido (una nueva versión del tradicional platillo mexicano, en forma de croquetas, terminadas con salsa en nogada, y chapulines crocantes).

¿Y si soy vegetariana? ¡También! Mi recomendación es que pruebes los Royal Trumpets (hongos silvestres quemados al carbón con queso de cabra y vinagreta de chiles fresnos y serrano).

Personalmente me fascinan los postres y no me voy de un restaurante sin probar al menos uno. En Rosa Negra te sugiero apostar por la “Esfera de chocolate” (al ser bañado con una salsa de caramelo caliente, la estructura se abre, y muestra en su interior helados y frutos rojos) o la degustación de flanes caseros (dulce de leche, maracuyá y queso de cabra)

Otro dato: Las tres sucursales de Rosa Negra fueron diseñadas y decoradas con un estilo único por el arquitecto Jorge Borja, ganador del Premio Versalles de Arquitectura 2017, que otorga la UNESCO. ¡Su sello no pasa desapercibido! ¡Bien por ser un tributo a la cocina latinoamericana!

Casa Banana

Nos quedaban solo un par de horas para irnos de Tulum y teníamos claro algo: queríamos disfrutar hasta el final. Nos hablaron de Casa Banana y optamos por conocerla porque nos llamaba la atención el concepto de “cocina rústica urbana argentina”. No fue error, sino un deleite. ¿Imperdibles? El ceviche, sus empanadas, el guacamole y el pescado fresco, además de sus cócteles de mezcal y tequila. También sugiero no perder de vista los aros de calamar (empanizados, acompañados de salsa “Don Zoilo” y chimichurri), la ensalada de pulpo tibio (espárragos, papines horneados con vinagreta de miel y chile de árbol), el lomito argentino completo (filete mignon en pan de campo con jamón, queso, tomate, lechuga y huevos), la milanesa de lomo al horno y la pizzeta de mariscos. ¡Hazme caso y vas a querer volver!

¿Dónde dormir en Tulum?

María del Mar Boutique Hotel
¿Qué dirías si te cuento que a solo 700 metros del Parque Nacional Tulum y en medio de la playa se encuentra un lugar para soñar? ¿Qué dirías si te confesara que es una mezcla inigualable de privacidad, relajo y buena ubicación? Probablemente me mirarías con curiosidad y escucharías lo que aquí estoy a punto de escribirte: María del Mar es eso, un hotel boutique, pequeño y elegante, de diez habitaciones, erigido a cinco kilómetros del yacimiento arqueológico y con todos los servicios necesarios para no tener que salir de ese pequeño paraíso.

Su lujo y exclusividad difícilmente pasan inadvertidos gracias a su playa privada, piscina al aire libre -que te permite nadar casi sobre el mar-, servicio de masajes (todos los días ofrecen gratis unos minutos de ellos) y sus confortables habitaciones que transmiten una identidad única.

Todo está aquí. Y aún más: si quieres un buen desayuno, un liviano almuerzo o una opípara cena puedes confiar en el restaurante que se encuentra en la terraza del hotel y que sí o sí debes probar: Mina.
De raíces argentinas, es famoso por sus parrillas, mariscos y cócteles coloridos que te dejarán recuerdos a los que vas a volver una y otra vez cuando mires el mar.

Tata Tulum

Hay hoteles que a pesar de que uno no se aloje en ellos, sí o sí debemos intentar conocer. Eso hicimos: fuimos a pasar el día completo a Tata Tulum (solo permite el ingreso de adultos), uno de los más elegantes de la zona. ¡Qué no comimos! Llegamos temprano y nos recibieron con tragos de bienvenida exquisitamente preparados, pescados prácticamente recién salidos del mar y cocinados en la parrilla. ¡Guacamaole! ¡En Tata aprendimos que el verdadero guacamole se disfruta ahí porque incluso lo preparan en tu mesa! ¿Lo mejor? Una piscina que te desconecta de la rutina y un hot tub que te libera. ¡Un siete a su Club Playa! Conócelo en su Instagram: tatatulum.

 

 

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