Viña 2019: el peor o uno de los peores de su historia

Análisis –gratuito– de la sexta y última noche del 60° edición Festival de la Canción de Viña del Mar, o lo que va quedando de él.

Por Michael Kings

Debo decir que hoy a la mañana el alivio de no tener que seguir viendo el festival es mayúsculo. Con toda la tranquilidad que da la certeza de la labor cumplida paso a revisar la última noche de festival. Perfecta para verla tras un asado o justificando una noche de Netflix. Debo anticiparles que quizás no es mi mejor nota ya que el martirio tiene un límite y este se alcanzó esta noche.

¡Tacu, tacú, tacu, tacú, tacu, tacú! (ad infinitum)

El lugar: Completamente lleno, así como todos los espacios destinados a los bailes de moda donde el ciudadano puede dar rienda suelta a su deseo de torsión corporal y alguna que otra insinuación sexual de muy mala lectura. Nada que decir, el trap, el reggaetón y todo lo que las productoras del norte quieran inventar para justificar el desenvolvimiento sexual en público –Aka. Ritmos urbanos– es hoy grito y plata y contra eso solo nos queda esperar con ardiente paciencia que el mundo se acabe.

Los animadores: Ella al fin equivocó el vestido y se tiró 200 años encima con la pieza que pudo modelar perfectamente Eva Perón en su juventud. Él jugando el atuendo clásico sobre negro. Para que no digan que fue lo suficientemente pedestre terminamos con un palmoteo en la espalda entre animadores y luego el famoso beso, anacrónico, innecesario y frío que el pasillo de los lácteos. Ambos pueden pasar a retirar su cheque por ventanilla y dejen sus números “los llamamos”.

Desde este punto tome aire y aguántelo lo que más pueda…
Los ganadores del festival: Casi una ironía de la vida, en menos de 15 minutos todo el motivo central del evento aparece y desaparece del escenario para perderse en el libro de reclamos. Mucha suerte para la cantante del Perú, tiene una voz hermosa y de seguro podrá alguien –o ella misma– componerle canciones de calidad. Para los ‘Nocheros 2.0’ de Argentina, bienvenidos a los casinos, colegios y festivales menores.

Bad Bunny: Solo sé que explotó la galería, casi como un terremoto grado 7,0, pensé que había llegado Elvis o comenzaba el apocalipsis pero no, era un esponjoso conejito rosa en el escenario, como el de cachureos pero más ancho. Luego póngale play hasta pasada la media noche.

Difícil es poder analizar el fenómeno sin mover el trasero o repetir en forma de karaoke todo lo que dice el personaje, sin embargo, hay cosas que bordean el milagro. Primero ¿Alguien que no haya caído en la trampa del ‘mainstream’ pudo entender lo que decía? Es cierto que en los coros donde la pista grabada inteligentemente aparece con mayor presencia se podía entender algo, sin embargo cuando ponía su voz sobre la pista todo era un infierno de articulación y dicción, y no, no se trata de que viva cerca del caribe, definitivamente tiene un problema que debe ver cuanto antes un fonoaudiólogo aunque eso le cueste la carrera.

“Si hay un país que creyó en esta nueva religión, es Chile” sentenció el felpudo balbuceador y la vergüenza me comió el alma. Pero no se equivoca, Chile y Viña del Mar por sobre todo han sido crisol de numerosos inventos televisivos de escaso talento, comenzando con Julio Iglesias, pasando por el primer ministro de la paz, Miguel Bosé y terminando con el mismo conejo malo. Si la Quinta Vergara es un trampolín al éxito, al parecer nunca fue tan difícil rebotar desde allí, cante o no cante, piense o no piense, la idea es que se levante la suficiente expectativa y ya, bienvenido a la ‘beautiful people’.

Dentro de la pléyade de ‘éxitos’ hasta le dedica una canción a Chimuelo –Amorfoda– ilustre viral nacional, junto a toda una batería de ‘feat’. Y es que al parecer no se puede trabajar solo en este ambiente, más de la mitad de los ritmos que tararea los ha tarareado con otros tarareadores y eso al parecer enciende aún más a la audiencia. Como era de esperar se lleva ambas gaviotas y desaparece tras una enorme ovación del público.

¡Qué le vamos a hacer! Los tiempos han cambiado…y “ahora soy peol, ahora soy peol”

Bonco Quiñongo (Humor): Al parecer le dieron un dato a este señor y es que los chilenos se creen superiores y eso les causa un miedo atroz contra el extranjero que lo disfrazan de decencia y no es más que xenofobia. Y desde allí partió el cubano, burlándose de su piel morena para beneplácito del coliseo romano. Burlándose de las condiciones adversas para los afrodescendientes y rematando luego de cada anécdota vergonzosa con el triste “orgulloso de ser negro”. Algo de inteligencia en la metáfora de la “gente de color” poniendo de manifiesto la cobardía en el uso del eufemismo, “los negros son negros y punto”. En los momentos de poca respuesta del público mencionaba al Alexander –Gente de Zona– el hombre de la sonrisa eterna del festival pasado, cuestión que le valía unos segundos más de atención. Las anécdotas cubanas nunca consiguieron la anuencia del público, en parte por ignorancia, en parte porque su remate, cómico, era muy débil. Ni los chistes básicos sexuales pudieron llevar a flote la pobre presentación.

Para finalizar este trago amargo ¿Por qué Cárcamo no le regaló las gaviotas como lo hizo con los otros pobres números musicales y humorísticos –excepto Avello–? ¿Raro no? La Gaviota está tan prostituida que no vale absolutamente nada pero en su ausencia sí pone de manifiesto cierta discriminación ¿Será porque era negro? Espero que no. El caso es que al cumulo de gestos fallidos de este festival se suma el extraño momento en que los animadores vuelven luego de dos amplias tandas comerciales y una entrevista en Backstage para darle ambas gaviotas al cubano. Como siempre haciéndole creer al público que ellos son los que dan los galardones y el auditorio tierno así lo cree. Simplemente patético, pobre e improvisado. ¿Puede ser pero aún? ¡Sí! Le dan las gaviotas y lo mandan al camarín sin bis.

Becky G: Parte del jurado festival y cantante de ‘ritmos urbanos’ –para variar– la estadounidense pone sobre el escenario un puñadito de éxitos que alcanzaron a penas para 40 minutos de show, donde nuevamente el ‘playback’ se ganó el sueldo. Pudo ser parte de la competencia internacional, pudo ser un show para Sabados Gigantes, pero ¿El cierre festivalero? Raro. Es cierto que a los niños les encanta, sobre todo cuando de hipersexualización se trata, no obstante su capacidad de consumo musical se supone que este es –ERA– un festival de la VOZ. No es culpa de Becky G, que de paso, al menos, mantuvo a casi todo el monstruo en su lugar y no se vieron las imágenes de fuga de días anteriores, sin embargo y a pesar de sus minúsculos contoneos, nada de su presentación es memorable.

Cumple años en el escenario, de seguro no lo olvidará, tampoco las dos Gaviotas a la velocidad de la luz ¡Mucha suerte en tu vida Becky!

Pasadas las 2 de la madrugada –temprano para el desajustado programa festivalero– la animadora que recita con dificultad lo que le soplan en la oreja sentencia ¡El cierre perfecto para este Festival! Obvio que no está capacitada para opinar, menos Cárcamo. Música a tope y como arte de magia la gente aplaude feliz el fin del certamen.

Veredicto: Sin darle más vueltas a lo que todos ya anticipan, este festival, en sus 60 años de existencia lejos fue el peor, o al menos uno de los peores de la historia. Animadores que nunca pudieron complementarse en el escenario, un jurado donde los músicos de verdad brillaron por su ausencia con la sola excepción de Humberto Gatica y Yuri-, problemas de audio a granel, artistas repetidos y otros de existencia efímera. Largos conciertos de los artistas ‘invitados’ que terminaron enterrando para siempre las competencias. Un llamado urgente -si la idea es que el mundo de la música vuelva a respetar el evento- a potenciar el canto y la originalidad de la competencia antes de que muera en manos de la demanda popular de turno. Un manjar para aquellos que disfruta de bailar y rozar sus cuerpos contra desconocidos –o contra el piso– y la ocasión perfecta para darle la extremaunción al menos a esta forma de pensar la televisión y los eventos masivos.

¿Llegará a los 61 años? Es muy probable ¿Tendrá sentido? Eso es lo que el masoquismo nos ayudará a develar noche tras noche ¡Hasta siempre!

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