Argentina: nuevo mapa político (en borrador)

Más del 70% de los argentinos, sobre un padrón de 33 millones, concurrieron a las urnas en el marco de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). No eligieron nada. Es que estos comicios constituyen una costosa encuesta nacional diseñada en sus orígenes para ordenar los arreglos entre “punteros”, intendentes y algunos gobernadores, lo que queda de partidos políticos en proceso de extinción.

Por Carlos Abel Suárez (desde Buenos Aires)

Tratemos de observar qué nos muestra esta foto. Si la elección de renovación de diputados, senadores nacionales y legislaturas provinciales repitiera en octubre las PASO de agosto, estaríamos ante un nuevo mapa político. Las fuerzas propias y aliadas de Mauricio Macri lograron avances, que anticipan una consolidación del gobierno y la posibilidad de convertir a Propuesta Republicana (PRO) -que hasta ahora era un fenómeno casi de la ciudad de Buenos Aires- en una fuerza con alcance nacional.

Las PASO no resultaron a las aspiraciones de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK). Un empate o una victoria pírrica en Buenos Aires, contra un porteño apresuradamente injertado en el conurbano, como Esteban Bullrich Ocampo, es muy poco para quién manejó el país durante doce años. Menos para liderar un peronismo hoy atomizado, que pudiese constituirse en una alternativa de poder en 2019. El kirchnerismo y CFK lograron el peor resultado porcentual del justicialismo en la provincia desde 1983. Tampoco compensa el avance obtenido en Santa Fe, otro distrito muy importante, que perderían los socialistas. Un final cabeza a cabeza entre el candidato del kirchnerismo y Pro-alianza Cambiemos.

La voluntad expresada en las PASO jaquea a feudos provinciales. En el Sur perdió el Movimiento Popular Neuquino (MPN), que maneja la provincia casi sin interrupción desde cuando el dictador Juan Carlos Onganía le propuso en los años 70 a su fundador Felipe Sapag -dirigente del primer peronismo-  asumir como interventor para contener los conflictos de la época. Pareciera que el MPN tiene en octubre una fecha de vencimiento. Igual destino podría esperar la dinastía de los Rodríguez Saá, que gobierna San Luis desde el retorno de la democracia. En Santa Cruz, la suerte está echada para los Kirchner, en la tierra que los vio nacer. La administración de Alicia Kirchner no pudo hacer funcionar las escuelas, ni los tribunales ni la salud pública en lo que va del año. Y en las PASO registró la bronca social, que pudo ser postergada en 2015, mediante sospechados manejos electorales. La Pampa es otro distrito, que fue peronista, en todas sus versiones, también desde 1983 y se enfrentaría a un relevo en los próximos comicios.

Hacia el Norte, los riojanos consagraron a Carlos Menem, por amplia diferencia -como siempre- para que siga siendo senador nacional. Una candidatura difícil de concretar en octubre, porque el ex jefe de Estado está inhabilitado por una condena a siete años de prisión en la causa por venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, un fallo apelado ante la Suprema. Juan Manuel Urtubey revalidó sus títulos en Salta y emerge como una de las figuras para liderar la reestructuración del peronismo, suspendiendo las aspiraciones de Juan Schiaretti, un histórico, varias veces diputado y gobernador de Córdoba, que fue sorpresivamente vencido por Héctor Baldassi, un árbitro de fútbol y pichón en las lides políticas.

Novedosa fue la campaña para las PASO, que todo indica continuará hasta octubre. De la mano de su asesor en marketing electoral, el ecuatoriano Durán Barba, el PRO repitió la escenografía Zen de 2015, pero esta vez parece que todos los jugadores quisieron imitarlos. Nada de frases altisonantes, ni una idea, sólo “inteligencia emocional”. Cristina evitó los actos públicos, las palabras fuera de tono, despachó a personajes de su entorno muy cuestionados, como Luis D´Elía o al ex secretario de Comercio y socio del ex jefe del Ejército, César Milani (actualmente en prisión por delitos de lesa humanidad), Guillermo Moreno. Ni hablar de temas irritantes. Macri y su equipo tocaba timbre para iniciar una visita “inesperada”. Parece que vamos a vivir una era de política descafeinada, al decir del sociólogo Juan Carlos Torre, un especialista en la historia del peronismo. Y decir, peronismo en la Argentina, como aseguraba el General, no es poco: “peronistas somos todos”.

A Macri, entonces le puede ir bien o mejor en octubre. La economía muestra leves signos de recuperación, luego de más de cinco años de estancamiento y retroceso. Lilita Carrió arrasó en Capital Federal y estaría asegurada una mayoría en Córdoba, Mendoza, Jujuy Santa Cruz, Entre Ríos, La Pampa, San Luis, Neuquén y Corrientes.

El Frente de Izquierda, mantiene sus votos, aumenta en algunas regiones y retrocede en otras. La centroizquierda, que ya había implosionado en 2015, ahora pierde Santa Fe. De todos modos, todavía es prematuro conjeturar sobre el destino político de Sergio Massa y Federico Randazzo.

Según encuestas y focus group una mayoría significativa de la sociedad argentina rechaza volver al pasado, a cualquier pasado. Ni a De la Rúa, ni a los años K, mucho menos al de los militares genocidas. Sin embargo, también son mayoría quienes están contra las medidas económicas implementadas por el gobierno de Macri-Cambiemos. Argentina no es un lugar para aburrirse cuando de política se trata, continuarán las protestas callejeras por la cuestión social y el reclamo de aparición con vida de Santiago Maldonado evaporado en un conflicto con mapuches en tierras de Benetton.

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