Los estudiantes tienen razón

La movilización estudiantil, por la masividad y lo acertado de sus demandas, puso en jaque al gobierno y dejó en evidencia también, un sistema que se agotó y que ya no es capaz de responder a las nuevas demandas ciudadanas, que son absolutamente transversales. Los jóvenes han interpretado el malestar ciudadano y eso deconcertó al gobierno, por eso sus respuestas evasivas sin contenido y sus amenazas con altos resabios dictatoriales de algunos de sus ministros.

Dr. Enrique Villanueva Molina, Académico

Para la mentalidad elitista y neoliberal del mundo empresarial expresado en el gobierno de Piñera, simplemente todo lo que está pasando es algo incomprensible, menos el descontento social, más aún si ellos han asegurado y así lo hizo recientemente el ministro de economía en Londres, que el país es poseedor de una economía sólida y que está creciendo a ritmos importantes. No les cabe en la cabeza que si Chile, como ellos dicen, está teniendo un aumento progresivo de los ingresos promedios y que con eso su población  puede disponer de créditos al por mayor, se manifieste este descontento, es casi como que los chilenos somos unos mal agradecidos.

Bueno por eso es que los dirigentes estudiantiles le han acertado medio a medio y al corazon del problema, hablando sin tapujos calificando su movimiento como político, una claridad que asusta a la “mogigateria” a la cual los políticos nos tenían acostumbrados. Con sus propuestas estos dirigentes estudiantiles lo que hicieron fue “desnudar” un sistema que está colapsando, en el cual el individualismo y la competencia desmedida, la tecnocracia, el economicismo y la subordinacion de la democracia representativa al lucro y la especulación, dan cuenta de la existencia de un poder abusivo y excluyente, que ha trastocado los valores que en esencia le permiten a una sociedad desarrollarse y trascender.

Por eso lo que percibimos los ciudadanos simples y comunes, que somos la mayoría, además con alegría y satisfacción, es que este movimiento con sus dirigentes lúcidos nos interpreta a cabalidad. Ellos tienen toda la razón en sus demandas, porque avizoran que si la situación actual de la educación no cambia radicalmente, el problema que ellos enfrentan hoy, sufriendo las consecuencias de un sistema educativo que funciona en las leyes del mercado sin regulación alguna, seguirá en el futuro profundizando la precariedad de sus estructuras, la desigualdad de acceso, la calidad de la educación que reciben y sepultando la existencia de la Universidad  pública.

Por lo tanto lo que se ha transparentado con el movimiento estudiantil es que la educación (así como la salud, el sistema previsional) en nuestro país, depende de la voracidad de un modelo que hace caminar por sentidos opuestos al fetiche del crecimiento económico y al desarrollo más integrador y sostenible en términos sociales y ambientales, a cuyos fines es lo que debiera aportar la educación.

Así entonces los dirigentes del movimiento estudiantil tienen la película clara cuando dicen que la solución al problema de la educación en términos de financiamiento, cobertura, calidad y equidad, no depende de lo que haga o deje de hacer el ministro neoliberal Lavín. El problema es que hemos llegado a un punto en el cual el sistema económico heredado de la dictadura militar y vigente hasta hoy se agotó, que el régimen político, es decir, el conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder y su ejercicio, y de los valores que sustentan esas instituciones, no son creíbles, por lo tanto necesitamos repensar el país que queremos partiendo por diseñar y aprobar una nueva Constitución.

El gobierno y los políticos tienen que interpretar esta realidad, salirse de su burbuja y aterrizar en Chile con sus problemas, es tiempo que empiecen a mirar la conveniencia ciudadana y a operar no desde la óptica estrecha “del partido”, sino que con un sentido integrador. El problema de la educación, del abuso del sistema financiero al ciudadano común, requiere de acciones concretas, no solo discursos y promesas, es el tiempo del respeto de los principios de universalidad, solidaridad y de los derechos humanos.

La situación en el mundo también le da la razón a los dirigentes estudiantiles,  basta mirar hacia el país referente de la mayoría de los actuales ministros, Estados Unidos, para darse cuenta que en la historia de la economía reciente ha quedado demostrado que los procesos regidos por el lucro y la especulación suelen conducir a crisis económicas profundas. Los cultores de este modelo agotado debieran mirar más en profundo a los países con los cuales pretenden compararse, como los de la OCDE, los que en sentido contrario al discurso ministerial, están buscando como regular tales procesos y establecer regulaciones para eliminar de la actividad financiera las practicas especulativas  perjudiciales.

Las recientes y múltiples demostraciones de estos problemas en la última década, en Estados Unidos, en Europa y en Chile, (La Polar) demuestran claramente lo contrario del discurso oficial, que estas llamadas burbujas no solo no se autorregulan, sino que representan una grave amenaza para el propio capitalismo, para la necesaria estabilidad social y que fomentan la corrupción.

Por eso ya no se puede seguir como estamos, “enredando la perdiz” con discursos vacíos y engañosos, a la elite política chilena les encanta sentirse y declararse como un país desarrollado o anunciar que estamos en el umbral de serlo. Para información de estos vendedores de ilusiones, en los países que han alcanzado un desarrollo real y no el progreso ficticio que exhibe Chile, gastan como Estado cifras mayores al 1,7% del PIB en educación superior, mientras que en Chile esa cifra llega sólo al 0,3%. 

En países de alto desarrollo como Finlandia, el 95% del esfuerzo para educar a  los jóvenes recae en el Estado y sólo el 5% en las familias, en Chile por el contrario el 85% recae en la familia y el 15% en el Estado. Esto último construye una realidad que empuja a las universidades a competir en el mercado desregulado, lo que significa que año a año suban los aranceles y que las deudas de los estudiantes se acumulen más y más, hasta llegar a niveles increíbles: hay alumnos que egresan con una deuda superior a los 15 millones de pesos.

Por estas razones, irrebatibles por lo demás, lo que tiene que hacer la ministra vocera, el ministro Lavín y el propio Presidente, es “echar el cuento completo”, y decir que la propuesta de su gobierno de entregar directamente a los clientes, es decir a los estudiantes, el dinero del estado para que lo gasten en el mercado, lo que busca es introducir más dinero al circuito especulador y financiero, cuyo fin es el lucro y no la educación.

 

 

 

 

En su definición de origen el sistema económico que ellos necesitan consolidar, reduce todo a costes y beneficios, siendo el trabajo y la educación una mercancía más en el proceso productivo, sin importar en absoluto las condiciones de vida personales o familiares de quienes contribuyen a la consecución de sus propios beneficios.  En este contexto la creencia de que los mercados buscan el autoequilibrio es un cuento ya demostrado en cuanto a su falsedad.

Por eso es que y aunque el ministro neoliberal Lavín, mas preocupado de su carrera presidencial no quiera escuchar, esta es una de las principales reivindicaciones del mundo estudiantil que nos interpreta a todos, porque ellos los jóvenes y nuestras familias, vivimos en una situación insostenible y en un país cada vez mas desigual, donde los ricos cada día son más ricos y los pobres y la “clase media” cada vez nos endeudamos más para educar a nuestros hijos e hijas y para mantener un nivel de vida aceptable.

Respecto a que los estudiantes “politizaron o ideologizaron” su movimiento  porque exigen una educacion de calidad y publica gratuita, eso es parte de la historica reaccion de la derecha y mas aun de los resabios pinochetistas, para los cuales todo lo que sea progreso social es extremismo, violentismo y etc. Los jovenes y la mayoria de los chilenos pensamos asi porque sus demandas son posibles de cumplir, ciertamente cambiando la actual Constitucion y destinando parte importante del producto de las riquezas nacionales a la educación de los chilenos y chilenas. Eso seria una decision mucho mas patriotica, que el haber entregado por mas de treinta años el 10% de las ganancias del cobre a las FFAA.

El crecimiento de la economía del país, el valor del cobre en el mercado internacional, los recursos que esta acumulando el estado por este concepto permitirían educar a nuestros jóvenes en condiciones inmejorables. Pero ello requiere que efectivamente dichos recursos estén disponibles para el desarrollo del país y no para el lucro de los inversionistas nacionales y extranjeros, como es lo que ocurre hoy en Chile.

Este es uno de los puntos cruciales del problema que tenemos en el sistema de educación, y esto es lo que el gobierno no quiere ver, por esa razón el rechazo es cada vez más grande. Como lo demostró la posición de los  rectores del Consejo de Universidades, quienes al igual que los jóvenes no aceptaron la propuesta del ministro Lavín, porque las soluciones que este busca son simplemente parches que no ven a la educación en el marco del país, de su futuro y el de miles de jóvenes.

Los rectores estimaron que el gobierno no se  compromete a que la inversión pública en educación superior alcance al menos el promedio de los países de la OECD, tampoco se compromete con una superintendencia de educación superior ni menos con trasparentar y regular el lucro de parte de las universidades privadas, no trata los aportes basales de manera progresiva y no aborda el trato ni el papel que tiene las universidades estatales en chile.

Estas situaciones demuestran además, que en chile hace falta una política publica que oriente una educación de calidad, definiendo claramente el papel fundamental que un aumento de la inversión en educación juega en el ritmo de expansión de la economía y en el crecimiento económico.

Por ello es necesario un cambio de paradigma en la educación chilena, ese amplio «enfoque de mercado» en la cual está inmersa, forma parte de la respuesta a la crisis política, social y económica actual. El experimento económico que originó el actual modelo en Chile en 1973, ha continuado por más de treinta años a pesar de que cambiaron los actores políticos en el poder y ya no puede continuar por los daños que le está haciendo al país.

Hoy los principales herederos de ese momento histórico insisten en mantener ese modelo ya caduco, están de acuerdo  con algunos cambios sin modificar su esencia. Por eso los estudiantes están alertas, también los rectores y la ciudadanía, porque siguiendo el curso neoliberal lo mas probable que las propuestas de gobierno seran una mezcla de tecnocracia y política práctica centradas en la gestión sin resolver el problema de fondo.

Señor neoliberal Lavín, el modelo que usted propone y que quiere imponer con su gobierno es hoy insostenible desde una perspectiva planetaria, la interdependencia entre pobreza y riqueza está generando tensiones sociales cada día mas insostenibles. Tenemos que mirar al mundo y entender que el modelo de chile en economía, política y educación está agotado, el problema está en las formas de crecimiento y en los estilos de vida que se fomentan desde el sistema, por lo cual se está apostando por un modelo de desarrollo alternativo capaz de asegurar un desarrollo humano y sostenible globalmente.

La evaluación de este desarrollo ya no responde a los indicadores e índices económicos como el PIB o PNB, el momento actual supone nuevas formas de pensar y de actuar.

Los jóvenes despertaron al país, gracias a eso nos damos cuenta que vivimos un momento histórico en el cual el conservadurismo no sirve para interpretarlo. El clamor por derogar la Constitución pinochetista es una necesidad, solo así se podrá entender la urgencia de diseñar un modelo económico y social que garantice cubrir las necesidades humanas sin transgredir los límites de los recursos naturales del país,  como lo intentan hacer Hidroaysen y otros.

Un modelo que en todos los ámbitos, incluida la educación, tenga en cuenta las necesidades del presente, pero sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades y sin incrementar las desigualdades sociales.  

Tenemos que apoyar a los jóvenes que son la minoría activa peleadora que se ha levantado y que nos está mostrando caminos, navegando por la corriente de la historia que debe conducirnos a construir un país mas digno y con mas justicia social.

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