El hermano: Don Bernardo Leighton Guzmán

«Yo conocí a un adulto de la DC. Mayor no sólo en edad, sino también en estatura moral y cristiana. Joven de espíritu. Nunca dejé de llamarlo “Don”. Era Don Bernardo Leighton Guzmán. Era un verdadero Don de Dios. Una visita de Dios para nuestra patria. Tenía en sí el “alma nacional”.

Escribe Pbro. Eugenio Pizarro Poblete

I.- El señor D. Ignacio Walker ha hablado de que es la hora de la renovación de su Partido.

Walker y otros militantes del PDC  coinciden  en que la renovación debe venir con una nueva generación. Una renovación partidaria a través de hombres y mujeres pertenecientes a la juventud. Se trata de entregar la conducción del PDC a gente de una nueva generación.

Me parece bien. Pero con un resguardo y aprehensión: No por cualquier joven va a venir hoy día la renovación.

Es muy triste ver un joven viejo de espíritu. Y es muy gratificante y moviliza  ver adultos y mayores siempre jóvenes de espíritu: con un corazón y alma de pobre, propia de los cristianos impregnados de la felicidad y el espíritu de los “bienaventurados” del Evangelio de Jesús. No hay que olvidar que la razón del nombre del PDC, sin ser confesional, tiene su raíz y fundamento en una profunda inspiración cristiana. No habrá, según mi parecer, una renovación sin esos valores y principios cristianos originales.

La juventud y las nuevas generaciones, son muy importantes, pero con esa savia original, encarnada en una realidad que tiene nuevos desafíos, en un mundo nuevo con cambios culturales y un quiebre de esquemas tradicionales, superados por una realidad cambiante. Como dice el Vaticano II, el Espíritu va mostrando caminos nuevos. Su presencia está no sólo en la juventud, sino también “en la cultura y las culturas” propias del pueblo chileno, con “sus gozos y esperanzas, con sus lágrimas y angustias”. El cristianismo en Chile ha tenido una gran fuerza en las raíces campesinas y en la cultura rural. Se ha producido lentamente al principio y ahora con una velocidad impresionante la emigración a las ciudades. La transformación de la cultura rural en una cultura de ciudad es una realidad que golpea todas las estructuras. Más allá de lo urbano o lo rural se ha llegado a una sociedad diferente. Hay bastante confusión pero la transformación está a la vista.

Los cambios son profundos y estamos en una nueva cultura que requiere sea abordada de una manera distinta. Se ve lo que está sucediendo en las raíces de nuestra sociedad. Se ha entrado en una sociedad carente de valores estables y la palabra “relatividad” es una palabra clave para entender lo que sucede. Los valores están subordinados a la eficacia y al éxito. Un Partido de inspiración cristiana debe ser solidario con todo lo que sucede. No significa rendirse.

El cambio de la cultura y de la civilización tiene que afectar profundamente a un Partido de base cristiana. Un Partido impermeable significa que no ha entendido su vocación de servicio público y de búsqueda de una verdadera patria temporal con un “alma nacional” y un gran proyecto de país. Parece ser un drama propio de quienes no aceptan ser afectados por la apasionante y dramática transformación de nuestro tiempo. Es un gran desafío.

Además, es conveniente poner en el tapete y reconocer con dolor que a la nueva generación (no a toda) no le atrae un compromiso para toda la vida y esta resistencia también podría aplicarse en un Partido político. Eso explica la disminución de la estabilidad de aquellos valores y principios que fueron la razón de ser del origen y nacimiento en la vida de una nación. Esta realidad nos lleva al desafío de pensar qué se debe hacer. Es muy fácil tender a rebajar las condiciones y exigencias de los militantes que ingresan a un Partido para así aumentar en cantidad y no en calidad. Por eso, no se trata de entregar todo a una juventud, sin más ni menos. Sería un grave error. No basta con decir ha llegado la hora de los jóvenes. Se necesitan hombres y mujeres jóvenes de espíritu. Se necesitan hombres y mujeres, jóvenes y adultos, transformados por ideales, valores, principios y por una utopía cristiana.

Es triste comprobar que se viva bajo la siguiente consigna: “Se acabó la historia, la utopía, el ideal y las ideologías; los valores y principios son relativos y ahora llegó la panacea del neoliberalismo; hay que acomodarse a ella, hay que ser pragmático y realista porque eso es lo que hay, y no hay más”.

No hay una clara conciencia de ese falso existencialismo. Este problema no se expresa exactamente con estas mismas palabras. Pero en el fondo vital y existencial hay una impregnación no tan consciente de estos dichos. Pero es una realidad. Una renovación no puede dejarse llevar por la corriente de un mundo acomodaticio, mediocre y chato. El ser humano y, por qué no decirlo, el ser humano y cristiano, es como una flecha lanzada hacia el infinito. Nunca se satisface tempranamente. Siempre se pone metas y hace proyectos. Los logra alcanzar y realizar, pero al momento ya está poniéndose unos nuevos proyectos y metas, respondiendo a los “signos de los tiempos”. El símbolo del joven de espíritu no es el ancla, sino la vela del barco que se abre ampliamente para desposarse con el viento y dejarse llevar al infinito. “Mi corazón está inquieto y no descansará hasta que descanse en Dios” (San Agustín).

Se necesitan hombres y mujeres, jóvenes y adultos, de espíritu joven, quijotes que crean alcanzar el sueño imposible, que crean que la utopía cristiana todavía está por cumplirse.

Se ha estado entrampado en herencia de dictadura. No ha habido voluntad política de terminar con cualquier vestigio dictatorial durante más de 20 años. Un Partido, joven de espíritu, que se llama demócrata no puede contentarse y creer que se ha recuperado la democracia. Por ahí hay que renovarse. Tampoco como cristiano se puede aceptar la dinámica de pasar superficialmente  de mentira a una verdad enajenante. La peor de las mentiras es mentirse a sí mismo.

Eso está pasando en Chile. Es un gran desafío Hay que salir de esa situación  de una enajenante mentira. Chile no es realmente democrático. Benignamente se podría hablar de una seudo democracia.  No ha habido transición democrática cuando se ha aceptado tomar “una micro” antidemocrática: Constitución, Estado de Derecho, Leyes, laborales y otras y, sobre todo, cuando se transita con una Economía de “Chicago Boys” de la dictadura, hoy neoliberalismo globalizado, que es la negación de la esencia misma de la democracia. Se trata de un “pulpo” con muchos tentáculos, acumulador y de apropiación, acaparando desde todos lados, incluso desde los bolsillos del pueblo, empobreciéndolo; haciendo la riqueza en pocas manos privadas y coludidas con manos foráneas; haciendo la pobreza en millones de manos encallecidas por un trabajo explotador, sin seguridad de vida del trabajador y sin derechos laborales de organización, de sindicatos, de negociación colectiva y produciendo sueldos indignos, llegando a crear el flagelo de la cesantía e inestabilidad laboral. Mundialmente está Economía ha creado el 80% de hombres y mujeres pobres.- Los Obispos ya antes constataban: “hay millones de seres humanos que piden a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte”. (Medellín).

Esta situación se ha agravado y no se ha reconocido. Se habla de un crecimiento macroeconómico que no “chorrea” nunca; hace una microeconomía chilena que ocupa últimos lugares en el mundo. El abismo entre ricos y pobres es sideral  y escandaloso. Eso no es democrático. Esto no puede ser indiferente ni puede ser aceptado por un Partido demócrata y cristiano. Es conocido en la historia, que este Partido surgió a la vida nacional para poner en práctica las Encíclicas Sociales que eran interesadamente escondidas por los poderosos conservadores, católicos y otros, que sentían que sus intereses estaban siendo tocados. Hoy se esconden de diversos modos.

A la Economía neoliberal globalizada se le ha dado diversos nombres por distintos hombres, hermanos de sus hermanos de esta tierra. Se le ha llamado de Mercado, de Social de Mercado, de Libre Mercado, etc. Al neoliberalismo un Papa lo llamó “capitalismo salvaje”. Los Obispos han hablado de “pecado aquí y ahora en la construcción social”. Esto cabe con urgencia en la buscada renovación del Partido. Se trata de una conversión para recomenzar, viviendo su origen y razón de ser. No hay democracia verdadera mientras permanezca esta economía y situación. No hacerse el desentendido de esta grave situación. Así no hay democracia verdadera. Lo que hay es herencia de dictadura. La hay también en Educación, en Salud, Vivienda (yo trabajo en los Campamentos); la hay también en otros niveles que muchos conocemos. La hay en gestión y origen del Parlamento.- Cuando se pretende en Chile una renovación y un reencantamiento de chilenos por la política y por los políticos, cabe el dicho del Evangelio: “no se echa vino nuevo en odres viejos. El vino nuevo romperá los odres. A vino nuevo, odres nuevos”. Se trata de una transformación y cambio radical. No basta con “reformas”. Ni menos que se haya firmado en año 2005 una nueva Constitución sobre el armatoste dictatorial de 1980. No cambiar radicalmente herencia dictatorial es mentirse. No es ni demócrata ni cristiano.

Ojala que mi amada Iglesia entre también en revisión profunda y tome las medidas del caso. Hay que predicar con el ejemplo. Algunos pensamos, con sentido crítico, pero no sin respeto y amor, que nuestra Iglesia hoy día ha olvidado la opción por los pobres, olvidando su cuna y origen. Aparece poderosa como una multinacional. Parece que algunos miembros importantes de la Iglesia han optado por los ricos. Amo a mi Iglesia. La quiero “sin mancha ni arruga ni nada semejante”. La quiero como Pueblo de Dios: Iglesia de todos, pero especialmente, la quiero, Iglesia de los pobres.

II.- Yo conocí a un adulto de la DC. Mayor no sólo en edad, sino también en estatura moral y cristiana. Joven de espíritu. Nunca dejé de llamarlo “Don”. Era Don Bernardo Leighton Guzmán. Era un verdadero Don de Dios. Una visita de Dios para nuestra patria. Tenía en sí el “alma nacional”. Era el “hermano” Bernardo, porque a la manera de Cristo, el Buen Samaritano, se aproximó; se hizo próximo de sus semejantes a quienes llamaba, a su vez, hermanos. Se hermanó, especialmente con los más pobres, los predilectos de Cristo.- Fue un miembro fiel y leal al Cuerpo- Iglesia, como lo fue su hermano y entrañable amigo Don Rafael Agustín Gumucio Vives.

Para Don Bernardo primero que todo estaba Jesús y su Evangelio. Esta opción primera condicionaba cualquiera otra, incluso la de su Partido. En esto fue consecuente hasta su muerte. ¿Qué diría hoy, cuando se aplica, en la práctica, el perverso principio: “El fin justifica los medios”? Como el Padre Hurtado, para él, el pobre era Cristo mismo; se dedicó a servirlo en política con humildad y casi con anonimato. Para él la política era un servicio público, buscando el bien común de los chilenos. Para él la política era la expresión más eximia de su caridad hacia sus hermanos. Lejos de él un afán idolátrico del poder y del dinero. Vivió las Bienaventuranzas. Él fue un “bienaventurado” siendo un gran político nacional y de resonancia internacional. Siempre joven e idealista, comprometido en la construcción de la “polis” como adelanto del Reino, buscándolo hasta la plenitud. Hasta el día de su muerte fue demócrata y cristiano ejemplar. Hombre de Fe, Esperanza y Caridad. Por consecuencia de su fe radical e inquebrantable, fue uno de los principales, sino el principal, fundador de la Falange, después PDC. -Adelantándose al Vaticano II, comprendió, según “los signos de los tiempos”, que había que terminar con esquemas mentales tradicionalistas, conservadores de estatus, de bienes y riquezas materiales; comprendió que los laicos políticos católicos, no siendo confesionales, pero consecuentes, debían en política, aplicar las Encíclicas Sociales de la Iglesia.

Don Bernardo, al contrario de muchos cristianos, creía que la política no tenía por qué ensuciar a los que la practicaban. Para él la política fue un llamado personal de Dios. Fue una vocación de servicio y de bien común. La practicaba como un don gratuito de Dios: “Lo que recibiste gratuitamente, entrégalo gratuitamente”. Esto lo vivió plenamente practicando la bienaventuranza de los pobres. Nunca aceptó de sus amigos, gestiones para jubilar como Diputado o como Vicepresidente de la República. Le oí: “soy un político servidor de la polis. No soy ni negociante ni comerciante de la política. Déjenme que sólo me las arregle con mi jubilación de abogado. Como Jesús: he venido a servir y no a ser servido”. Vivía el Evangelio: “Los reyes de las naciones se portan como dueños de ellas y, en el momento en que las oprimen, se hacen llamar bienhechores. Ustedes no deben ser así. Al contrario, el más importante entre ustedes se portará como el último, y el que manda como el que sirve” Don Bernardo, como político, fue encarnación del  Evangelio. La herencia de sus padres, siendo el único hijo heredero, la compartió, más bien la entregó totalmente. A su amigo Antonio, amigo de juegos y de infancia en Nacimiento, le entregó el Fundo: “Mira, Antonio, tú eres mi hermano que no tuve, quédate tú con el fundo”. Y a lo largo de Chile, su Partido, tiene sus sedes donde está la mano cristiana del compartir y no del acumular de este varón cristiano por excelencia. Vivió austeramente de su jubilación de abogado, siendo, muchas veces olvidado por su gente. Nació el 16 de agosto de 1909. Pasó el centenario de su natalicio y no se conmemoró, como correspondía en justicia. El 26 de enero se cumple un año más de su Pascua: de su paso de este mundo a la casa del Padre.

En cuanto al poder se hizo el último. Siendo fundador de su Partido nunca aceptó ser candidato presidencial. Nunca quiso hacerle sombra a su amigo: “mi querido “flaco”: Eduardo Frei Montalva, aunque posteriormente, frente al brutal Golpe de Estado, mostró una actitud muy diversa a la de Frei, propia de un hombre demócrata. Hemos conocido el intercambio de cartas personales, mostrándose distintos, entre ambos amigos, con respecto a actuaciones respectivas frente al Golpe Militar y posteriores consecuencias.

No obstante, siempre Don Bernardo consideraba que Don Eduardo era el líder natural y no él. Así lo vio, y hubiera querido verlo, que él y no otro, debería haber sido el interlocutor del Presidente Allende en diálogo en casa del Cardenal Raúl, para salvar la democracia chilena. Habría que constatarlo como dato histórico: Don Bernardo siempre estuvo por salvar la democracia. Condenó inmediatamente el Golpe de Estado y la dictadura. No dudó en ningún momento. Nunca tuvo otra postura. Fui testigo, por ser mi familia, vecina de casa de Don Bernardo, como entre levantamiento y levantamiento de toque de queda, se reunían con Don Bernardo connotados militantes de su Partido, para responder a la hora de ese momento. Don Bernardo había redactado una carta condenando el Golpe. Seguramente allí se trabajó y se buscó modo de que fuera conocida.

Supe que en 1970 la derecha, con consentimiento de Don Jorge Alessandri Rodríguez, le ofreció la Candidatura Presidencial de consenso  entre Derecha y PDC, para impedir el paso al Candidato Don Salvador Allende Gossens. Era la misma estrategia de 1964. Don Bernardo no aceptó. No iba con sus valores y su ser democrático y cristiano. Obediente a su Partido, aunque creo que él consideraba inconducente, la determinación tomada, también hizo prevalecer el concepto de amistad: “Mi Candidato es Radomiro Tomic”.- Como Ministro del Interior del primer Gobierno DC, le correspondió hacer una gira al extranjero, quedando Don Edmundo Pérez Zujovic en subrogación. A su regreso encontró que su cargo no era “subrogado” sino “ocupado”. Con humildad bienaventurada, para no producir problemas y sin ninguna ambición de poder firmó oficialmente su renuncia al cargo. Después, su Partido, quiso que fuera Candidato a Diputado por Santiago. Recuerdo que no aceptó ningún gasto en propaganda electoral. No quería que se insultara a los pobres; por lo demás ese dinero, él creía que le pertenecía a ellos. Recuerdo que muchos pensaron, que presentadas así las cosas, Don Bernardo se perdería en la elección; ganó con una de las mayorías nacionales.

Creo que Don Bernardo ganó con su Evangelio: “Derribará del trono a los poderosos y enaltecerá a los humildes. Saciará de bienes a los hambrientos y despedirá a los ricos con las manos vacías”. (Texto que inspira nuestra Teología de la Liberación, la verdadera y no la de caricaturas fabricadas, para después poder criticarla). Se cumplió el Evangelio en este hombre ejemplar, de valores y de juventud de espíritu: de principios cristianos insobornables. Así fue el “hermano Bernardo”. No creía en enemigos ni en enemigos políticos. Los que no pensaban como él, eran sus “hermanos adversarios”. Todos amigos y adversarios eran sus hermanos. No concebía la hermandad y el ser prójimo como algo automático. A la manera de Jesús, el Buen Samaritano, “no consideró indigno hacerse uno más de nosotros”; se aproximó a la humanidad “caída a la vera del camino”, especialmente a los más pobres, incluso, como en la parábola, se aproximó a aquel que el criterio del mundo llamaba “enemigo” y lo hizo su “hermano”. Él vivía lo que decía. No bastaba decir ‘todo ser humano es mi prójimo y mi hermano’. Eso era una teoría.

En la práctica hay que hacerse prójimo y hermano; curar heridas, echárselas encima, como quien carga la cruz con Cristo. Hay que asumir la humanidad caída. Lo que no se asume no es liberado. El Buen Dios nos ha dado “denarios” para cumplir esta tarea. Él a su vuelta, cuales buenos “posaderos” nos pagará y nos devolverá con creces. Don Bernardo compartía todo y con todos, propiciando la civilización del amor, como el Cristo de la Cruz, que no se guardó nada para sí, entregando hasta su propia vida, amándonos hasta el extremo: “No hay amor más grande que éste”. Es el amor del Jesús de la Mesa de la Cruz y de la Mesa de la Eucaristía. Entrega su Cuerpo y su Sangre. “Hagan esto en memoria mía”. Es el mandamiento nuevo, que es más que el “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Se trata de amar hasta el extremo; el único bien material que le quedaba a Jesús: su túnica, fue compartida al pie de la Cruz por sus victimarios. Todo esto era vida en Don Bernardo; eso significa: “Hagan esto en memoria mía”. Es la Misa de la vida de todos los días. Todo esto es la antípoda de la civilización egoísta acumuladora del competir y tener en pocas manos, haciendo la pobreza en millones.

Hay una Población “Don Bernardo Leighton” en Puente Alto. Es emocionante recorrerla; sus pasajes y calles llevan el nombre de un valor, de un principio, cualidad y virtud de este gran y “pequeño” hombre público; también estos pasajes conmemoran fechas importantes de la vida de tan límpido y transparente político chileno. En recorrido por Población, en vez de un “via crucis”, uno recorre una “via letitiae”: un camino de gozo interior y de alegría. A uno le nace solo el cantar el “Himno de la Alegría”. Es la alegría de un hombre de Dios. Y hombre de Dios no es sólo el que hace cosas por Dios, piensa y habla mucho de Él. No. Es hombre de Dios el que pertenece a Dios; el que es propiedad de Dios. Así lo fue este fundador del PDC. Soy testigo de la vida de Dios en Don Bernardo.

Puedo testimoniar acerca de Don Bernardo en tiempo de crisis política de Chile: “Nunca estaré de acuerdo con un Golpe de Estado. Nunca lo he estado. Nunca lo estaré”.  No soportaba imaginarse ver correr sangre de hermanos chilenos por nuestra querida tierra chilena. Así le sucedió a Caín con su hermano Abel. Creo que todavía desde el cielo se escucha la voz de Dios: “Caín, ¿dónde está tu hermano Abel? ¿Qué hiciste?  Habla la sangre de tu hermano y desde la tierra (chilena) grita hasta mí. Por lo tanto, maldito serás…”.

Ayudó a Salvador Allende. Éste, dos veces lo visitó en su casa De Martín de Zamora. Él mismo me contó acerca de estas dos visitas. En la primera, el Presidente le solicitaba su intercesión ante el PDC. Quería, buscando una salida democrática al problema chileno, un Gabinete Ministerial con militantes del PDC. Le solicitaba que le DC le permitieran cuatro de sus militantes en el Ministerio Gubernamental; recuerdo los nombres de Don Fernando Castillo y de Don Gabriel Valdés. Le fue mal a Don Bernardo en el trámite. La segunda visita del Presidente fue para anunciarle un nuevo intento de salida democrática; convocaría a un Plebiscito soberano. Lo anunciaría el 11 de septiembre en un Acto Oficial que tendría en la Universidad Técnica.

Más o menos, el diálogo entre estos dos demócratas fue el siguiente: ‘Oye, Bernardo, que el soberano diga: me voy o me quedo’.- Se adelantó el Golpe para el 11. Don Bernardo se sintió perdedor en su propio Partido que él fundó para una democracia: ‘Perdí… me rectifico: perdimos’ dijo con honda tristeza. Él pensaba que el Presidente no se había salido de la legalidad. Esto lo dijo y lo defendió contra viento y marea: ‘Salvador siempre ha sido demócrata. Fue Ministro a temprana edad; fue Diputado; fue Senador. Fue Presidente del Senado. Fue elegido presidente Constitucional de Chile en elección democrática y fue confirmado como tal en Parlamento Pleno. Yo creo fehacientemente, porque lo conozco, que terminará como demócrata, con empeño, su mandato popular y soberano, démosle tiempo y ayudémoslo’. Después diría: ‘No le dieron tiempo a Salvador’. Y con cierto dejo de picardía decía: ‘Algunos decían: “que el Golpe era inevitable”. No hubo voluntad política para evitarlo. Ahora, algunos del “Golpe inevitable” andan arrepentidos por ahí. Les había dicho, como lo hice con un grupo de universitarios: Ustedes no saben lo que es un Golpe. Si se produce, se acordarán de mí’. Y así fue.- Para Don Bernardo un Golpe no era demócrata ni cristiano. Decía: ‘La democracia se corrige y perfecciona con más democracia’. Era de convicciones y valores permanentes y profundos. Fue un demócrata por toda una vida y un cabal cristiano. Fue muy joven, a los 27 años de edad. Ministro. Fue Diputado. Vicepresidente de la República. Y no olvidarse nunca. Fue fundador de su Partido. Siempre fue fiel a sus valores y principios, incluso renunciando a cargos por esa misma razón.

El atentado que sufrió en el exilio es una prueba fehaciente de su espíritu joven y democrático y de su “peligroso cristianismo” para algunos. Lucho por el retorno a la democracia. Era “pequeño”, humilde y pobre de corazón y alma, pero fue un gigante de la democracia para Chile.

Mentes enajenadas de poder pensaron que Don Bernardo, por su actuación en el extranjero, podría convertirse en Presidente de la República en el exilio. Esa fue la causa principal del brutal atentado. Cayó él y su querida esposa, la señora Anita. Sus sangres corrieron en calles italianas, buscándose la de una con la del otro. Se juntaron en plena calle.  Es la unión indisoluble de su matrimonio católico; sangre unida en el atardecer italiano, ofrendándose como su Maestro, razón de su vivir, por la liberación y salvación de su querido Chile- Salieron vivos del brutal atentado. Perdonaron sin que nadie hasta hoy se lo haya pedido como corresponde, para una verdadera reconciliación en la verdad, justicia y perdón. Don Bernardo y su señora, por esta persecución, como una paradoja cristiana, vivieron este dolor con un gozo propio de los “bienaventurados” del Evangelio de Cristo.

He sido testigo presencial de la vida de este gran hombre. Político de estatura de un gran tribuno; de un verdadero demócrata y, por sobre todo, de un santo varón de Jesús. Sería un buen laico canonizado. Algunos podrán creer que exagero, pero no es así, tengo 48 años de sacerdocio. Hablo desde mi vivencia con él. Además, Don Bernardo, por nuestra gran y permanente convivencia, siendo amigo de mi querido papá, me solía llamar: “Tú eres el hijo que no tuve”.

En una reunión muy íntima, con presencia de su esposa Anita, con muy hermosas palabras propias de un hombre del Evangelio y de Dios, me entregó un Crucificado que estaba en cabecera de la cama y dormitorio de su mamá. Al pie de este Cristo crucificado nació Don Bernardo, simbólicamente en Nacimiento de Los Ángeles.- En la cabecera de mi dormitorio, en mi casa, en medio de una Población de los pobres, está el Crucificado. Es presencia del Resucitado que venció al mundo y que me hace vivir sin temor mis años que me quedan según la voluntad de Dios. Ese Crucificado es presencia permanente de mi querido amigo Don Bernardo.- Desde que se fue mi padre, en 2008, en un Domingo de Ramos, entrando a la Jerusalén de los Cielos, es que no pienso en proyectos personales futuros a largo plazo; me pregunto con cierta frecuencia: ¿Cuándo iré a contemplar el rostro del Señor? Más bien trabajo pensando en las nuevas generaciones y en el Chile del futuro.- Gracias a la amistad de mi padre con don Bernardo conocí mucho a este gran político demócrata y cristiano. Doy testimonio de él con mucha propiedad y conocimiento. Se lo dedico a su Partido, pidiéndole, que más que contemplar otros modelos ejemplares, miren la vida de Don Bernardo para encontrar su renovación y tal vez su refundación.- Dedico este escrito a la señora Anita, esposa de Don Bernardo de la cual siempre, con espíritu joven,  él estuvo muy enamorado.

Quiero, este escrito, dedicárselo a los políticos y a la política del Chile de hoy, deseando, para mi patria, caminos de verdadera política, democracia, justicia, fraternidad y auténtica liberación de nuestro pueblo del cual soy parte.

Todo lo hago en mi propio nombre, sin pretender representar a nadie. Con afecto y ánimo ciudadano de servicio, también ánimo de hacer y historia y justicia.

8 Comentarios
  1. Matilde dice

    Excelente homenaje a un grande de la política y una llamada de atención a los problema sde los chilenos. Bien por el cura Pizarro. Lo echamos de menos!

  2. Fernando Andrade dice

    Don Eugenio, yo voté por usted. Qué se había hecho?

  3. Mirlo dice

    Conocí a don Bernardo, hace muchos años y puedo dar fe que se entregó como ninguno a las causas, grandes, chicas y perdidas. Un hombre integro, llkeno de valores y que hace falta en los tiempos que vivimos, cuando en la DC solo importan los cargos y cuanto estos llevan al bolsillo.

  4. Elina Z dice

    Por qué padre Eugenio, no escribe sobre la Iglesia, el cura Karadima y los negociados de Errazuriz. Nos interesa su opinión

  5. Patricia Verdun dice

    Don Bernardo y doña Anita fueron una pareja ejemplar y con ellos nunca se hizo justicia. Por suerte, palabras como las de este sacerdote, ayudan a pagar esa deuda.

  6. Adolescente dice

    ¿Resucitó el cura Pizarro? Ojalá no se le ocurra ser candidato again…

  7. Padre Eugenio dice

    Les doy las gracias por hacer justicia a un hombre público grande y político chileno ejemplar:Don Bernardo.- Estoy escribiendo hace bastante tiempo. Pero, en Chile hay una Prensa unilateral. Doy gracias al Periodista, a su Director y a todos los que laboran en este Medio.- Estoy escribiendo en www,reflexionyliberacion.cl y en Ciudadano. He escrito sobre Iglesia y demases, pero sin injuriar ni calumniar a nadie.Rechazo el pecado o delito, pero al pecador y a víctimas les abrazo mis brazos de pastor para salvarlos según misericordia de Dios. A los Tribunales de Justicia Civil y Eclesiástica les corresponde sentenciar:»No juzguen y no serán juzgados».Chile necesita que se levanten figuras ejemplares y positivas, para levantar a Chile. Chile necesita que se levante el bien y no que convirtamos todo en una divesión mediática y farándulera.- No he estado muerto, así que no tengo que resucitar. Estoy muy vivo trabajando pastoralmente desde fines de 1993 entre los más pobres, mandatado por Cardenal o mi Arzobispo, viviendo en una población, y atendiendo Campamentos: el Chile que se esconde por una falsa institucionalidad: ilegítima y «legitimada» a sangre y fuego en dictadura, siguiendo la «legitimación» de lo ilegítimo, después de más de 20 años.- Han de saber que fui un candidato atípico el 93. Me inscribieron un Comando Ecuménico por los pobres, como pre-candidato en primarias del MIDA. PC: pre-candidata: Gladys Marín; FAI. M. Cabieses como pre-candidato; Palestro Mario como pre-candidato de Recuperación Socialista: Gutiérrez como pre- candidato de Pueblo Socialista. Salió elegido P. Eugenio. Fui un candidato atípico del MIDA por los pobres. Atípico porque nunca pretendí ni tampoco me lo pidieron los pobres de Comando Ecuménico, ser candidato a la Presidencia. Tengo la opción por los pobres. Esa coyuntura nacional electoral fue aprovechada para causa de los pobres, a quienes no «ha llegado la alegría». Al Adolescente le digo que no se preocupe: no seré candidato presidencial y nunca, de hecho lo he sido. «Lo que haces por el más pobre conmigo lo haces». Por eso voy a ser juzgado por Dios. Tengo mi conciencia, y actué según ella. Nunca me arepentiré de hacer algo por Cristo en los pobres: ¡El pobre es Cristo!

  8. María Jesús dice

    Le hace bien al periodismo chileno que se publiquen estas reflexiones del P. Eugenio. Hemos estado con él en varias Jornadas y Encuentros, somos testigos del aprecio y cariño que mucha gente sencilla le tiene, también de ciertos recelos de algunas jerarquías que no entienden que el camino del Misioenero, discípulo de Jesús, debe ser el vivir el día a día junto a los más sencillos con paciencia y Esperanza!
    En este tiempo de Adviento,nos hacen bien las palabras de un Presbítero que habla desde los pobres, tal como Jesús que vino a este mundo desde una Pesebrera, no desde los lujos, inciensos y mirras…
    Gracias a El Periodista por su periodismo libre!!

    Saludos desde http://www.reflexionyliberacion.cl

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