Cuatro palabras para habitar y pensar

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El ser humano puede definirse como EL HABITANTE. Pero no siempre “habita” su lugar de vida. Un barrio, una ciudad, o un territorio, pueden ser simplemente ocupados, incluso invadidos, degradados. La sociedad política puede ser simplemente utilizada pero no habitada. Es el drama de la democracia que lo permite y de la subcultura que lo incita.

Por Daniel Ramirez, doctor en Filosofía (La Sorbonne)

Ego, alter, urbe, orbe. Cuatro palabras en latín, para pensar. Fáciles de traducir y bastante conocidas por lo demás: Ego: el yo, “Conócete a ti mismo” (1). Sabemos desde los griegos, que toda sabiduría comienza por el conocimiento de sí. Alter: el otro, los demás, el dominio de la ética. Urbe es la palabra con la cual los romanos tradujeron la “polis” griega, es decir la vida en común, “el hombre es una animal político” (2). Orbe, el mundo; ahora decimos más bien la Tierra. Aunque no siempre seamos conscientes, habitamos de una cierta manera estas dimensiones. Justamente, el gran problema es con qué nivel de consciencia las habitamos.

Ego. Comencemos por él: Yo soy mi cuerpo, también mi siquismo, mi vida interior y mis pensamientos. ¿En qué medida vivo realmente mi cuerpo? ¿Soy consciente de lo que respiro, de lo que ingiero, de cómo mantengo mi salud? (3).  Mis sensaciones y mis emociones, ¿Cómo las vivo? La sexualidad, ¿Cómo la asumo?¿Me permito creatividad y libertad o me acomodo de convenciones y apariencias? El yo son también mis ideas, mi memoria, mis deseos, mis sueños y mis utopías… ¿Puedo decir que las habito conscientemente? ¿O dejo terrenos vagos, abandonados?

Alter, no solo son los demás sino “los otros” en tanto diferentes. En ese sentido la palabra más importante filosóficamente es la “alteridad”. Reconocer al otro en su diferencia, en su ser único, con sus derechos y los deberes que ello implica para mí. Tolerancia, respeto, consideración, solidaridad, amistad y finalmente amor, pueden ser cultivadas respecto a la alteridad. Pero ello implica ser conscientes del miedo, la desconfianza, el desprecio y finalmente del odio que puede despertar el hecho que somos diferentes. Habitar con (y en) la alteridad es el desafío de la ética a la humanidad de todos (4) .

Urbe, o “polis”, la ciudad, o más bien, la sociedad. La que habitamos juntos, el yo y los otros, que implica reglas, organización, instituciones, funciones y finalmente, gobierno. Es el territorio de la justicia, de los derechos y las leyes, de la economía, de la riqueza y la pobreza; y así también de la injusticia, de la burocracia, del abuso y de la violencia. Debiera ser el terreno de la democracia, el saber y el arte de administrar lo común de acuerdo a la voluntad general, expresada de manera lucida por ciudadanos educados. ¿Cuántas de estas cosas se cumplen en nuestra “Urbe”? ¿Vivimos o no en una sociedad justa? (5).  ¿Las desigualdades, son aceptables? ¿Son equitativas las reglas? ¿La participación de todos es real? ¿Habitamos realmente este nivel fundamental?

Orbe, el mundo, la Tierra, la naturaleza. En este nivel no estamos solo en relación con los otros alter-egoshumanos, también lo estamos con los no humanos, animales, vegetales, y ecosistemas complejos que nos rodean. ¿Habitamos este nivel con consciencia? ¿Respetamos sus necesidades? ¿Cuidamos sus frágiles equilibrios? (6) ¿Pensamos nuestras acciones como formando parte del mundo o como epifenómenos en micro-mundos separados y sin conexión, como la salud, la economía, la moral o la técnica? Habitar este nivel es el reto más difícil.

En general, habitar un lugar, un tiempo o un medio, es teñirlo de nuestra propia subjetividad, de nuestras significaciones, de nuestro mundo. Como cuando decimos de una casa: “es un lugar habitado” (cualquiera que haya visitado las casas de Neruda entiende esto perfectamente), cosa que no ocurre con una pieza de hotel o un vagón de tren. Un cuerpo o un rostro, pueden decirse también “habitados”, como en el caso de tal bailarina o tal actor. Un rostro o un cuerpo habitado expresa todo un mundo interior, toda una historia.

Un barrio, una ciudad, o un territorio, un país, pueden ser habitados o simplemente ocupados, incluso invadidos, degradados, contaminados. La sociedad política puede ser simplemente utilizada (sacar provecho de su protección por ej., sin aportar ni participar) pero no habitada. Es el drama de la democracia que lo permite y de la subculturaneoliberal que lo incita. Sin embargo, de actores culturales, trabajadores sociales, creadores y líderes (cuando no están corrompidos), puede decirse que su proyecto es “habitar” realmente la sociedad.

¡Qué decir de la Tierra! Habitarla de manera consciente y armoniosa, apenas sabemos cómo se podría hacer. Ciertas culturas originarias conocen el secreto. Aprender de ellas es una posibilidad. Inspirarse también de los artistas, poetas, peregrinos, de los exploradores y los científicos; de quienes buscan, cuidan, aman, dan sentido y acompañan el crecimiento de las cosas, construyen sin desfigurar, preservan la vida y la riqueza de los ecosistemas, la belleza y el patrimonio cultural del mundo…

El ser humano puede definirse como el habitante (7) y habitar podría ser uno de los derechos (¿y deberes?) fundamentales. Pero no siempre “habita” su lugar de vida. Faltar a esta dimensión, sobre todo si es porque no se tiene acceso a un “hábitat” digno o salubre, porque la sociedad permite que cientos de miles vivan en lugares inhóspitos, peligrosos o deprimentes, mientras degrada y esteriliza el hábitat de especies silvestres, es un drama. Y esindigno de la civilización.

Pero cuando se dispone un lugar decente pero no se lo habita, ni se toma consciencia tampoco de su propio cuerpo, su vecindario, su país, de la sociedad humana, la naturaleza, la complejidad de los ecosistemas ni el universo, la falta es de la persona misma; imputable a su pereza, falta de curiosidad, de amor, de entereza y coraje. No habitar las dimensiones humanas equivale a desertar, a abandonar el barco cuando se ha contribuido a su naufragio. Una cobardía y una pobreza.

Ego, alter, urbe y orbe. Estas cuatro palabras que nombran cuatro dimensiones del habitar humano, son una gran tarea del pensar, y más aún, un desafío a la praxis y a la invención humana.

1 Frase grabada en el frontispicio del Templo oracular de Delfos,apreciada por Sócrates.

2 Una de las definiciones del hombre de Aristóteles(“La Política”).

3 Dejar degradarse su propio cuerpo no solo es falta de amor por sí mismo sino también irresponsabilidad. Después, criticar la medicina (lo que es legítimo) y encomendarse a curanderos, puede ser demasiado tarde.

4 Esta cuestión es el objeto de nuestra breve crónica “No tenemos los mismos valores”, del 18/07/2013, en este mismo medio.

5 Esta pregunta está más desarrollada en nuestra columna anterior: “Dijo Ud, democracia ?¿Justicia?”, aquí mismo.

6 Para un enfoque desde la ética de la vulnerabilidad, ver nuestra columna anterior: “Un mundo vulnerable. Etica y ecología”, del 2/08/2013, aquí mismo.

7 Heidegger desarrolló este tema de una manera diferente en “Construir, habitar y pensar”, conferencias de 1954.

7 Comentarios
  1. Alicia PErsico dice

    Es el ego el que se trasciende cuando logramos estar en los demas y sentirnos parte de nuestro medio de nuestra es necesario trascender para fortalecerlo una pulsasion constante….entre ser y no ser
    los cambios son de integracion, pero en el mundo disociado en el que vivivmos las relaciones con los otros son toxicas y entramos en un circulo vicioso.

    Los seres humanos somos por instinto gregarios, renegamos de los instintos, la realidad es que que en ese circulo vicioso ocupamos a los demas , ocupamo a lo que nos rodea.
    Hay otras propuestas el habitar me parece super interesante, ser parte de un espacio no se logra con voluntad sino con involucrarse afectivamente. y no se si nos damos el tiempo para darnos cuenta de que es absolutament necesario.

  2. Lola de la Luz. dice

    Excelente y claro… Qué alivio poder leer estos comentarios presentes, didácticos, estas reflexiones cuidadosas, un tema tan pungente como lo es nuestro estar, nuestro habitar, nuestras acciones en este mundo sufrido. Entre tanta ausencia corrompida, entre tanta acción bárbara y agresiva, violenta, GRACIAS por no dejar de estar PRESENTE.

  3. Verónica Ruiz dice

    Extraordinaria, conmovedora y edificante columna.
    Felicitaciones y felicidades!
    Este periódico puede sentirse seguro, como nosotros lectores, de tener una voz sabia, por su excelencia y simplicidad, que guía, alimenta y protege.
    Muchas gracias también por darnos, con este potente autor, la oportunidad de reconocernos mejores de lo que somos en nuestro, muchas veces, opaco vivir, y hacernos sentir capaces de ser origen y no solo efecto.
    Mil gracias!

  4. Daniel Ramírez dice

    Yo no sé Alicia, si habría que hablar de transcender el ego. Tal vez hay un malentendido, yo uso la palabra «ego» simplemente en su significado literal: el yo, si mismo, self. («auton» en griego; de donde la máxima Γνῶθι σεαυτόν: «gnosi seautón», conócete a tí mismo). Yo sé que el «ego» es una manera utilizada en los medios psycológicos para hablar en realidad de la personalidad social, incluso del «false-self» (Wininicott) o de algo aun peor en el lenguaje New Age. Si se trata de eso, por cierto que hay que trascenderlo hacia una cierta autenticidad, lo que es a veces la terea de toda una vida. Pero por otra parte, en nuestra praxis real, no puedo hacer como si no fuera yo mismo que hago o no hago esto, que elijo, que pienso (y existo); si no no hay responsabilidad ni ética.
    Pero con respecot al habitar, tienes razon que la clave es involucrarse afectivamente (yo diría incluso carnalmente), y eso en los cuatro niveles.
    Lo contrario, como dice Lola, es una forma de ausentarse, lo cual permite la inconsciencia, la corrupción e incluso la violencia. Un cuerpo, un espacio, una sociedad habitado(a) los cuidamos, como un jardín, cuando se lo ocupa solamante, qué importa que se degrade! Otra cosa que no dije: la relaciYn solamente comercial (compramos y vendemos) es uno de los obstáculos para el habitar humano.

  5. Gabriel dice

    Somos realmente libres? Que elegimos? «La sociedad decide?,
    hoy habitamos un mundo comunicacional,
    somos esclavos? Sólo podemos ser libres en el mundo de las ideas, abstracto?
    Perdona que responda con preguntas, pero gracias a tu espacio de reflexión podemos ex

  6. David dice

    Si los medios de comunicación masiva, crean e instalan realidades como modos de vidas, escala de valores, formas de relacionarnos según modelo económico, invaden todos los espacios físicos del mundo rural y urbano (semiósfera), entonces ¿podemos realmente crear pensamiento creativo, crítico y reflexivo de lo que cada uno es y reflexionar sobre esta 4 palabras?

  7. Daniel Ramírez dice

    Intento contestar a Gabriel y a David:
    Es verdad que los medios de comunicación crean otros espacios, aparte del cuerpo, la casa, la ciudad, el país, el mundo, podemos decir que también “habitamos” el espacio comunicacional, las teleseries, las redes sociales, etc. Y que ahí hay mucha manipulación de masas, ideología (“la sociedad decide”, “somos esclavos”). Una manera de luchar es frontalmente: criticar, denunciar, oponerse. Para ello hay que tener los medios intelectuales y comunicacionales, y no todos los tienen (justamente la sociedad marginaliza a una buena parte: los ciudadanos no tienen la palabra). Otra manera es la que propongo veladamente en este artículo, demasiado breve para explicarlo claramente: HABITAR los espacios reales: estar presentes en nuestro cuerpo, en nuestras relaciones, en la sociedad y en la política, ser conscientes de nuestro “hábitat” natural y cuidarlo; no huir de la realidad en el mundo virtual, mirar y escuchar la ciudad y su gente en vez de sumergirnos en nuestro celular y mp3/audífonos; todo ello, no es solo una manera de ser mejores sino también una forma de sobrevivir, de resistir a la máquina para vaciar cerebros (o llenarlos de idioteces) que es en gran parte el medio comunicacional… La expresión misma de “medios” de comunicación dice mucho: es una mediatización del mundo, algo que se interpone entre nosotros y el hábitat, el mundo real. La tarea es no perder el contacto IN-MEDIATO, directo, con el hábitat real, no permitir que sea filtrado por los “medios” (es el sentido de la admonición de Nietzsche: “Permaneced fieles a la tierra”).

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