¿Qué tipo de reforma educacional clasificará? PARTE I

VillanuevaLa educación es un campo complejo por contenidos, organización y estrategia, por los intereses de sus constituyentes, y por la sorprendente innovación que están provocando los cambios tecnológicos, comunicacionales y sociales, que seguirán en el futuro. Por eso, reformas basadas en el pasado o en el presente tienden a ser sistemas burocráticos, demasiado simplistas para la complejidad de sus futuras relaciones y su evolución constante.

Escribe Omar Villanueva Olmedo 

Que habrá reforma de la educación: sí, sin duda. Lo que no se sabe es de qué tipo, con qué calidad, con qué costos, ni con qué capacidad innovadora y anticipadora. Si no se describen los escenarios posibles para la continuidad del actual sistema educativo en los próximos 10, 20 o más años se hace difícil enunciar los diferentes resultados que se espera -en los mismos plazos- con la reforma en curso. Y, por eso, es imposible imaginar los resultados a obtener en términos comparativos: mejor calidad, menores costos, más inclusión, igualdad, innovación y anticipación.

La reforma se caracteriza por algunos aspectos que son muy discutibles. Por ejemplo, hace referencia a los recursos financieros del Estado y a la eliminación del lucro de las instituciones educativas, lo que obliga a ser muy claro en identificar la cadena de destinos dónde irán los enormes recursos financieros involucrados que necesariamente alimentarán a muchas empresas y a muchas personas, vinculadas o no la educación. Estas últimas actuarán seguramente movidas por el inevitable e indispensable deseo de lucro – diferencial entre el costo de los servicios prestados y los ingresos personales recibidos. ¿Estará probado que la eficiencia y la eficacia de los procesos y los resultados educativos es superior en instituciones sin fines de lucro o es que, al final, el lucro institucional se traspasa al lucro personal? y finalmente ¿Con qué actitud lucrarán los egresados de esta enseñanza en instituciones sin fines de lucro?

Otro aspecto discutible es la educación pública. La educación universitaria pública de los años 60 o 70 era gratuita, elitista, seleccionadora, conservadora, y fue gracias a la creación de las nuevas universidades privadas que los estudiantes y sus padres se dieron cuenta que había posibilidades de seguir estudios universitarios, que hasta ese momento estaba vedada para estos alumnos, y esto porque los creyentes de la educación pública universitaria querían preservar sus privilegios y sus dogmas. Esta no es una defensa de estas universidades, pero hay que darles el mérito de que abrieron la enseñanza superior a personas que nunca habían tenido este acceso.

La educación es un campo complejo por contenidos, organización y estrategia, por los intereses de sus constituyentes, y por la sorprendente innovación que están provocando los cambios tecnológicos, comunicacionales y sociales, que seguirán en el futuro. Por eso, reformas basadas en el pasado o en el presente tienden a ser sistemas burocráticos, demasiado simplistas para la complejidad de sus futuras relaciones y su evolución constante.

Estos cambios -a tener en cuenta en la estrategia- llevan a una nueva educación que está en marcha, que no respeta estructuras burocráticas, ni ideologías, ni 20/20, no pide permiso para acometer de hecho con sus nuevas formas de aprender y desaprender, con sus nuevos accesos inmediatos a amplias fuentes del conocimiento. Una reforma independiente de: localización, conocimientos, edad, recursos personales, y con costos decrecientes comparados con los tradicionales, con acceso a impensados títulos, y en una cobertura internacional que permite apreciar, conocer e intercambiar valores, comportamientos y fomentar las nuevas maneras de actuar en un mundo globalizado.

¿Qué tipo de educación primará en 20 años más: una tradicional reactiva o una anticipativa de innovación estratégica?

*Director OLIBAR Consultores Lic. Ciencias Económicas y Adm. (FEN) Universidad de Chile

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