Descentralización en Chile: una oportunidad… pero a encarar con cuidado

Si bien el proceso de descentralización en Chile parece inevitable y ha entrado en una etapa en la cual el gobierno recién instalado quizás avance pronto, todavía es necesario analizar en detalle algunas cuestiones técnicas complejas, y generar los datos que permitan evaluar, aunque sea, algunas experiencias piloto.  

Escribe Martín Besfamille, investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).

Existe un amplio consenso respecto a la excesiva centralización política, administrativa y económica en Chile. Sin ir más lejos, en su documento “Making decentralisation work in Chile” (2017), la OCDE recientemente resaltó que la mencionada centralización es un freno al desarrollo del país. Por ende, tanto políticos como académicos apoyan la necesidad de avanzar hacia un mayor grado de descentralización.

Sin embargo, debido a sus amplios y profundos efectos en el mediano y el largo plazo, reformas de este tipo requieren de rigurosos análisis técnicos, luego de una discusión parlamentaria muy seria. La literatura describe varios casos de reformas pro-descentralización, implementadas tanto en América Latina como en África, y cuyos resultados han estado muy por debajo de lo esperado.

El documento “Propuesta de Política de Estado y Agenda para la Descentralización y el Desarrollo Territorial de Chile”, elaborado por la Comisión Asesora Presidencial en Descentralización y Desarrollo Regional es un valioso e imprescindible aporte para encausar los mencionados análisis técnicos. No obstante, a mi juicio, ese documento conforma solamente un punto de partida, y por lo tanto requiere de mayor profundización.

El punto que considero más criticable de dicho documento es que presenta distintos aspectos de la descentralización (como cuestiones referidas a las capacidades de los gobiernos locales, la descentralización fiscal y las disparidades regionales) separados entre sí, como en compartimientos estancos. Mis recientes investigaciones, realizadas en el marco de un proyecto Fondecyt, muestran que es un error considerarlas así.

En “Regional state capacities and the optimal degree of fiscal decentralization” (Journal of Public Economics, en prensa), A. Bellofatto y yo analizamos, por primera vez en la literatura teórica de la descentralización, cómo las distintas dimensiones de capacidades regionales, y sus respectivos niveles afectan la disyuntiva entre distintos grados de descentralización. Y los resultados no son siempre los esperados: aunque una buena capacidad fiscal local es necesaria para una descentralización efectiva, también mostramos que un alto grado de capacidad administrativa no lo es.

Por otra parte, en “Tax decentralization notwithstanding regional disparities”, mostramos cómo las disparidades regionales afectan el grado óptimo de descentralización fiscal. Y nuevamente, contra lo comúnmente aceptado tanto en la literatura económica como en distintas arenas políticas (nacionales e internacionales), las disparidades regionales no implican necesariamente atenuar la descentralización, creando mecanismos de igualación interregional. En efecto, dichos mecanismos generan problemas de restricciones presupuestarias blandas, con sus conocidos efectos sobre el gasto y/o la deuda a nivel sub-nacional.

En síntesis, si bien el proceso de descentralización en Chile parece inevitable y ha entrado en una etapa en la cual el gobierno recién instalado quizás avance pronto, todavía es necesario analizar en detalle algunas cuestiones técnicas complejas, y generar los datos que permitan evaluar, aunque sea, algunas experiencias piloto.  

Martín Besfamille, investigador del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI).

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