Francisco Martorell: «No nos quedemos en los márgenes»

Habría mil transgéneros en Chile, de ellos 200 serían niños; los abortos por la nueva ley apenas llegan a 120 en 6 meses y los niños bajo administración directa del Sename no suman 3 mil.

Debatir sobre los márgenes, para que el fondo o lo sustancial permanezcan, pareciera ser el sino que tenemos los chilenos, huérfanos de canales de comunicación que representen otras ideas o se dignen a cuestionar el modelo.

Los grandes medios, aquellos que concentran las audiencias, se resignaron a repetirse, en rostros, ideas y pensamientos (si es que la palabra cabe), con el objeto de perpetuar a sus directivas y editores. Pero también para hacerle un grave daño al país y su gente.

El pensamiento crítico se reserva para pequeños espacios, en algunas aulas, charlas o seminarios, impidiendo su generalización. Da cierta pena ver que la educación, aquella que quisiéramos escribir con mayúscula, no cumple sus objetivos y, aunque hay excepciones, no produce jóvenes republicanos, al contrario, ellos además de no leer y salir con escasas habilidades comunicacionales después de 12 años de escuela obligatoria, ahora sabemos que en un 57 por ciento no les incomoda una dictadura. No es su responsabilidad. La culpa es de aquellos que creen que las aulas sirven solo para enseñar que dos más dos es siempre cuatro. Y sacaron educación cívica, expulsaron de las aulas a la filosofía y la política salió corriendo por la ventana, porque el modelo la convirtió en una mala palabra.

Cuesta encontrar un debate donde primen los principios. Algunos son más hermanos que otros, cuando se trata de nepotismo, si es que el que lo elige está o no en su partido. Lo mismo pasa cuando se usa la función pública con el interés puesto en el bolsillo. Los míos no; los tuyos sí.

El tema del aborto en tres causales, la identidad de género y la urgencia del Sename, todos problemas prioritarios, nos han mostrado que hay un país dispuesto a debatir y entregar su opinión, pero que el modelo lo acepta y los grandes medios le dan cabida porque están en los márgenes, su aprobación no pone en riesgo al sistema. Y ahí, la cifras, ayudan para entender por qué. Habría mil transgéneros en Chile, de ellos 200 serían niños (fuente Movil-H); los abortos por la nueva ley apenas llegan a 120 en 6 meses y los niños bajo administración directa del Servicio Nacional de Menores no suman 3 mil. Con esos números sobre la mesa, bastarían decretos y medidas rápidas para resolver los problemas graves que afectan a los mencionados. Y urge hacerlo. Pero las leyes tardan años y el debate más. Un volador de luces, se podría decir. Por ello no traspasamos los márgenes, aquellos que sí importan al modelo, porque requieren cirugía mayor: la desigualdad que permite que casi un 20 por ciento de los niños chilenos viven bajo el nivel mínimo de pobreza, que la cifra negra del aborto sería cercana a los 30 mil y que la discriminación al “diferente” afecta a millones.

No nos quedemos en los márgenes.

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