Twitter: La cacerola virtual

Las redes sociales tienen una profundidad histórica que pocos logran dimensionar. Mucho de lo que hoy ocurre en las calles del mundo y de Chile tiene en este palabrajeo incesante, la levadura necesaria para transformaciones insospechadas.

Jaime Quintana L., senador PPD

La última encuesta CEP sitúa a Twitter como una herramienta de quinto orden para informarse de la actualidad política, muy por debajo de la TV, la radio, la familia y los amigos. ¿Es certero entonces, decir que escribir y leer en esta red social es una pérdida de tiempo? ¿El debate político no tiene en Twitter un espacio privilegiado para desarrollarse e influir?

La gente sigue preferentemente usando la radio y la Televisión para informarse de la política nacional e internacional, pero cada vez más, periodistas de esos medios buscan a través de los 140 caracteres lo que está pasando y le toman el pulso a la vida de la polis. Si construimos un mapa de la noticia política, de seguro nos encontraremos que un alto porcentaje proviene de lo que se dice en esta red.

Las redes sociales tienen una profundidad histórica que pocos logran dimensionar. Mucho de lo que hoy ocurre en las calles del mundo y de Chile tiene en este palabrajeo incesante, la levadura necesaria para transformaciones insospechadas.

Hay tuiteros de la farándula, televisivos, políticos y aunque menos conocidos, también los hay del mundo de la cultura. Todos ellos han logrado comprobar que una frase dicha en la twitosfera vale más que 100 conferencias de prensa. Hay otros que no aparecen en TV, sin embargo reportean desde su cuenta Twitter como el mejor de los periodistas. Narran el desarrollo de las marchas, reproducen las consignas y desde las universidades tomadas, provistos con twitcam, muestran cada minuto que pasa en la mayor protesta estudiantil de la historia de Chile.

Una de las recurrentes críticas a Twitter es que mostraría un país virtual como si fuese el Chile real. ¿Donde está esa delgada línea que los divide? A la luz de lo que ha venido aconteciendo, esa diferencia es un atrevimiento teórico que, poco a poco, comienza a derribarse.

Lo cierto es que el juicio demoníaco que se hacía de las redes sociales, como un espacio que aislaba a las personas, les impedía comunicarse y mirarse a los ojos, ha venido cayendo en un claro despeñadero. Twitter ha permitido que una chica con @ se junte en la calle con el ávatar que la invitó a marchar por la educación publica. ¿Hay algo más hermoso que hombres y mujeres vuelvan a hablar de sus sueños de país y que para ello usen el espacio virtual y luego se besen en la Plaza de Armas de cualquier ciudad chilena?

Para la mayoría, la palabra Twitter quizás sea confundida con una película de ciencia ficción o de caricaturas. Si adultos no logran leer comprensivamente el Principito, de seguro les será muy complicado entender cómo se puede hacer literatura, política, humor y hasta convocatorias históricas usando un planeta pequeño de palabras.

El uso de Twitter es aún escaso, pero con un alto poder de fuego. Si la mayoría de los tuiteros son seres ultraconectados, lo más probable es que “cuenten” aquello que se habla en la red, al taxista, al vendedor de verduras, a la suegra y a la tía del jardín con una intensidad parecida a la del primer beso.

Eso debe haber ocurrido cuando @Camila_Vallejo, presidenta de la FECH, escribe en su cuenta una invitación para manifestarse en contra de la represión, haciendo sonar las cacerolas. En 8 horas ese tweet logró tener a todo un país musicalizando el descontento con un “twittercacerolazo” que todavía tiene grogui al gobierno.

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