Martín Palermo contó a Olé lo que aprendió con otro loco: Marcelo Bielsa

El DT de Unión Española y goleador histórico de Boca Juniors habló con el diario argentino sobre su madurez como entrenador, las exigencias que hace durante la semana y qué haría si en su actual puesto debiera enfrentar un conflicto como el que tuvo con Juan Román Riquelme.

El director técnico de Unión Española, Martín Palermo, concedió una entrevista al diario deportivo Olé de Buenos Aires en las que se refirió a su estilo como entrenador y las cosas que ha ido aprendiendo desde que dejó la cancha y se sentó en el banco. Aquí la entrevista del Titán:

-Armaste un equipo que prometía en Godoy Cruz, no te fue bien en Arsenal y en Chile lograste regularidad: tercero, quinto y segundo en tres torneos en Unión Española. ¿Existe la madurez de un técnico?

-Seguro. Yo cambié mucho desde aquel primer paso en Godoy Cruz. Me siento más capacitado, veo cosas que antes no veía y fundamentalmente hoy estoy mejor preparado para la toma de decisiones. Antes me costaba sacarme el jugador de encima. En mi carrera, si veía que no me ponían, me fastidiaba o no me entrenaba con las mismas ganas. Y cuando empecé como técnico, me costaba dejar afuera a algunos jugadores. Hoy ya lo revertí. La gran enseñanza de Bianchi: nos mantenía a todos preparados, con la mentalidad de que debíamos estar listos para los minutos que nos tocara jugar. Los jugadores de nombre son los que menos problemas les generan a los técnicos. Ellos compiten contra ellos mismos. El futbolista de alta competencia se prepara para mejorar; no hace falta marcarle que está mal de peso o cualquier otro consejo. Ya lo saben. A los que hay estarles más encima son al joven o al que no juega.

-Acostumbrado a ser decisivo en la cancha, ¿te cuesta depender de otros?

-Cuesta, sí. Pero aprendí a exigir en la semana. Los jugadores ni escuchan lo que les gritamos durante los partidos. Lo nuestro es exprimirlos de lunes a viernes para que lleguen preparados. En el fútbol está todo inventado. La clave de nuestra función es cómo les transmitimos lo que queremos a los jugadores. No me gusta la pasividad. Eso me quedó de Bielsa: entrenamientos de palo y palo en los que siempre el jugador se vaya con la idea de que los mejoramos en algo.

-¿Qué no resignás?

-No tolero la desconcentración. Al jugador no le puede pasar por la cabeza otra cosa que no sea jugar al fútbol en los 90 minutos. Exijo compromiso y solidaridad. En lo que se refiere al juego, más allá de los sistemas tácticos, el fútbol no cambia. El modernismo lleva a que los equipos salgan jugando y se paren 4-3-3. Pero de acuerdo a qué tipo de jugadores entran en ese sistema, puede ser un equipo defensivo. Yo me readapté: cuando empecé, creía que debía jugar 4-3-1-2; hoy priorizo los jugadores de buen rendimiento y a su comodidad en la cancha. Es parte de la evolución. Como jugador me costaba ver videos y hacer trabajos tácticos pasivos. No entendía para qué se hacían.

-¿Y hoy como técnico?

-Lo considero una necesidad, pero lo tomo con muchas ganas. Hoy me gusta más el fútbol que cuando jugaba. Hoy disfruto más, me resulta natural ver un partido. Y lo hago con la cabeza de un técnico, buscando saber qué pasó. Además siento que el futbolista hoy conoce menos. No se engancha tanto para ver un partido como los de mi generación. Muchas veces no sabe a quién enfrenta el fin de semana siguiente. Un delantero no recuerda quién es el goleador del campeonato o un defensor no tiene muy claro al que debe marcar. Por suerte hay otras herramientas. Les mandamos un par de videos por Whats App y listo.

-¿Les hablás de vivencias tuyas?

-No me parece que deba hacerlo. Puedo transmitirles la ambición que tenía, volcarles lo que significa ganar torneos o llegar a la selección. Pero si les digo algo, generalmente es en broma. En general me sirve para romper el hielo. Les pregunto antes de un partido si están asustados, y les recuerdo alguna final que me tocó jugar…

-¿Qué harías si las dos figuras de tu equipo tuvieran una relación tirante como vos y Riquelme?

-Trataría de que no se vea reflejado en el juego. Si afectara al grupo, habría que tomar algunos recaudos.

-Hoy se manifiestan distinto, Román hace poco dijo que sos responsable de que la gente te quiera tanto. ¿Te lamentás por algo de ese momento? ¿O ganaron tanto que no hubieran mejorado nada si se llevaban mejor?

-No sé si hubiese cambiado. Estamos grandes y no hay rencores ni ganas de echarle culpas al otro. Román tiene esas declaraciones que lo distinguen, igual que la visión que tenía en la cancha. Jugar a su lado, así como con Guillermo, me hizo ser el jugador que fui. Si Román se lo hubiese propuesto, hubiera sido uno de los grandes jugadores de Europa. Lo que logró en Villarreal lo hubiese repetido en Barcelona o donde él hubiese querido. Cada uno tiene maneras de ser y personalidades diferentes, que muchas veces no son compatibles con otro. Está claro que los dos nos necesitamos mutuamente dentro de la cancha y nunca pudimos congeniar afuera. ¿Pero de qué podemos arrepentirnos?

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