Centro académico israelí simuló ataque a Irán

El Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Universidad de Tel Aviv, uno de los más importantes centros de estudio de temas bélicos de Israel, realizó en octubre pasado un juego de guerra que simuló las condiciones militares y políticas de un ataque aéreo contra las instalaciones del programa nuclear de Irán, reveló el diario británico The Telegraph.

Por Marco Ficieri (Paris) y José Higuera (Gotemburgo)

El ejercicio virtual, donde se simularon las condiciones de un ataque “preventivo” contra las instalaciones donde el gobierno iraní lleva adelante su programa de enriquecimiento de uranio, contó con la participación de oficiales de la fuerza aérea, expertos civiles en la temática bélica y diplomáticos, que asumieron el papel de las autoridades tanto civiles como militares de Irán, Israel, EEUU, Rusia y otros países relevantes de la comunicad internacional.

La fecha supuesta del ataque fue el 9 de noviembre del presente año, pocos días después de realizadas las elecciones presidenciales estadounidenses, y la ejecución de la operación estuvo exclusivamente en manos de la fuerza aérea israelí.

La opinión pública mundial se enteraría en el mismo momento en que los blancos en territorio iraní comenzaran a estar bajo ataque, a través de la emisiones de la cadena internacional de TV árabe Al-Jazeera, que sería la primera en recibir un comunicado –donde las autoridades de Israel asumirían responsabilidad por la acción– en su sede en Qatar.

Estados Unidos no tendría participación en el ataque, ya que las autoridades de Jerusalén no advertirían a Washington sobre sus planes.

Según expertos civiles que participaron del juego de guerra, el primer ataque, ejecutado por 3 oleadas de cazabombarderos F-15 y F-16, dañaría seriamente a las instalaciones nucleares de la República Islámica, retrasando su programa nuclear en unos 3 años.

Irán respondería al ataque lanzando cerca de 200 misiles Shahab sobre territorio israelí. Teherán solicitaría apoyo militar a organizaciones aliadas como Hezbolá y Hamás, para que lancen cohetes y realicen otras acciones contra Israel, pero se abstendría de atacar las bases de EEUU en el Golfo y no impediría la libre navegación en esa zona marítima.

Israel efectuará un segundo ataque el 10 de noviembre, nuevamente contra las instalaciones del programa nuclear de Irán, para incrementar el daño sufrida por éstas. Las autoridades israelíes tomarán medidas para minimizar los efectos de los ataques de Teherán y sus aliados, y para evitar una escalada del conflicto. En el simulacro, Washington apoyó diplomáticamente la acción de Israel, bloqueando los intentos de Irán y otras naciones como Rusia por imponer sanciones contra el estado judío en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Consultados sobre la visión de los expertos israelíes participantes del juego de guerra, observadores europeos advirtieron que sus cálculos podrían pecar de un “exceso de optimismo”. Explicaron que es difícil creer que el público de otras naciones musulmanas del Medio Oriente no reaccionará negativamente ante una acción como la simulada.

Su efecto sería sin duda desestabilizador para aquellos países de la región que tienen gobiernos pro-occidentales, como Jordania, que ya tiene problemas debido al conflicto en Siria; o Arabia Saudita o Egipto.

Los especialistas europeos también consideran que es poco creíble que Teherán no emprendería acciones contra las bases estadounidenses y otros centros de interés occidental en la región, probablemente en forma indirecta a través de Hezbolá u otras organizaciones similares aliadas del régimen iraní, o contra el tráfico marítimo en la zona del Golfo por la vía de minar sus aguas. “Lo último afectaría seriamente el suministro de petróleo, generando un alza dramática del precio del combustible y afectando las economías a lo largo y ancho del globo”, advirtió uno de los expertos.

Aunque realizados indirectamente, cualquier ataque sobre las bases militares que EEUU posee en el Medio Oriente podría forzar a las autoridades estadounidenses –ahora divididas a favor y en contra de la idea de intervenir militarmente– a responder a dichas acciones con medidas de fuerza, que representarían una escalada hacia una crisis de proyecciones insospechadas.

Otros observadores plantean que tampoco hay evidencia de que Irán está realmente enriqueciendo uranio al nivel requerido para desarrollar armas nucleares, por lo que todo ataque contra ese país carecería de justificación legal.

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