Cuotas de género: una implementación positiva

Tras las elecciones de noviembre de 2017, donde se aplica por primera vez la cuota de género, se puede hacer una valoración positiva. Los resultados demuestran que uno de los mayores obstáculos para la inclusión de las mujeres en las listas electorales residía en los propios partidos políticos.

Escribe Antonia Santos, doctora en Ciencias Políticas y académica Universidad Arturo Prat.

Hace mas de 50 años en Chile se reconocieron los derechos políticos de las mujeres a partir de la aprobación del voto femenino. Esta ampliación democrática mostró como la igualdad formal no se correspondía con la garantía y ejercicio activo de la igualdad real. La discriminación por razón de sexo se corrigió de las urnas (participación) y se mantuvo en el acceso a los órganos de representación democrática.  

Este déficit político ha estado presente en todas las democracias, evidenciando obstáculos reales en el ingreso de las mujeres al poder político lo que cuestiona los fundamentos de la democracia representativa con consecuencias en la calidad y legitimidad del sistema político. Desde la década de 1980, a través de distintos organismos internacionales, se insta a los estados a establecer medidas para garantizar que hombres y mujeres participen de forma igualitaria en la toma de decisiones políticas y públicas.  

Las medidas de acción positivas o cuotas de género son iniciativas que permiten garantizar el principio de igualdad entre hombres y mujeres al establecer normas de carácter temporal que contribuyen a eliminar los obstáculos y facilitar la participación política de las mujeres.  Cuotas de participación susceptibles también de aplicarse para corregir brechas en el ámbito laboral y educativo.

En quince países de América Latina se han establecido cuotas de participación política. El análisis de mas de dos décadas de aplicación en distintos países de la región muestra la eficacia de las cuotas en la integración de las mujeres al ámbito de las decisiones públicas. En Chile, a pesar de distintas iniciativas por incidir en la representación equilibrada de hombres y mujeres, no fue hasta el 2015 cuando se establece el equilibrio de género en la competencia política con el fin de aumentar uno de los promedios mas bajos de representación femenina en la región.

La Ley N° 20.840 realiza la modificación del sistema electoral binominal e incorpora la cuota de género, obligando a los partidos y coaliciones a presentar listas electorales con equilibrio de género para la elección de representantes al poder legislativo (diputados/as y senadores/as) donde se establece que ninguno de los sexos puede superar el 60% de las candidaturas ni quedar por debajo de un 40%.  

Tras las elecciones de noviembre de 2017, donde se aplica por primera vez la cuota de género, se puede hacer una valoración positiva.  Los resultados demuestran que uno de los mayores obstáculos para la inclusión de las mujeres en las listas electorales residía en los propios partidos políticos.  Salvada esta traba inicial, se asiste a un aumento significativo de las mujeres candidatas, las cuales han demostrado ser altamente competitivas a pesar de disponer de menores recursos económicos para realizar la campaña electoral. La nueva ley se ha convertido en un impulso importante para la representación de las mujeres. Los desequilibrios que se observan hacen referencia a los resultados de la representación por partidos y a la distribución territorial, así no todos los partidos cuentan con mujeres electas ni todas las regiones tienen representación femenina.  De esta forma se constata como el principio de igualdad sigue siendo más esquivo para que las mujeres alcancen posiciones de poder político.  Aún así tenemos que valorar el casi 23% de representación de las mujeres en el Congreso y esperar que en las próximas elecciones el rendimiento sea mayor y el cumplimiento de la cuota de género efectivo.

Antonia Santos Pérez, Académica Universidad Arturo Prat

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