Declaración ante los hechos de Vilcún

Es del interés de nuestros Pueblos ancestrales y de la sociedad saber la verdad de los hechos, puesto que de manera recurrente éstos son vinculados por los medios de prensa con la cuestión social indígena y no son acciones representativas ni de nuestra cultura ni de nuestra cosmovisión religiosa como Pueblos.

Escribe Domingo Namuncura

Las noticias que nos llegan desde Vilcún son extremadamente graves.

El incendio presuntamente intencional en la Granja Lumahue, en donde se estaría confirmando el deceso de Bernardo Luchsinger y Vivianne Mackay, el incendio de un camión en la ruta Traiguen-Victoria y otros actos registrados en las capitales de Temuco y Santiago, ocurren en el contexto del 5º aniversario de la muerte del estudiante mapuche Matías Catrileo, pero no se puede vincular al Pueblo Mapuche en su integridad ni a dicho aniversario con estos lamentables sucesos.

Es evidente que hay responsabilidad de reducidos grupos de personas, cuya identidad y formas de actuación deben ser investigadas de manera eficiente por quienes tienen las competencias para ello y entregar a los Tribunales los antecedentes correspondientes.

Hemos dicho que en esta labor las diligencias pertinentes son limitadas. Es del interés de nuestros Pueblos ancestrales y de la sociedad saber la verdad de los hechos, puesto que de manera recurrente éstos son vinculados por los medios de prensa con la cuestión social indígena y no son acciones representativas ni de nuestra cultura ni de nuestra cosmovisión religiosa como Pueblos.

En cierto modo, no obstante, es preciso reconocer que después de casi dos décadas en que las demandas indígenas puestas en el debate público reciben respuestas muy insuficientes de parte del Estado y de los Gobiernos, y se han acentuado de manera dramática la agenda de orden público y el clima de represión en diversas zonas de la Araucanía y del Bío Bío, y no hay entendimiento efectivo entre las comunidades afectadas y el Gobierno actual, estamos entrando a una espiral de conflictos que no tendrán límites.

Unos pocos confían en que el camino de acciones de fuerza puede obligar –finalmente- a construir acuerdos y otros, con el pretexto de contener tales demandas o incluso aprovecharse de ellas, atizan a su modo las tensiones.

Esto hace insostenible la tensión y se agravan los hechos si la dignidad de las personas comienza a ser afectada de forma dramática. Los caminos de la violencia nunca permitirán construir con sentido de justicia una sociedad de derechos. La paz siempre es un camino necesario y justo, pero es lento, eso es verdad. Y sus resultados dependen de mucha voluntad política.

Esta voluntad no existe suficientemente en el mundo político, en general, del oficialismo y de la oposición. Y los riesgos de un no entendimiento llevarán inexorablemente al aumento de las tensiones.

Lo estamos diciendo en todos los tonos desde hace mucho tiempo y expresamos con tristeza nuestras condolencias y solidaridad a todos quienes resultan afectados por estos hechos.

*Ex Director Nacional de Conadi, Director del Programa de Derechos Indígenas Fundación Chile 21 y analista del barómetro de políticas públicas Fundación Equitas. Miembro de la Comisión Política del PPD.

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