Arte colaborativo por Internet: Cientos de manos, millones de ojos, una sola obra

La denominada web 2.0 y las redes sociales en línea están revolucionando la manera en que se realizan las producciones artísticas en línea. Hoy se crea una obra pictórica, una canción, un documental e incluso un libro por Internet. El campo está abierto para profesionales, aficionados y novatos.

Por Daniel Fajardo Cabello

Un japonés, un colombiano y un artista de Marruecos decidieron desarrollar en conjunto una pintura acerca de la globalización. Se “juntaron”, tomaron un café, charlaron un rato acerca de los estilos, escribieron algunas notas y se repartieron las tareas. Nunca se dieron la mano al saludarse o despedirse. Menos un abrazo. Era algo difícil. Uno estaba en Asia, ordenando su vida después del terremoto. El otro comiendo en un restaurante de Cartagena de Indias y el africano, sentado en la biblioteca de la Universidad Al Akhawayn. Utilizaban Skype.

Este es sólo un ejemplo de una tendencia que con altos y bajos, cruza la historia de internet y hoy conjetura nuevas concepciones con respecto a lo que realmente se entiende como obra: La creación artística colaborativa en línea.

No es algo nuevo. Sin embargo la denominada web 2.0 y las aplicaciones sociales a través de internet, introducen nuevas fibras al concepto.

La gestación de obras comunitarias en la era moderna se remontan a las experiencias de Nam June Paik a principios de los ’70 (Sí, uno de los novios de la mítica Yoko Ono). Sin embargo, el término “Net Art”, padre del actual potpurrí de arte colaborativo online, fue acuñado por Douglas Davies. El estadounidense publicó en 1994 un documento multimedial denominado como “The World First Collaborative Sentence”, que se basa en la posibilidad que tiene cualquier cibernauta para aportar con textos, sonidos, imágenes o videos a un proyecto absolutamente online.

Uno para todos, todos para todos

Existen varios tipos de arte colaborativo en línea, tomando en cuenta la modalidad de participación y quiénes son los involucrados en la obra. El más tradicional y que existe incluso antes de Internet, es donde participan dos o más artistas, escultores, pintores o músicos para obtener una producción final.

Pero la característica principal de la web 2.0 es la apertura de la obra artística a usuarios aficionados, autodidactas, no profesionales e incluso neófitos. Para ello se ponen a disposición herramientas, plataformas e ideas. Es un trabajo colectivo, conocido también como crowdsourcing. Este término proviene de la unión entre las palabra inglesas crowd (masa) y outsourcing (externalización). Tiene su origen en la ciencia y está en los fundamentos básicos de la gestación y desarrollo de Internet.

A principios de 2011, la RAE puso en marcha un proyecto por el cual se invitaba a internautas de todo el mundo a leer fragmentos de El Quijote en voz alta, grabándolos en video, para luego subirlos a Youtube. Todo como una forma de expresión artística. Casi 4 mil 300 prosumers se entusiasmaron grabando extractos en su casa, en colegios, en el metro, en restaurantes, bibliotecas y en medio de la naturaleza. Más de alguno incluso, viajó hasta La Mancha, encontró un molino y leyó la épica batalla del protagonista con los gigantes de viento. La obra final fue producto de todos y significó una especie de reinvención de la clásica obra de la literatura española.

Hace dos años, un grupo de jóvenes ingleses realizó un experimento absolutamente en línea. Invitaron a los usuarios de Youtube a crear una canción en conjunto. Así de simple. La música, la letra y el videoclip fueron producto de miles de colaboraciones de comentarios de “youtubers”.
Incluso, las audiciones para elegir al grupo que la interpretara se hicieron sólo por esta red social de videos. El mismo clip está construido por extractos de grabaciones enviadas por los colaboradores. El producto final fue el tema “I’ve got Nothing” (disponible en Youtube) que incluso, se inscribió en el concurso Chat Jackers de la BBC.

Un poco más cerca, la joven profesora argentina Natalia Rosenblum creó un innovador proyecto web denominado como “Historias Colectivas. Es un juego de escritura cooperativa estilo “Elige tu propia aventura”, pero llevada a internet. Quien desee participar debe comenzar a leer una historia. En algún momento tendrá que elegir por dos alternativas. Al realizarlo, él mismo debe escribir los caminos a seguir. El principio de las historias están escritos por personas vinculadas al mundo artístico, pero el resto del relato es realizado por los usuarios. De esta forma, una misma historia, puede tener diferentes capítulos que corren en caminos paralelos.

Otro ejemplo es www.webcanvas.cl, una especie de mural en línea, abierto a todo el mundo conectado. Cualquiera puede elegir un espacio digital, constituido por píxeles y bytes para plasmar un dibujo, pintura o fotografía. El resultado es una especie de mapa gigantesco donde se exploran los aportes de varios miles de artistas y prosumers.

Margarita Schultz, doctora en filosofía y estética y ex académica de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, ha investigado bastante sobre el arte participativo en línea, comparándolo con las primeras manifestaciones religiosas, artísticas y culturales de diversos pueblos occidentales. En su ensayo “El concepto de arte colaborativo civilización de la imagen, los riesgos del simulacro” explica que en Internet, la idea de cooperación transforma la correlación tiempo-espacio respecto de aquellos iniciales trabajos comunitarios. Hoy, artistas y prosumers trabajan en conjunto, sin depender de una coordinación en el tiempo y desde diferentes puntos del planeta.

Derechos de autor

La forma en que los usuarios consumen las obras literarias o artísticas está cambiando, producto de la tecnología y las redes sociales. Pero en la tierra de la creación colaborativa ¿Quién es el dueño de la obra final?

Según Andrés Pumarino, abogado, director académico del DuocUC y especialista en derecho informático el uso de equipos tecnológicos cada vez más masivos, como los smartphones, llevan a los creadores y a la industria a identificar nuevas formas de explotación económica de las obras. Así también, logran encontrar mejores expectativas y beneficios para los inversionistas que están en ellas. “Por otro lado, hoy nos encontramos ante una mayor participación de la generación de nativos digitales, que tienen más cercanía en la producción de estas obras y por lo tanto, cambia la manera en que el derecho protege a las mismas”, dice Pumarino.

El abogado aclara que por un lado está la obra creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica, que la edita y divulga bajo su nombre, y que está compuesta por la reunión de aportaciones de diferentes autores. “Esta contribución personal de los diferentes autores se funde en una creación única y autónoma para la cual ha sido concebida. A ninguno de ellos se le puede atribuir separadamente un derecho sobre la obra realizada. Salvo que algún tipo de pacto lo contradiga, los derechos sobre la creación colectiva corresponderán a la persona que la edite y divulgue bajo su nombre”, apunta el especialista.

Pero también está la denominada “Obra en colaboración”, que constituye el resultado unitario de varios autores. En este caso, los derechos de propiedad intelectual corresponden a todos ellos en la proporción que determinen. Para divulgar y modificar la obra se requiere el consentimiento de todos los coautores; y una vez divulgada, ninguno puede retractarse de su consentimiento para la explotación en la forma que se difundió.

Sin embargo, en el mar de las redes informáticas existen muchas iniciativas de colaboración artística, así como sitios web que abren a una creación colectiva. Vale la pena siempre leer las “condiciones de uso” de cada una de estas opciones, para ver qué sucederá con el texto, la pintura o la estrofa musical que un cibernauta está regalando a una obra comunitaria.

Algunas herramientas

SoopBook: Portal para crear obras literarias con otros autores. Al registrarse, un autor puede participar de un capítulo ya comenzado o crear uno nuevo. Funciona como red social. (www.soopbooks.com)

Popupbooks: Es una red social para aficionados a la literatura que permite escribir libros de forma colaborativa. (www.popupbooks.es)

The Darwin Project: creación de poesía a través de un proceso digital que imita la evolución genética. http://www.loudthings.org/darwin/homeTest.html

Wall Right: Proyecto de arte colaborativo creado por la Universidad de Aveiro en Portugal. (www.wallright.com)

Million Master Piece: Un millón de personas aportan una imagen para formar una única pieza artística. El mismo sitio entrega un editor gráfico. (www.millionmasterpiece.com)

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