Hotel con amor por la Patagonia

En ‘La Yegua Loca’ no hay nada al azar y se siente, muy adentro, el sur de Chile.

Por Montserrat Martorell

El sur del sur. Punta Arenas tiene la curiosa cualidad de atrapar, de tejerte sueños en la cabeza, de hacer sentir que llegaste a casa. Puede ser el cielo azul, los techos de colores o esas calles que llevan siempre al mismo sitio. Pueden ser sus noches. Su nieve. Puede ser el frío, el calor del fuego, su gente. Pero, ¿dónde quedarse a dormir? Probablemente «La Yegua Loca» es la opción ideal. Ubicada en pleno centro de la ciudad (Fagnano 310), este hotel boutique ofrece todo para que la experiencia magallánica sea aún más placentera.

La casa patrimonial (construida en 1929 y totalmente refaccionada) cuenta con ocho habitaciones que representan un oficio o lugar del campo. Sus nombres no son casualidad: Galpón de Esquila, La Pesebrera, la Quinta, El Herrero, El Lechero, El Carpintero, El Soguero y El Carrero. Se accede a ellas por la escalera principal y se encuentran en el segundo y tercer piso, respectivamente. Sorprende la ornamentación, tan acogedora y elegante (manteniendo siempre un estilo sencillo y autóctono), así como la idea que tuvieron los dueños de incluir antigüedades que dieran cuenta al visitante de la historia de la Patagonia.

En «La Yegua Loca» no hay nada al azar y se siente, muy adentro, el sur de Chile. No es difícil. El hotel se encuentra a los pies del Cerro La Cruz, lugar en el que se puede apreciar una vista panorámica del centro de la ciudad y del histórico Estrecho de Magallanes. Además, ofrece una carta que no dejará paladar indiferente con sus ñoquis a la croata, canelones de Centolla o garrón de cordero acompañado de risotto de champiñones. ¡Imperdibles!

Estar allí y bajar caminando hasta la Plaza de Armas que queda solo a 300 metros del hotel, tomarse un café mirando la belleza de la Tierra del Fuego, perderse por «La Pulpería» (rincón mágico de esta casona donde es posible comprar diversas artesanías) o simplemente dejándose querer por quienes trabajan en «La Yegua Loca» son regalos de la vida. Y también de la buena suerte.

 

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