La rabia… solo la rabia

Chile se acostumbró a la inequidad y el desprecio. Lo hizo segregando y dividiendo a su gente, separando barrios y personas. El modelo es bueno y con crecimiento se resuelve, dijeron hace años y la receta, que sirvió para mejorar la economía y hacer parecer a Chile como un oasis, era una ficción.

Por Francisco Martorell, director de El Periodista

Explotó Chile y su rabia no la comprendemos. Sabíamos que estaba ahí, se expresaba día a día en cifras, rostros adustos en el Metro, suicidios en el Costanera Center o la larga lista de morosos que aparecen en Dicom.

Ni hablar del maltrato, las pensiones indignas y las grotescas sugerencias, comentarios o pensamiento hablado de ministros, que raramente se mezclan con la realidad que viven sus semejantes.

Francisco Martorell

Fue el alza de 30 pesos en el boleto del metro, muy inferior a los incrementos de años anteriores y de otros servicios, pero cruzó la línea, colmó la paciencia y obligó a los jóvenes a protestar por los suyos, padres y madres, tías y abuelitas, cansados de verlos trabajar, levantarse temprano, hacer filas en los consultorios y en el paradero, esperar años para ver un especialista o sentir que la sociedad, simplemente, los miraba en menos, no los consideraba y los hacía cada vez más prescindente.

Todo se inició, entonces, como un hashtag, igual a otros: evasiónmasiva. Pero no está terminando de la misma forma.

Y no es culpa de este gobierno, pero sí lo es, como del anterior y también de la dictadura. De la transición.

Chile se acostumbró a la inequidad y el desprecio. Lo hizo segregando y dividiendo a su gente, separando barrios y personas. El modelo es bueno y con crecimiento se resuelve, dijeron hace años y la receta, que sirvió para mejorar la economía y hacer parecer a Chile como un oasis, era una ficción.

Simplemente no resultó y muchos se engañan de que vivimos en un país fantástico y que, tarde o temprano, la bonanza llegaría a todos. Empezaron a aparecer las casa de varios millones de dólares y los Ferrari, las tiendas de lujos, las comunas opulentas, llenas de luces y neón. También se vio mejoría en otros lados, así como un aumento de estudiantes universitarios y plasmas en la casas más humildes. El Metro llegó a barrios de la periferia. El crédito se amplió y popularizó.

El Chile que se veía, parecía ir hacia arriba, al desarrollo total, con un per cápita que se acercaba rápidamente a los 30 mil dólares. No era así: la media salarial alcanzaba los 400 mil y las pensiones apenas un tercio de eso, obligando a los chilenos y chilenas a hacer malabares para llegar a fin de mes. Juntarse o mejor dicho hacinarse, evadir el pasaje de micro, no comprar los medicamentos. Morirse un poco en vida. Y, por eso, cada vez que lograba resucitar, se rebelaba en finales de fútbol, consumo de alcohol y drogas. También suicidios. Explotaba por dentro. Enfermaba su mente. Un grupo de ellos empezó a no ir a votar, pintó la paredes, creo canciones de protesta. Se encapuchó.

Parecía, así y todo, una sociedad controlada por el endeudamiento y un orden unificador. Eso hasta que Gloria Hutt, luego de recibir la cifra del panel de expertos, lo subió un poquito más. A 30 pesos, no para los escolares ni los universitarios, ellos continuarían pagando lo mismo. Pero sí para la mamá o el papá, la tía o la abuelita menor de 60 años, que hay muchas. Todos ellos debían gastar menos en comida o ropa en la feria, dejar su metformina o el losartán, para juntar 60 pesos más diarios, 300 a la semana, casi dos mil al mes.

Hoy me pregunto y me preguntan, a cada rato, quién está detrás de esto. Dicen el PC y el Frente Amplio, Boric y seis mil provocadores del Foro de San Pablo, la ultraderecha, los carabineros infiltrados, Kast y sus bots. Ninguno de ellos tiene esa capacidad y eficiencia.

Es la rabia, expresada a veces bien y otras muy mal, con exceso de violencia y caos, hasta con actos demenciales como quemar el metro y sus estaciones más populares. Es la explosión de un malestar retenido que no supo ser leído por la clase política porque sus sueldos son altos, sus autos cómodos y sus privilegios infinitos. Una dirigencia que más que dejar la calle solo sale a ella para hablar y escucharse, pero no a oír a sus votantes. Se muestran, pero no ven. Tienen la receta y no escuchan. Llegan representando a un sector social y se sientan en el sillón los privilegios.

No me corresponde, al analizar una situación, condenar la violencia. A mí no me corren con eso. No es el tema. Hay muchos tipos de violencia. Lo que sé es que la desobediencia civil se instaló en Chile. El gobierno ni siquiera fue eficaz para aplicar la fórmula que mejor maneja: la represión.  Los que antaño lo podían hacer ya no están dispuestos a pagar los errores de la clase política. Militares y policías, salvo excepciones, no se la juegan para defender las granjerías de la derecha.

La izquierda se quedó sin discurso. No estuvo a la altura, jugó a las escondidas y apareció cuando ya no podía hacer nada. Este tema no lo controla porque sus dirigentes, la mayoría de ellos, juegan la política por Twitter, se encierran en sus zonas de confort y con suerte conocen cuánto cuesta la micro, el metro o una lechuga. Y esta vez, la cosa se juega en la marginalidad y el desencanto, en el pantano de la vida sacrificada, en la indignidad y la indiferencia, en las filas de los consultorios o en la muerte de todos los días, la que encontró a Baltazar, la que conoce la alcaldesa de La Pintana, la que no lee esta columna.

No respondo, no está Boric ni Kast. Hay algo mucho más profundo que advertimos, que nos dimos cuenta de que estaba ahí, sufriendo, pero simplemente nos importó un bledo.

Ahora esa rabia está golpeando la puerta de nuestras casas. Y es tarde para pedir perdón.

2 Comentarios
  1. César Abarzúa dice

    Cesar R. U. Abarzua
    4 min ·
    A esta altura del conflicto sostenido por el descontento social por aplicación del modelo de desarrollo, va quedando meridianamente claro lo que está pasando Nos acercamos peligrosamente a lo que se ha determinado sociológicamente como la doctrina del schock o la planificación para producir el caos, incentivando el temor ciudadano, por carencias de servicios básicos y abastecimiento de alimentos básicos.
    Crear caos y temor entre vecinos, que se sienten amenazados por otros, desconocidos, indelebles, imaginarios. Los vecinos se arman con palos y se paran en las esquinas esperando a un posible ciudadano delincuente y vándalo. El presidente habla de estado de guerra, el general en jefe del «Estado de emergencia», dice que él no está en guerra con nadie. Entonces de que estamos hablando? el subordinado que no debe deliberar, contradice al Jefe máximo del país, que pasa?. Porque hubo quema descontrolada y después llegaba la policía o los militares después de mucho tiempo. Y la Farandulera tele, con sus periodistas preparados para penetrar las mentes de las personas reportean induciendo las respuestas precisas, contribuyendo al desconcierto socia?l.
    Esto obedece principalmente, a procesos de crear miedo, temor incertidumbre en las personas. Se atacaron puntos básicos, sensibles, que vulnerados causan pavor, miedo, en la población.
    Hoy extrañamente, amanece la ciudad tranquila, con poca circulación de personas. Son transportadas con vehículos de empresas particulares, !!gratis!!, oh!! que milagro. Un chófer de micro amarilla le pregunta el periodista y usted sacó la micro del pasado? sí!! dijo el chófer, pero quiero que la gente sepa me llamaron de la municipalidad, pero no vean la telel No le crean a la tele, yo he visto cosas que no me imagine ver, militares y policías haciendo cosas que no las voy a comentar, yo soy del pueblo. yo se lo que pasa., dijo, el periodista se retira.
    Estamos en presencia de una inducción del pensamiento, de un ordenamiento social, mediante el temor, el caos. Hay que centrar la mirada en lo importante. LOS CAMBIOS REALES, LO QUE QUIERE QUE CAMBIE! No hay que perderse, el golpe lo recibieron en el gobierno, la crisis social es inminente, no hay duda. Pero ellos inteligentemente están tratando de cosechar creando el terror. Los vocablos, terror, guerra, inseguridad, vandalismo, terrorismo, delincuencia, delincuente, patriota, paz, unidad, todos juntos, todos unidos, serán frecuentes en los discursos de la autoridad. Y la clase política descompuesta sin saber reaccionar, silente. El pueblo soberano es el estado organizado, el pueblo con miedo es cosechado por los poderosos. Tengase presente.

  2. Miguel Reyes dice

    La rúbrica de esta nota es un axioma primordial «es tarde para pedir perdón». Si existe algo de voluntad es para dar un paso al costado y esperar que mentes menos empobrecidas en empatía reinicien un nuevo pacto. Si hay voluntad, de seguro es posible.

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.