Marcelo Segura: Octubre en la memoria

Octubre, será un mes donde una parte de nuestros diarios de vida entre el 73 y el 88 volvieron a abrirse. Lo teníamos cerrado con mil candados para que el pasado de bandos y toques de queda nunca más se atreviese a asomar la cabeza .

Por Marcelo Segura, consejero nacional de TV

El sábado fuimos a una fiesta donde Fran y David se casaban y le decían al mundo que su amor era fuego eterno. En un tiempo donde el matrimonio es una ceremonia de arqueología, nos enteramos que el país estaba en toque de queda. Y mientras Fran y David se besaban con el fuego de los amantes, Chile , sacaba toda la rabia de los despojados, prendiendo fuego de mar a cordillera .

Traté que no se notara, pero bailar me parecía fuera de contexto, reír costaba el doble. Solo y escondido con mi hijo de un año, esperé que llegara la hora de volver a casa.

Durante todos los días del estado de emergencia tuve esa sensación corporal del miedo que tenía en Dictadura. Una especie de angustia se aloja en el pecho. A otros les ha venido en llanto. Otros no han podido dormir. Una ex compañera de universidad ha tenido desmayos.

Recordé a mi Padre detenido en la puerta de casa, en el primo torturado en la isla Quiriquina, en esa tétrica sigla de los ochenta: CNI.

Mi madre al teléfono me cuenta que un helicóptero vuela rasante en la cancha de fútbol con metralletas que se ven desde las casas. “Hijo los marinos vienen otra vez… otra vez y el presidente dijo que estaba en guerra”. Rompe en llanto.

La entiendo. En septiembre de 1973 cuando yo tenia 5 años pasó la misma escena, helicópteros en la cancha de fútbol donde pasábamos tardes entera pegándole al balón, aterrizan y como en las películas salen soldados armados, igual que las películas de guerra. ¿Hay una palabra más terrible que esta?

Cada cierto tiempo repito a mis hijos que vivir en esta pálida democracia tiene dificultades, pero es infinitamente mejor a lo que viví en los 70 y 80. El despertar tras un torniquete, nos ha mostrado que era tan importante no volver a los 18 años de crimen estatal, que Chile soportó más de lo que podía.
Y explotó esa “rabia simple del hombre silvestre” que tiene a Chile todo lleno de horizonte, pero desprovisto de catalejos.

Por un momento la felicidad de las calles se vuelve un prado de utopías. Hasta que el país choca de nuevo con la barbarie. Mujeres violadas, jóvenes que han perdido sus ojos, chilenos asesinados y baleados.

El país ha suspendido la Apec y la COP 25. Sin cumbres ostentosas solo cabe mirar el suelo, la tierra aún humeante donde están los jóvenes muertos en Democracia. Suspendidas las visitas de personalidades del mundo solo cabe nombrar como en un mantra el nombre de José Miguel caído en una carretera con tanta rabia por la enfermedad de su hija, las esperas infinitas, su casa de mierda llena de humedad, la falta de todo mientras unos pocos tienen todo de sobra.

Sin las cumbres de flashes, es momento de mirar el rostro de los cientos de chilenos silenciosos de Octubre que han quedado ciegos. Sin cumbres de apellidos desconocidos es hora de recordar los nombres de los 350 niños que han padecido la crueldad de su patria.

Se han suspendido las cumbres de finos cócteles. De nosotros depende que la memoria de este Octubre nunca la suspendan.

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