Meritocracia y crecimiento

Como sociedad debemos estar atentos a canalizar adecuadamente y sin aprovechamiento los ímpetus de tantos chilenos que quieren surgir. Los empresarios deben asumir el rol de guiar a sus trabajadores hacia la felicidad, cada uno en su contexto, y siempre preferir ganar menos a usar a las personas.

Escribe Manuel José Ovalle, ingeniero comercial

Hemos visto cómo personas provenientes de familias de escasos ingresos, o calificadas habitualmente como “de baja condición social”, han llegado, fruto de su excelente esfuerzo, a ocupar importantes cargos en grandes empresas y en la vida pública. A quienes han reconocido sus méritos la sociedad les agradece su modo de proceder, que afortunadamente está siendo adoptado cada vez por más empresas y personas.

Sin embargo, a la hora de evaluar la “meritocracia” hay que ser cauteloso, pensando justamente en quienes tienen capacidades o están motivados para acumular méritos y progresar en sus vidas, pues se puede transformar en un arma de doble filo para ellos y para nuestra cultura. En efecto, hay una sobreoferta de candidatos prestos a darlo todo por ascender, y un grupo reducido de empresarios interesados a toda costa en maximizar sus utilidades. Para estos últimos el escenario es ideal, pues fácilmente encontrarán personas dispuestas a trabajar todos los días hasta las 10 pm, de noche o los fines de semana; a viajar todas las veces que sea necesario; a ocupar oficinas chicas u oscuras, diseñadas para “minimizar el costo” de la compañía; a aceptar todo tipo de retos y exigencias; etc. En definitiva, a dejar de lado formas de vida profundamente humanas, como si fuera preciso este sacrificio para surgir.

Para el empresario es un alivio contar con un capital humano tan solícito, y podría verse tentado a razonar así: “si éste quiere surgir, que le cueste un poco”. ¿Qué pasa si la empresa crece, pero a costa de pasar por alto condiciones mínimas para el desarrollo personal y familiar de sus empleados? Se cambia el foco y el empleador deja de trabajar por la felicidad de sus dependientes, sustituyéndola por elementos motivacionales que los retengan en su empeño por surgir: más trabajo, más circo.

En ellos se crea una cultura aspiracional, donde el éxito soñado justifica cualquier renuncia. Y el resultado natural es que el empresario ve crecer sus ingresos, mientras que el esforzado meritócrata, que ha hecho una verdadera alianza de vida con su trabajo, rara vez pasa de ser un “gran ejecutivo” que vive sólo de sus propios horizontes. Además, se habla de la meritocracia a partir de casos muy exitosos, pero, ¿qué pasará con todos los “proyectos” de meritócratas que nunca llegan a serlo, y que en el camino ven destruida o frustrada su felicidad personal y familiar?

Como sociedad debemos estar atentos a canalizar adecuadamente y sin aprovechamiento los ímpetus de tantos chilenos que quieren surgir. Los empresarios deben asumir el rol de guiar a sus trabajadores hacia la felicidad, cada uno en su contexto, y siempre preferir ganar menos a usar a las personas.

Ojalá que en Chile nunca celebremos el crecimiento económico, cuando éste no ha ido acompañado del crecimiento integral de quienes lo han llevado a cabo, aunque se les hayan regalado cientos de empanadas, pasajes y diversiones.

12 Comentarios
  1. Pascal Vergara dice

    Buen punto, pero de dónde sale la idea de que son los empresarios los que deben guiar la felicidad de sus empleadores? La felicidad debe buscarla cada cual, en su entorno, pero no debe depender de quien paga el sueldo. Este debe respetar las leyes, cuestión que el señor Ovalle ignora.

  2. Andreita dice

    Concuerdo con José Manuel, hay aprovechadores que lucran con el esfuerzo de los demás. Algo hay que hacer.

  3. Cristobal dice

    Yo no sé si el grupo de empresarios dispuestos a aprovecharse es reducido; para mi la gran mayoría son unos chupasangres, que evaden impuestos y no cumplen con las leyes laborales.

  4. Enrique Petris dice

    Lo importante Manuel José es celebrar el crecimiento económico, lo otro viene por añadidura. No sacamos nada con repartir pobreza. Bienvenido sea un país con muchos empresarios y éxito, porque son los que dan trabajo y en los tiempos que vivimos, eso se agradece. Piñera cumplió con su palabra, ha creado cientos de miles de empleos y la economía está mejor que nunca, por eso debemos apoyarlo.

  5. Manuel Veliz dice

    En Chile siempre la empresa crece «a costa de pasar por alto condiciones mínimas para el desarrollo personal y familiar de sus empleados». En qué país vives Ovalle

  6. Marion dice

    Basta ver la foto para saber qué piensa este personaje…

  7. Pedro CUT dice

    Ja, los empresarios guiarán a los trabajadores hacia su felicidad! DE onde salió este amermelado…

  8. Maribel opina dice

    Primera vez que veo a alguien cuestionar la meritocracia. Este Ovalle debe ser pariente de Carlos Larraín. ¿De los Ovalle de Talca o de Linares?

  9. Marcelo Peña dice

    Como en Sofofa y Gomorra, muestrenme un empresario que esté dispuesto a ganar menos y no usar a las personas… y salvamos la empresa privada. Ni uno cabrito. A qué te dedicas?

  10. Ferencz Delarze dice

    Me parece muy interesante en una sociedad de consumo como esta, se cuestione el rol del trabajo como un bien en si mismo.
    Concuerdo con el señor Ovalle en que trabajar largas jornadas tiene un costo alternativo, que pagan las familias y que la sociedad no esta poniendo «en la balanza» estos elementos, en parte por la definición colectiva que hacemos del éxito y la meritocracia.

  11. Andrea S dice

    Insólita sobrereacción de algunos. Salvando las excepciones, los empresarios buscan el bien de la comunidad donde viven y especialmente de sus trabajadores. No es fácil emprender, cuesta un montón y se invierte tiempo y trabajo. Si las cosas resultan, sin duda, que todos se benefician y los trabajadores son más felices. Pero hay una tarea del empresario ahí y lo destaca muy bien el señor Ovalle. felicitaciones por la columna, muestra la preocupación real por un tema que pocos abordan.

  12. María Jesús dice

    Muy buena columna. Estoy totalmente de acuerdo con él. Ojalá que existieran más personas pensando así.

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