Museo de la Memoria: Un Faro del Nunca Más

Pero hablamos de una inquietud que provenía desde los orígenes mismos del golpe militar, desde el primer día en que fue necesario salvaguardar todo testimonio de algo que no podía comunicarse inmediatamente. Fueron más de treinta años de espera y acopio de las vivencias y experiencias derivadas de prisión política, la tortura, el exilio y la ejecución.

El 2003, agrupaciones que documentaron ampliamente lo sucedido en la dictadura militar como CODEPU (Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo), FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias cristianas), PIDEE (Fundación de Protección a la Infancia dañada por los Estados de Emergencia), junto a familiares de ejecutados y detenidos desaparecidos realizaron una exposición llamada “Encuentro de la Memoria y la Esperanza a 30 años del Golpe Militar”, realizada desde agosto hasta octubre e instalada en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende. La actividad reunió una cantidad gigantesca de archivos fotográficos y audiovisuales, contando con seis eventos culturales, el lanzamiento de tres libros y unas doce mesas redondas.

Para entonces ya era necesario pasar a un siguiente nivel, por lo que en conjunto crearon la “Coordinación de Organismos de Derechos Humanos Casa de la Memoria” en abril de 2004, que según Viviana Uribe, presidenta de CODEPU, se basaba en la finalidad de “crear un Museo de la Memoria de Derechos Humanos, preservando la documentación de las organizaciones no gubernamentales, incorporadas al registro “Memoria del Mundo” de la UNESCO. Para esto fue necesario clasificar y organizar los archivos para su ordenamiento”. Los documentos tendrían que traspasarse al formato “microfilm” o digitalizarse, según su estado de preservación. El objetivo final era básicamente orientar a la comunidad sobre las prácticas sistemáticas de “terrorismo de estado” que se realizaron en Chile.

museo de la memoria
El Museo se ubicará en la esquina de Catedral con Matucana, en Quinta Normal

Desde mayo de 2004 se presentó esta iniciativa a los ministros de Obras Públicas, Educación, Cultura, Vivienda y Bienes Nacionales. Además de mostrarle la planificación a la DIBAM. Todo a fin de tener una llegada en las autoridades como manera de sustentar el proyecto. Según Uribe, desde entonces tuvieron que acostumbrarse a decenas de reuniones con las Seremía de Bienes Nacionales y otras autoridades, ganando algunos apoyos, pero en algunos casos dilatando el proceso que los convocaba. Esto hasta que asumió el gobierno de Michelle Bachelet, que francamente tomó el tema de otra manera. Fue así que nació la Corporación Casa de la Memoria de Organismos de Derechos Humanos, fundada el 14 de febrero de 2007, integrada por FASIC, CODEPU, PIDEE y la productora audiovisual Teleanálisis. Sería este banco de datos el grueso de la información aportada al Museo y que el directorio de la Fundación, probablemente dirigido por la misma Michelle Bachelet, tendrá el privilegio y el deber de llevar a la conciencia de todos los chilenos.

¿Y QUÉ NOS QUEDA?

Sin duda, el proceso terapéutico que significa guardar y atesorar elementos que recuerden situaciones terribles ya no será una acción individual, puesto que Chile se embarca ahora en una experiencia colectiva, donde es necesario conocer hechos que pueden estremecer los sentidos y hasta nuestra moralidad para comprender un lapso de tiempo que estremeció y posteriormente aletargó a Chile. Consultada sobre esta iniciativa, Margarita Lacabe, coordinadora del proyecto Desaparecidos (instancia internacional de recolección documental) dijo que toda sociedad tiene el derecho y la obligación de conocer su historia, en particular a lo que respecta a las graves violaciones a los derechos humanos. “Esta memoria es imprescindible para la no-repetición de estos actos. Además consideramos que para que toda democracia funcione debe estar basada en un pueblo informado y con memoria”. Sin embargo, “Los derechos y obligaciones a la verdad y memoria van de la mano con el derecho y el deber de impartir justicia y castigo a los responsables”. Algo que no ha quedado muy solucionado en Chile, teniendo en cuenta que Pinochet murió en su cama o que hasta hoy no hay responsables por una serie de crímenes, entre ellos uno emblemático como el de Víctor Jara o el recientemente célebre caso de Frei Montalva.

Las cartas censuradas de los prisioneros y ahora publicadas, sus artesanías hechas en los campos de concentración, sus diarios de vida hoy hechos públicos, y toda la serie de efectos personales que son ahora objetos de expectación ciudadana no tendrían valor alguno de no haber respuesta de la justicia y la sociedad en general para los afectados.

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