Juan José Oyarzún: “Hay desidia en la familia chilena”

Preocupado por la escasa inscripción juvenil en los registros electorales, la Masonería sacó la voz y habló de negocios de la política. El gran maestro de la Gran Logia de Chile, en estas páginas, va más lejos y muestra su preocupación por el estado de la democracia y la mala memoria de los chilenos.

Por Francisco Martorell

Más de 50 años en la Masonería, casi tres como Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Juan José Oyarzún (80) dice que “cuando un hombre consigna que su propósito de vida es hacer de cada día un reto, eso es vivir, lo demás es vegetar”. Esta es, además, la respuesta que nos da cuando se le pregunta si han sido duros estos tiempos en el cargo que ostenta, en el cual reemplazó a su amigo Jorge Carvajal, al que luego debió expulsar de la masonería por actos poco santos.

Hombre de pocas palabras, buen hablar, con conocimiento de la historia nacional, no elude preguntas, las esquiva a veces como el esgrimista, con cierta elegancia, porque sabe que su puesto le obliga a ser extremadamente respetuoso con el lenguaje.

Sacó el habla antes que se cerrarán los registros electorales para pedirle a los jóvenes que se inscribieran. Lo hizo después de un encuentro nacional, con cientos de ellos, cuyo denominador común era el “laicismo”, dice, pero que lo dejaron “preocupado”.

“Nos preocupa la, ¿cómo llamarlo?, la mala memoria de los chilenos, tanto que nos costó recuperar la democracia y tan poco empeño en conservarla y cómo puede ser que haya casi 3 millones de chilenos que no se han inscrito. Eso no puede ser, le hemos enviado una carta abierta a la juventud, a través de las logias, a través de los clanes y de otras instituciones, invitándolos a reconsiderar su indiferencia. A instalarse al centro de la corriente de la vida y nunca a su margen. Yo recuerdo mis años mozos haber tenido un profesor, un instructor maestro. Una vez me preguntó que por qué no me inscribía en un partido político, yo le contesté olímpicamente, tenía menos años y era más intolerante; porque la política es para los sin vergüenza. Momentito me dijo yo no le aguanto eso, ¿Usted me acusaría a mi de sin vergüenza? No, por supuesto que no, yo no tengo donde caerme muerto y toda la vida he trabajado en política me dice. Así que no le acepto que generalice, no se olvide me dijo que el undécimo mandamiento capital es no generalizar y me dejó callado.

Al hacerse usted a un lado le está dejando las manos libres a eso que usted llama los sin vergüenza, y esa es una lección que no he olvidado.

¿Y hoy cree que los jóvenes están dejando la política en manos de sinvergüenzas?

Lamentablemente, porque los partidos no se han renovado. Su pérdida de representatividad es evidente, no hay renovación de cuadros o de cúpulas directivas, ni se hacen los cambios que necesitan los tiempos que estamos viviendo. Eso es malo para la democracia. Y es nuestro personal saber y entender que lo que es malo para la democracia, también lo es para la francmasonería.

Y a qué obedece… ¿apatía juvenil?

No hay peor sordo que el que no quiere oír y eso es lo que me tiene preocupado, la pérdida de la esperanza de nuestra juventud, como que no tienen fe en el futuro. ¿No comparte usted mi criterio?

Jorge Schaulsohn dijo que son vagos, que prefieren ir a carretear que a inscribirse…

No hay que ser tan duros, pero está muy aproximado a la cruel realidad.

¿No es que se trate de jóvenes que rechazan el sistema?

Creo que en gran parte hay desidia, hay poca motivación de parte de quienes debieran tener esa responsabilidad, hay desidia en la familia chilena, he visto que los padres no aconsejan a sus hijos a preocuparse por lo que se llama la cosa pública, no he visto al magisterio preocuparse del deterioro que tuvimos con la perdida de las clases de educación cívica y así mil ejemplos. Y lo peor de todo es la información que nos está entregando el cuarto poder de la prensa, a cada rato, sobre casos de corrupción, de pérdidas de valores, de crisis de las cosas que son más valiosas para nuestra sociedad contemporánea.