Placebos Políticos

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Guillermo Holzmann

Cientista Político

Más allá de lo que usted ha leído, quiero llamar la atención sobre las implicancias de algunos resultados de dicha encuesta. El primero de ellos es la alta correlación entre el manejo económico y la aprobación a la gestión presidencial. Esto significaría que un porcentaje importante de la adhesión de la ciudadanía se basa en los equilibrios macroeconómicos y el buen uso de los dineros fiscales.

Probablemente, a primera vista, usted estará de acuerdo que eso es importante, sin embargo, lo invito a reflexionar que al mantener por varios años esta correlación, lo que sucede en realidad es que la “actividad política” (la política) queda sometida a los criterios que definen el equilibrio macroeconómico. Esto implica ausencia de riesgos, o lo que es peor, carencia de visión estratégica. Baste recordar que la economía no reemplaza la política, más bien es un complemento necesario de ella, de donde provienen las condiciones necesarias para generar el pensamiento estratégico que es la esencia en la conducción del Estado moderno. En otras palabras la conducción estratégica define la búsqueda de equilibrios y no al revés.

De qué otra manera usted podría analizar las propuestas estratégicas de Sarkozy, Merkel, Obama y el mismo Lula, que de tres años a la fecha ha tenido un vuelco relevante con respecto a su primer periodo presidencial. Por tanto, si la correlación entre manejo económico y manejo presidencial es muy alta, en realidad nos advierte sobre una debilidad de nuestra política más que un fortalecimiento hacia la estabilidad futura.

Tal vez el problema es mayor: nuestros políticos no quieren abordar ningún riesgo y es eso lo que tenemos en esta campaña. Nadie quiere perder, en términos de poder político, lo que tiene y tampoco desea más de lo que posee. Total, habiendo plata en el Estado y pudiendo el gobierno y los candidatos ofrecer subsidios, bonos y otras creaciones es evidente que la economía está conduciendo la política.

Desde el otro lado, está lo que es evidente y nadie quiere destacar: la ciudadanía o la sociedad ha perdido el encanto en la política. Y esto es complejo para un país que se supone está optando al desarrollo.

Los grandes ejes de la política futura no se resuelven solamente con una ley y un reglamento. Se resuelven con una mirada a largo plazo que ilumine las decisiones del presente. Temas como la dignidad humana, el cambio climático, la integración social exigen visiones políticas y estratégicas compartidas que no se logran a través de una ley. Así, por ejemplo, la protección social es el último eslabón de una mirada estratégica previa.

De aquí viene un segundo tema que también se refleja en la encuesta. Aproximadamente un 35% de los ciudadanos en edad de votar no ejerce su derecho de inscripción y/o voto, mientras que las encuestas nos muestran que sobre el 45% no se identifica con un partido político. Este dato debiera ser suficiente para que la elite política (partidos, empresarios, medios de comunicación y otros) busquen una mayor cercanía y sintonía con la sociedad.

La encuesta CEP nos dará como resultado que los candidatos hablarán sobre seguridad ciudadana, corrupción y drogas, que son los temas más significativos en alza, y se preocuparán de fortalecer sus atributos personales, pretendiendo sobre ellos convencernos de que está su pensamiento estratégico. Es una obviedad, pero hay que decirlo, la democracia no existe sin participación ciudadana, y sin incorporarla en una visión estratégica.

Uno de los ejemplos más notables en América del Sur es Brasil, que el año 2005 realiza un estudio estratégico (Brasil Tres Tiempos) para identificar los cincuenta temas que definen el futuro del país. Se trata de un ejercicio de análisis de futuro, el cual tuvo la participación de más de 4,5 millones de ciudadanos ubicados en la burocracia estatal y la sociedad civil. Una vez identificadas las temáticas, se calcula cuánto se demora en alcanzar dichas metas si hay planificación o si no la hay. La respuesta fue contundente, se disminuye entre 20 a 30 años cuando hay una planificación asociada a las estrategias.

Esto le permitirá a usted entender el cambio que ha tenido Lula en su discurso al interior de Brasil, en la región Sudamericana y en su diálogo con las potencias, especialmente el grupo BRIC.

Para que Brasil lograse eso, una condición que surge natural en la metodología es la idea de un pacto nacional, que concuerde cuáles son justamente esos cincuenta temas, pero que se definen desde la sociedad hacia el Estado, y no al revés.

En nuestra política criolla pareciera que el síndrome del médico tiende a prevalecer y es aquel que siempre piensa que su paciente tiene una enfermedad que es necesario diagnosticar y el único capaz de hacerlo es el profesional de la salud con todos sus conocimientos.

Como todos sabemos, este paciente puede tener distintos diagnósticos según sea el médico que consulte. Algunos le darán tratamiento de antibióticos, otros lo mandarán al quirófano. Creo que deberíamos preocuparnos realmente cuando estos médicos nos ofrecen placebos y nos intentan convencer que estamos enfermos. La sociedad chilena no está enferma, sino que posee madurez suficiente para expresar y cooperar en el desarrollo nacional, dejarla fuera hoy día es un error estratégico, cuyo costo lo paga el país completo.

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