Drunkorexia o cuando las adolescentes, universitarias y mujeres maduras dejan de comer para poder beber alcohol

¿OBSESIONES QUE MATAN?

A pesar de que las mujeres que padecen esta enfermedad sienten que pueden controlar su peso, estado de ánimo y euforia, la Drunkorexia implica un inminente riesgo cardíaco producto de la pérdida de potasio, sales y oxigenación en la sangre. Así también, pueden sufrir una hepatitis alcohólica o cirrosis.

Por otra parte, al existir una restricción de la comida, el alcohol se absorberá más rápido en el organismo producto de la falta de sólidos y la persona caerá en una borrachera más rápidamente.

Muchos estudios médicos demuestran que el cuerpo de la mujer no procesa el alcohol como los hombres pues el porcentaje de grasa en el cuerpo de las féminas es mayor.

Sea como fuese, las consecuencias, en el largo plazo son tangibles: El déficit de vitaminas, minerales y nutrientes primarios llevan a la persona a un estado crónico de cansancio y se hace más vulnerable a enfermarse. Además, como sentencia César Reyes, las mujeres comienzan a sufrir “desnutrición, amenorrea (ausencia de regla), infertilidad secundaria, anemia y situaciones severas como el Síndrome de Mallory Weis, producido por vómitos repetitivos.

Además, con una ingesta alcohólica importante, puede generarse una hepatitis alcohólica, que es de sumo cuidado”.

Es menester señalar que, como afirma el Instituto Nacional de Salud Mental, “muchos pacientes con desórdenes alimenticios sufren de otras enfermedades psiquiátricas como ansiedad clínica, depresión, cambios en personalidad o problemas de abuso de drogas”.

Otras complicaciones, según señala la crónica, “incluyen bajas en el pulso y en la
presión, periodos menstruales irregulares o pérdida de éstos, deshidratación, bajas en la temperatura del cuerpo, reducción en la masa muscular, pérdida de calcio en los huesos (debilitándolos o haciéndolos propensos a fracturas), ritmos irregulares del corazón, daños en los dientes y en el esófago debido a los frecuentes vómitos”.

Reyes es enfático en declarar que, junto a esto, “se produce un aislamiento social marcado, con desinterés por las actividades que antes resultaban placenteras, irresponsabilidad en las acciones cotidianas e inestabilidad en el ánimo”.