Músicos chilenos: La televisión en deuda

portada-suena-desafinado“Suena desafinado. Tomando el pulso a la industria de la música en Chile” es el segundo libro de investigación periodística cultural que realiza Valeria Solís T. En él busca un acercamiento a los pro y contra del desarrollo de los músicos nacionales en una industria que funciona más allá del talento y la perseverancia de los mismos. El texto completo lo puede bajar gratuitamente de internet. Aquí, sólo un adelanto para que le tome el gusto.

Por Valeria Solís

Esta investigación que se inició en 2008 surge por la inquietud de confirmar las permanentes críticas manifestadas por los músicos sobre un sistema aparentemente viciado por malas decisiones comerciales, el amiguismo y las influencias.

¿Es real la existencia de conceptos como prioritarios, payola o managers no profesionalizados que distorsionan el proceso? ¿Los músicos chilenos tienen reales posibilidades de generar carreras artísticas en el país? ¿Por qué un artista internacional llena los estadios y los músicos chilenos tienen que hacer “cumbres” para los mismos espacios? ¿Se puede hablar de una industria musical en Chile? ¿Los músicos han tenido un periodo de bonanza musical? ¿Son escuchados por el público nacional?

A través del testimonio de músicos como Joe Vasconcellos, Alberto Plaza, Pablo Herrera, Claudio Narea, José Alfredo Fuentes entre otros, managers, gerentes de sellos multinacionales (EMI, Warner) e independientes (Alerce, Feriamusic), directores de radios, presidentes de corporaciones de gestión se buscó responder a éstas y otras interrogantes.

Asumiendo que estamos en una era virtual, se decidió publicar completa la investigación que supera las 200 páginas a través de un blog para que pueda ser leído por la mayoría de los artistas chilenos.

TV en Deuda

Actualmente la televisión por cable, que no llega a todos los hogares chilenos, es la única que da a conocer los clásicos o nuevos videoclips de artistas, atrás quedaron los programas nacionales apetecidos por los músicos y comentados por la gente, donde dar a conocer videoclips o bien, mostrar canciones en competencias o programas estelares. La televisión abierta en los últimos 15 años prácticamente cerró las puertas a los artistas chilenos, con una puntual excepción.

“En 1992 mandé un tema a la OTI y me llama Gonzalo Beltrán72 y me dice que mi tema clasificó. Fantástico –pensé yo–, pero me dice: me encantó tú tema, muy bueno, bla, bla, bla ¿Y quién va a cantar tu tema? -Yo po’, si soy el compositor e intérprete. -Es que no me interesa que lo cantes tú, yo necesito alguien que me suba el rating. -Momentito, yo lo voy a cantar y es una oportunidad para que la gente sepa que yo sigo cantando y haciendo música. -A mí no me interesa, me interesa subir el rating. Y me entregó un listado con todos los artistas que estaban sonando en la radio. -Si quieres que venga el Beto Cuevas que está en México lo traemos, porque tenemos plata para hacer cualquier cosa, pero tú no puedes cantar, piénsalo, tienes cinco minutos. Se paró y se fue. Me dejó solo en la oficina.

Vuelve y me dice -¿Decidiste quién va cantar tu tema? -Sí, yo lo voy a cantar o sino retiro la canción de competencia. Y retiré mi canción. Ésa fue otra tremenda desilusión, porque ganarse a Beltrán como enemigo en esa época, significaba que se te cerraban todas las puertas de Canal 13. De ahí para adelante nunca más me llamaron”, relata el compositor Eduardo Valenzuela.

La televisión chilena, quien cumplió 50 años de historia en 2008, por sus características de generar cercanía y estar prácticamente en los dormitorios de todos los chilenos, ha sido sin duda un medio de comunicación fundamental para potenciar o disminuir la carrera de los artistas, en ese sentido frases como “si no sale en televisión no existe”, empezó de a poco a incrustarse en el inconsciente de la gente, sin importar la racionalidad o no de dicha idea. En este contexto, el hecho de que haya y hubiera programas que dieran escenario para artistas era una meta deseada por todos.

Uno de estos programas fue Sábados Gigantes, a través del cual se dieron a conocer verdaderos semilleros de cantautores e intérpretes, muchos de los cuales tenían que luchar también con el estigma; con el tiempo los llamados estelares que combinaban artistas nacionales y extranjeros fueron ganando presencia en el gusto de los telespectadores, recordados son los programas que estuvieron en la televisión desde los ‘70 como: Vamos a ver, Martes 13, Dingolondango, Sabor Latino, Viva el Lunes, o los de mediodía como El Festival de la Una o Éxito, también programas más segmentados como por ejemplo, el que logró cautivar con una competencia folclórica: Chilenazo y los programas hacia el segmento juvenil, pioneros en la difusión de videoclips como Magnetoscopio musical y Más Música, transmitidos por las más grandes casas televisivas.

“En los años 60 y 70 éramos todos dependientes de Sábados Gigantes –recuerda José Alfredo Fuentes. Ésa era la única vitrina para los artistas nacionales, ahí podíamos mostrar nuestros discos y, además, de la sobrevivencia económica, cantar otras canciones a gusto de los productores del programa. Había muchos cantantes que vivían de Sábados Gigantes, porque con dos actuaciones al mes podías pagar arriendo, comer y vivir…, luego aparecieron otros estelares, como el de César Antonio Santis con Gonzalo Beltrán, Sergio Riessenberg o con Antonio Vodanovic, donde uno podía dar a conocer sus capacidades vocales y mostrar sus producciones. Yo aporté, en el año 89, con un programa que se llamaba Nuestra hora, donde iban todos los artistas nacionales a mostrar sus canciones. Pero hoy día la TV es más que nada farándula y la música no funciona. Es una pena, un círculo vicioso donde la gente tiene la culpa, las multinacionales y la televisión”.

La excepción de la paulatina desaparición de programas que dieran a conocer a los músicos chilenos nació en el 2003 de la mano de un ex director que trabajaba en Sábados Gigantes, Eduardo Domínguez, quien encabezó el proyecto de semilleros de intérpretes y bailarines llamado “Rojo, fama contra fama”, que a poco andar no sólo atrajo la atención de miles de telespectadores de todas las edades y estratos, sino que además la atención de los sellos multinacionales como Warner, que vieron una oportunidad de negocio. No estaban equivocados, pero la fórmula se explotó por un par de años hasta no dar más.

Javier Silvera quien trabajó en Warner en ese período explica la estrategia de abultar una venta que no es real: “Ah, pero eso es así siempre, porque los discos no se entregan en relación con lo que la gente compra, sino con lo que los sellos venden. La Feria del Disco apuesta a que va a vender todos los discos que compró y claro, si se hacen mal las cosas pueden devolver los discos, que por tener un disco de oro rápido, se sobrevenda un disco y después te devuelven más de la mitad. Pero de Rojo fue real, y lo que más se vendió fue Cristell, que salieron 150 mil discos sin devuelta, fue un fenómeno”.

“La televisión siempre fue más importante para los conciertos –dice Álvaro Scaramelli. Hubo una época en que se creyó que la televisión mandaba en las radios, hubo una época en que la televisión chorreó un poco, porque uno lo pudo ver con el programa Rojo, pero al poco tiempo dejaron de sonar esos artistas y tú dices ¿Por qué hay artistas internacionales que están sonando siempre, con canciones antiguas, incluso? ¿Por qué los chilenos no pueden estar en esa rueda? ¿Qué determina eso? Y te das cuenta que lo que lo determina son factores que están más allá del radiodifusor, más allá del programador. Tiene que ver con los sellos”.

“La televisión abandonó dramáticamente al mundo del clip y está absolutamente en deuda con el rock nacional –afirma Javier Sanfeliú. Yo no soy para nada fanático de Rojo, pero ahí se creó una industria dirigida más hacia la FMdos por ejemplo”.

Pero el programa tuvo un hijo singular durante el segundo semestre del año 2005, quizá como una forma simbólica de traer de vuelta por una temporada, a músicos chilenos a los que se les habían cerrado las puertas: Rojo Vip, un engendro televisivo que quiso unir a artistas de distintos estilos y trayectorias musicales como también de épocas distintas y los puso a competir. La idea no sólo terminó generando rivalidades entre los mismos competidores, sino que despertó heridas del pasado que finalizaron en un cuestionable final.

Por otro lado, eventos televisados como el Festival de Viña del Mar o el Festival OTI fueron por décadas una importante plataforma de difusión de artistas nacionales, a los cuales posteriormente se sumaron otros como La Serena, Antofagasta y el Festival del Huaso de Olmué, quedando Viña y este último como las alternativas estables dentro de la programación.

Ahora bien, desde un tiempo a esta parte lo que empezó como una tímida incursión y que también se tradujo en abultadas ventas de discos fueron y son las teleseries chilenas. Uno de los primeros en tener éxito a partir del tema principal fue Eduardo Valenzuela con “Y qué sé yo que sé”, permitiéndole desarrollar su carrera por muchos años en torno de este rubro.

Posteriormente, lograron éxitos similares Pablo Herrera con “Amor, amor”; Alberto Plaza con “Amante bandido” y Joe Vasconcellos con su versión de “La perla del pacífico”. Sin pensar que en la actualidad las teleseries serían las plataformas de difusión musical más concreta que tendrían los artistas chilenos en la televisión; el último de ellos al momento de esta investigación estaba siendo el grupo Natalino.

“Ya era más conocido, había ganado la OTI, con eso me llamaron a hacer la canción principal de la teleserie “Bellas y Audaces”, y ya era una voz súper conocida y me llamaban de todas partes. En ese minuto la televisión era el medio de difusión más importante, incluso creo que más que la radio. Seguí haciendo mis canciones, haciendo música para teleseries. Yo tenía mi estudio entonces seguí haciendo producciones con la esperanza, nuevamente iluso, de que algún sello me iba a llamar, pero nunca me llamó nadie”, recuerda Eduardo Valenzuela.

“La plataforma de música más importante es efectivamente la radio –dice Alberto Plaza–, excepto una teleserie que sale todos los días, pero lo que difunde permanentemente es la radio hasta que desde hace un tiempo internet también ha sido una plataforma importante con un My Space, por ejemplo”.

“Antes existían programas como Magnetoscopio Musical, Más Música; programas que hoy no existen, pero basta ver cuál es la actual parrilla programática de MTV y están más metidos en los reality shows que en la música y eso no se debe a que haya menos interés por la música, eso se debe a que hoy día, cada vez los canales de promoción son más segmentados. Hoy ha ganado más internet en la promoción musical que lo que antes hacía un programa de televisión abierta. Hoy la gente elige lo que consume”, afirma el mánager Andrés Varnava.

“En Más Música, a lo más conseguías que pasaran un video de un artista nuevo a la semana y otro antiguo…, la compañía hacía una inversión de un millón de pesos en un video en cine y no tenías dónde mostrarlo o era para que lo pasara una vez un canal de TV ¿En qué redundó? En un desastre económico de las compañías”, recuerda Carlos Salazar desde su experiencia en el sello EMI.

Por su parte Arturo Lovazzano destaca la importancia de los espacios de videoclips en la televisión, “…era muy importante, ¡muy importante!, hoy las radios juveniles en Chile han bajado drásticamente porque los jóvenes no ven televisión y si ven algo es muy específico, y la música la descubren a través de otros medios como internet, o My space o Facebook”.

Una opinión más radical tiene Andrés Varnava “No creo en la deuda de los canales de televisión, porque la televisión va a mostrar lo que el público masivo quiere ver y hoy está plagada de teleseries y realities, porque es lo que la gente quiere. Yo no creo en la idea: ‘hay que ver música chilena, porque es bueno’, yo creo que hay que ver músicos buenos, y si ese grupo es gringo y no chileno, hay que verlo porque es bueno. No se tiene que imponer el arte en la gente, creo que la gente tiene que tomar la iniciativa de acercarse y es por eso que han ganado terreno medios como internet”.

Desde el 1 de julio “Sueña Desafinado…” se encuentra en http://fueradelineas.blogspot.com.

1 comentario
  1. Jose Seves dice

    En el mundo en general se ha conducido la television hacia la total comercializacion, excepcionalmente en Europa algunos paises han dejado al menos un canal cultural, solo uno que piense.
    Ese es el mal.No puede ser que por esa razon de ganancia inmediata no tengamos siquiera programas dedicados a nuestra realidad. «Tierra Adentro» ha corrido el riesgo de cerrarse por no estar en la competencia del rating, con lo necesario que es como mirada a nuestro interior.
    La exhacerbacion de la busqueda del lucro enceguece y distorciona todo, entre otras cosas aumenta el complejo cultural de que lo «chileno» no vale, nos llevan otra vez hacia la Colonia.
    Y como entonces salvamos lo nuestro, nuestros códigos , nuestros lenguajes artísticos entre nosotros, en nuestros hogares como un río subterráneo que no ceja.
    Y con la tele apagada.

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