Simón Soto, autor de Matadero Franklin: “El cabro Carrera padeció mucha violencia e intuyo que también la ejerció”

Uno de los best seller del momento ficciona la infancia y juventud del traficante chileno que transportó más de 600 toneladas de cocaína de Bolivia a Europa en una década (1989-1999) y lavó activos por 100 mil millones de pesos.

“Es una novela inspirada en la vida de “el Cabro Carrera”, lo digo así porque la ficción tiene un papel bastante preponderante en el libro y, por ende, está todo muy manipulado, obvio que en el mejor de los sentidos. Pero es ficción pura”, señala Simón Soto al referirse a su obra, un éxito de ventas, Matadero Franklin (Planeta).

¿De dónde nace la idea de inspirarse en él? “El personaje me interesaba desde hacía mucho tiempo, cuenta Soto, escritor y guionista de TV en series tan destacadas como Los 80 y Secretos del Jardín, dos éxitos de la pantalla chica.

En lo estrictamente literario, Soto comenzó con los textos de relatos Cielo negro (2011) y La pesadilla del mundo (2015).

Este libro es su tercera incursión como escritor y lo hace mezclando el barrio Franklin con uno de sus hijos, Mario Silva Leiva, el afamado “el Cabro Carrera”, destacada figura del hampa chilena del siglo XX y lo más cercano, guardando las distancias, a conocidos capos del “narco”, como el Chapo Guzmán o Pablo Escobar.

“Hace unos años vi una noticia sobre “Mario chico”, el nieto de “el Cabro Carrera”, que daba cuenta que había golpeado a su conviviente en el complejo Imago Mundi. Llegaron carabineros, estaba mal físicamente e incluso inhalado cocaína. A raíz de ello se publicó que con eso terminaba el imperio de Silva Leiva, uno de los grandes traficantes que hubo en Chile. Eso, algo muy patético, me llevó a investigar al Cabro”, explica Soto en esta entrevista para El Periodista TV.

¿Y así llegaste al barrio Franklin?

Encontré una biografía, busqué la prensa de la época y me topé que su infancia y juventud la vivió en el barrio Matadero Franklin. Eso me pareció alucinante, porque en los años 30 y 40, este sector tenía mucha identidad, era muy atractivo e impresionante por el matadero mismo y los matarifes, hombres muy fuertes, hábiles en el uso del cuchillo y que ganaban muy bien porque la carne, cuando no había refrigeración, se faenaba diariamente durante la noche. En ese ambiente se crio “el Cabro Carrera”.

¿Queda algo en el barrio de su presencia?

Sí, algunos recuerdos de la gente más vieja, pero básicamente menciones en prensa o libros. Por eso Matadero Franklin apela mucho a la ficción, porque como toda novela su estructura debía tener un relato y personajes que permitieran que la vida del “Cabro” cuajara en el ambiente. Y aparece ese mundo, el de la cueca, por ejemplo, muy tradicional y que hoy el barrio quiere rescatar. Los hitos más grandes de Silva Leiva, como que quedó huérfano de niño, su analfabetismo o sus inicios como carterista, están presentes en el libro, pero tejidos de una manera libre.

¿Él fue el mayor narcotraficante que ha tenido el país?

Si, en la antigüedad; nos estoy muy enterado en relación con el presente…

Es que hoy no los conocemos de esa forma, pero “el Cabro Carrera” es lo más parecido al Chapo Guzmán en México o Pablo Escobar en Colombia…

Creo que me gustó de “el Cabro Carrera” como personaje literario, ahora que el libro está terminado, es porque de alguna manera representa el vínculo con el viejo hampón, con sus códigos y arraigo, por ejemplo le gustaba mucho la cueca y las tradiciones de su sector.

¿Pintas a “el Cabro Carrera” como un personaje más romántico que el narco de hoy?

Sí, porque tenía más identidad y referencia, a diferencia del actual, más globalizado, que usa autos enchulados y se viste como extranjero, que no tiene pertenencia a su entorno.

Tampoco se le conocieron actos muy violentos… ¿O me equivoco?

No, pero sí los vivió, sobre todo en su juventud y primera adultez, a mi me sorprendió que lo balearon muchas veces. Y no roces, balas en el cuerpo. Padeció mucha violencia e intuyo que también la ejerció.

Y la gente del barrio, que lo conoció, ¿te dio la impresión de que le temían o admiraban?

No les gustaba hablar mucho y, cuando les consultaba, esbozaban una sonrisa y no decían nada; noté cierta lealtad hacia la figura, más que temor. Respeto quizá. Carrera es como un símbolo del sector.

Acceda a la entrevista completa en www.elperiodista.cl/eptv/

 

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