Suprema decide el miércoles si se apega a las tradiciones o ingresa al siglo XXI

Los ministros deben escoger entre las candidaturas de Guillermo Silva y Lamberto Cisternas para presidir el máximo tribunal del país.

Hasta que el ministro y actual vocero de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, presentó su candidatura para presidir el máximo tribunal entre 2020 y 2022, los jueces que integran la instancia compuesta por 4 salas, solo algunos se habían cuestionado que, en los tiempos que vive el país, resultaba extraño votar por el más antiguo y no por el que reuniera las mejores condiciones para encabezar al Poder Judicial en el álgido período que vive Chile.

Es que la Suprema, que vive de las tradiciones y de tratar de evitar las tensiones, se dotó de un sistema que aseguraba paz interior, aunque no efectividad. Cada período, primero fueron de 3 años, luego de uno y ahora de dos, el presidente emergía por antigüedad, por lo que no había espacio para la discusión ni para armar grupos ni rencillas.

No importaba cuán bueno y adecuado fuera el magistrado, apenas entraba a la Suprema debía ponerse a la fila y rogar que su turno para presidirla  llegara antes de cumplir los 75 años, edad máxima de permanencia en el Poder Judicial.

Pero Lamberto Cisternas Rocha, quien se ha destacado por su ardua labor por mejorar la gestión de los tribunales y que tiene un magíster en derecho constitucional, se decidió a patear el tablero y cuestionar la existencia de la fila, encabezada esta ver por el conservador Guillermo Silva.

“Nosotros tenemos que acelerar el tranco para poder estar acorde con los tiempos que estamos viviendo» señaló el vocero de la Suprema, presentó su candidatura y hasta un programa de lo que haría en su gestión, cosa que nunca antes ocurrió, porque no era necesario. Para ser electo, solo había que quedarse en la fila.

Según contó Cisternas a La Tercera hacía mucho tiempo que esta idea estaba creciendo y que él dio el paso adelante. «Yo parto diciendo que estas elecciones deberían ser de verdad entre dos o tres ministros que quisieran serlo y que presenten una pauta o un programa de trabajo. Eso para mí es lo esencial”.

Y su atrevimiento, dicen, ha comenzado a juntar adeptos, que entienden la necesidad de tener una voz fuerte en el actual contexto nacional. Y su contrincante, que ya se probaba el traje de presidente, ha comenzado a ponerse nervioso, porque en los pasillos volvió a circular el fantasma de lo ocurrido en la votación en que Haroldo Brito llegó a la Presidencia. Este, corriendo solo, sumó 7 de votos en contra de 18, muchos de ellos motivados porque veían una inhabilidad en que su cónyuge, Lya Cabello, fuera fiscal de la Suprema.

Guillermo Silva está casado con Sonia Quilodrán Le-Bert, jefa de la Secretaría Civil de la Corte de Apelaciones de Santiago quien, en ese cargo, debe velar por la pulcritud de la maquinaria judicial.

«Completa a mano cheques por cientos y miles de millones de pesos y firma una cantidad de documentos que varía diariamente, pero que nunca son pocos. Su rúbrica es sinónimo de que todo está en regla. Llegó hace pocos años en reemplazo de otra mujer igual de importante: Juana Godoy Herrera, la jueza que en 1978 encontró 15 cuerpos en los Hornos de Lonquén, uno de los primeros hallazgos de los asesinados por la dictadura militar. Hoy Quilodrán Le-Bert es la jefa a cargo de las materias administrativas y judiciales de la oficina, pero también debe mantener la disciplina, enterarse de lo que que sucede en su metro cuadrado. Y tiene un peso mayor, porque es la esposa del ministro de la Corte Suprema, Guillermo Silva Gunderlach» señaló en una nota la siempre bien dateada Unidad de Investigación de Radio Bío Bío.

Lo que no dijo la radio de los Mosciatti es que ella, por su cargo, jugará un rol fundamental en los próximos dos años para aquelllos que, desde la Corte de Apelaciones, quieran llegar a ocupar una de las seis vacantes que se producirán sí o sí en la Suprema, convirtiendo su apoyo en un factor determinante.

El miércoles, cuando se reúna el pleno y se cuenten los 20 votos, se sabrá si la Corte Suprema optó por despertar, como es el slogan de las calles en Chile, o siguió durmiendo en los laureles de las tradiciones.

 

 

1 comentario
  1. Alonso dice

    Sin entrar al fondo del asunto, que me parece interesante de analizar y discutir, quiero decir que se puede ser estúpido en el siglo XXI o en el XIV lo cual, me parece, no necesita demostración…

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