Carlos Díaz: «Un buen negocio llamado $imce»

Hablamos que, de un presupuesto de la Agencia de Calidad de 43 mil millones de pesos, se destina a este tipo de evaluaciones un monto de $18.922.636.000 (fuente: Transparencia activa de la Agencia).

Por Carlos Díaz Marchant, Presidente Metropolitano Colegio de Profesores de Chile

El anuncio hecho por el ministro de educación sobre la realización del SIMCE 2020, pese a las recomendaciones de expertos y del Colegio de Profesoras y Profesores debido a la emergencia sanitaria que vive Chile, nos parece aberrante y demuestra nuevamente que este gobierno está más preocupado de proteger los negocios que de la salud de los ciudadanos.

La confirmación de parte del ministro Figueroa de la realización de la prueba SIMCE 2020 para los segundos medios, así como para los cuartos y sextos básicos, argumentando que “tendrá un carácter de diagnóstico sin consecuencias para las escuelas”, da cuenta de que en estricto rigor para las autoridades, está primando el interés económico, considerando que detrás de esta prueba se mantienen millonarios contratos con distintas empresas.

Hablamos que, de un presupuesto de la Agencia de Calidad de 43 mil millones de pesos, se destina a este tipo de evaluaciones un monto de $18.922.636.000 (fuente: Transparencia activa de la Agencia).

Esta prueba estandarizada ha servido para estigmatizar escuelas, asfixiando a las comunidades educativas. Más que mejorar las condiciones pedagógicas, este tipo de pruebas exacerban la competitividad y confrontación entre estudiantes y también docentes.

Es absurdo y anti educativo el actuar del ministerio, incapaz de escuchar incluso a los integrantes de la mesa social COVID-19 quienes, a inicios de este mes, solicitaron al gobierno no realizar esta prueba y hacerlo a fines de 2021.

El SIMCE no ha tenido ninguna utilidad ni ha sido un aporte real y verdadero a la mejora de la calidad educativa como lo señalan las autoridades del Mineduc, ni siquiera durante los años «normales», obviamente que en la situación que hoy estamos, menos trascendencia tienen aún pruebas estandarizadas de este tipo.

Muy por el contrario: sólo agregan estrés y agobio a las comunidades escolares, por ello nos unimos a los decanos y especialistas de distintas universidades que ya se han manifestado expresando lo errónea de esta medida.

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