Una nota que no leíste y que debiste hacerlo: La grieta ¿también divide a los chilenos?

Las diferencias políticas y sociales en el país se han agudizado, mostrando con nitidez varios proyectos en pugna. Hay fractura étnica, social, política, económica y regional. También de género. Publicada hace dos años en la portada de El Periodista.

Jorge Lanata, el polémico periodista argentino devenido en furioso anti K, fue el que bautizó en 2013 lo que él creía que vivía su país: una fractura tan profunda en lo social y político, que había producido un quiebre en dos en la convivencia nacional.

Así nació el concepto “La grieta”, un término que se popularizó entonces y que hoy divide a los habitantes del país vecino en dos proyectos en pugna, uno que encabeza el actual mandatario y otro representado por el kirchnerismo, recién desalojado de la Rosada.

El problema es que son excluyentes. Tanto que, hasta el español Joaquín Sabina intervino en esa polémica hace unos pocos días: “Todos mis amigos han sido muy K. Yo no tanto. Creo que el gobierno de Néstor hizo cosas que estuvieron muy bien, pero al final y con Cristina dividieron al país de modo tal de ‘Estás conmigo o contra mí’. No me gusta”, dijo el autor de Lo niego todo.

                  Edición 266 /abril 2017

Es que la grieta no es solo un conjunto de estadísticas, sino que se refiere a cuando un país comienza a calibrar todo lo que ocurre de acuerdo al sector político que lo produce. Ella, en sí, no es negativa cuando expresa una pugna leal y democrática entre las diversas visiones de sociedad y la forma de enfrentar los problemas. El asunto se enrarece cuando es excluyente.

¿Existe “la grieta” hoy en Chile? La pregunta, fácil de realizarla, es de respuesta compleja. En la historia del país, cuestión que está de moda resaltar en estos días, hemos tenidos profundas fracturas, tanto sociales como políticas, que han puesto en jaque nuestra convivencia desde que somos una república independiente.

Para no ir muy atrás, basta ver lo ocurrido entre 1970 y 1989 para saber cuán profunda puede ser la división entre los chilenos y, además, lo trágico y costoso para sus habitantes. En dictadura sirvió para separarnos entre humanos y humanoides. Estos últimos no tenían derechos.
Hoy las diferencias se hacen en distintos sectores y las grietas, que son muchas, aparecen cada tanto.

Aquí una síntesis de algunas de ellas.

1.- GRIETA ECONÓMICA

Un país que tiene un ingreso per cápita de casi 24 mil dólares, pero donde el 77 por ciento de la población gana menos de US$800 al mes y un 53 apenas sobrepasa el mínimo, tiene una fractura clara en la distribución de los ingresos.

Millones de trabajadores no se sienten parte de la bonanza del modelo.

La grieta en lo económico, que tiene a los chilenos altamente endeudados, con extenuantes jornadas laborales y bajos salarios, no ha podido ser superada a pesar de los intentos del 90 en adelante para que el sistema “chorree un poco más”.

Una muestra de esto es que con un pequeño cálculo sobre los ingresos de los trabajadores se demuestra que estos, entre 1997 y 2014, apenas crecieron un 3,4 por ciento en términos reales (sobre el IPC). Así de simple: “Si alguien ganaba $300.000 mil pesos líquidos en 1997, el incremento luego de 18 años de trabajo sería de $10.200 pesos reales”.

Los estudiosos de la economía llaman a esto el “Principio de desposesión salarial” y, dicen, funciona únicamente en una sociedad que posee mecanismos sutiles de control y disciplinamiento laboral.

Tampoco se ha podido avanzar hacia el llamado salario ético. A este flagelo se suman las bajas pensiones, que tienen a cientos de miles de jubilados y pensionados con ingresos de hambre y absolutamente fuera de un sistema de protección adecuado. Las grandes movilizaciones pidiendo No+AFP, se esté o no de acuerdo con la consigna, fue una manifestación clara de la fractura que existe entre los chilenos y el modelo económico heredado de la dictadura. La gratuidad de la educación, sin duda, es otra demanda que muestra la fractura entre los distintos sectores de la sociedad.

2.- GRIETA SOCIAL

Si bien podría ser consecuencia de la anterior aquí es donde emerge con mayor claridad la diferencia entre los chilenos y se expresa en diversos ámbitos como la Educación, la Salud y la Vivienda.

Mientras un mínimo porcentaje de la población vive con índices tan buenos o mejores que los de Europa, otros simplemente lo hacen con los de América Latina o menos.

En una misma ciudad, para no repetir las diferencias que arrojan las pruebas en Educación, las expectativas de vida pueden variar hasta en 8 años si eres de Las Condes o de una de las llamadas comunas populares.

Ni hablar de la medicina en la salud pública, carente de especialistas e insumos, respecto a la que brindan clínicas privadas.

Ya en 2015 un estudio de la OCDE recomendaba a Chile aspirar a un crecimiento económico más inclusivo, porque era inaceptable que el 10% más rico ganara 26,5 veces más que el decil más pobre, superando en más de un 100% el promedio de los países en la organización internacional. La cosa no ha cambiado mucho.

3.- GRIETA CENTRALIZACIÓN

Que a 27 años de recuperada la democracia en el país todavía los intendentes sean nominados desde Santiago habla de una centralización que, sin duda, retarda el desarrollo, ralentiza el crecimiento de las regiones y hace que una ciudad como Santiago comience a ser invivible para sus habitantes.

El sistema de regiones, sin presupuestos ni capacidad, con un modelo creado para el control y la seguridad nacional, entró en crisis porque en provincia se adolece de atribuciones políticas, administrativas y fiscales.

Urge entonces, para comenzar a restablecer la justicia, que a la elección de intendentes se sumen otras cuestiones, como la descentralización de las inversiones y una mejor distribución de los recursos.

Un cambio cultural, de un país centralizado, para comenzar a cerrar una grieta que cada año muestra signos de crecimiento y que genera un gran malestar, especialmente en las zonas donde el progreso no llega.

4.- GRIETA ÉTNICA

Si es que antes se cuestionaba la forma en que el Estado trataba el llamado conflicto mapuche, alternando la entrega de unas pocas tierras, con algo de fomento a pequeños productores y la acción policial, hoy parece ser esta última la que está ganado la pulseada e imponiéndose entre las políticas, tanto de la Nueva Mayoría como Chile Vamos.

Tal situación, únicamente, ha agudizado la crisis, acorralando a las nuevas generaciones y obligándolos a radicalizarse, legitimando ciertos grados de violencia entre aquellos mapuche que antes la rechazaban.

La raíz del tema no se ha enfrentado y la continua aplicación de leyes antiterroristas en una zona militarizada, más allá de lo lamentable de ciertos ataques, no es la forma de tratar un conflicto centenario y que tiene su origen en los errores del Estado de Chile.

De mantenerse estas formas, sin acordar un pacto que dé respuestas a los problemas del pueblo mapuche, la grieta aumentará.

5.- GRIETA POLÍTICA

No es nueva en la historia de Chile, pero nos referiremos solo a la actual, aquella que pondera un Censo de acuerdo al color del gobierno que lo realizó, por ejemplo. Si bien el quiebre viene de mucho antes, tuvo su manifestación máxima entre 1970 y 1989, fue en la llamada Transición donde se soslayaron las diferencias, se inventó el concepto de “democracia de los acuerdos” y se pactó avanzar “en la medida de lo posible”.

El trauma del gobierno de la UP y los dramáticos años de la dictadura marcaron a una generación que recién hoy comienza a ser desplazada, gradualmente, del poder. Con senadores designados, Pinochet en la comandancia en Jefe, la Constitución del 80, parecía no ser posible otra cosa.

Hoy, apenas un sector importante de la sociedad comenzó a exigir que se apurará el paso en medidas urgentes (laborales, educacionales, salariales, impositivas, afps), los opositores a esos cambios se levantaron comunicacional y hasta empresarialmente para impedirlo. Pero esta vez, a diferencia de antes, no contaban con algunos de los diques de contención que impedían esas conquistas, como el sistema electoral binominal y la mayoría que les otorgaban los senadores designados.

Hay varios proyectos en pugna, sí. Se juega en una cancha igual para todos. No. La derecha, en general, se resiste a los cambios recurriendo a todas las formas de lucha y no los acepta, salvo cuando ellos se les imponen, hoy por las mayorías. Así y todo, a través del Tribunal Constitucional, un abierto boicot a los mismos o los medios de comunicación bajo su control, siempre intentará revertirlos.

La antigua Concertación se acomodó a esas reglas. Fueron los jóvenes, desde distintos frentes, quienes patearon el tablero nacional e impusieron sus normas, obligando a la Nueva Mayoría a asumir tareas que llevaba en su alma, pero no en su carne. La derecha, sin embargo, no se ha rendido y pretende ahora con Sebastián Piñera generar nuevos diques que contengan los cambios. A diferencia de su primer gobierno, el ex presidente genera mucha más simpatía en la UDI, anunciando que de ganar por segunda vez en noviembre, al igual que la segunda administración de Bachelet, esta vez sí que hará el gobierno que dictan sus ideas liberales. ¿Vuelve la retroexcavadora?

6.- GRIETA INMIGRACIÓN

El Censo del 19 de abril permitirá conocer la cuantía real de la inmigración. Mientras, de no ocuparse el estado de generar las condiciones mínimas para que Chile sea un país ejemplar en la recepción de migrantes, este tema será utilizado por aquellos que ven en el otro no a un ser humano sino un diferente, alentando políticas racistas o xenófobas, para obtener réditos políticos. La situación económica y el aumento del desempleo, por ahora incipiente, son dos elementos que actúan como combustible en el racismo.

Urge generar las políticas, armar redes y fomentar la cultura y la educación solidaria para que este fenómeno desconocido para Chile nos convierta en un país de colores, abierto e inclusivo.

7.- GRIETA GÉNERO

Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.