Winnipeg 80 años después: migrar es un derecho humano

Chile debe seguir este camino de solidaridad internacional y no dejar de leer nuestra historia y la declaración universal de los Derechos humanos.

Por Marcelo Segura, Consejero nacional de televisión.

En una reciente entrevista, el funcionario del gobierno Mijail Bonito ha dicho tajantemente que migrar no es un derecho humano. Parece impresentable que un alto personero del ejecutivo se haya pasado por alto dos importantes artículos de la declaración universal de los derechos humanos y parece también poco decoroso que desconozca parte importante de la historia de acogida y asilo que enorgullece nuestra política exterior.

Claramente Bonito, ha leído feito la principal carta que tienen los países en materia de DDHH.

Bonito probablemente no ha estudiado una de las más nobles gestas que en materia de solidaridad internacional puso a nuestro país como ejemplo mundial. Al finalizar la guerra civil española, una de las heridas más dolorosas del país ibérico, muchas y muchos españoles comprometidos con la República, fueron perseguidos y asesinados por el franquismo. Cuando la incertidumbre y la venganza se apodera de los países, los hombres y mujeres que trabajan en representaciones diplomáticas pueden transformar sus residencias en hoteles temporales o ser cómplices pasivos de la barbarie.

Este año en SANFIC se estrenó la serie premiada por el Consejo Nacional de Televisión, “Héroes invisibles “ que muestra como la embajada de Finlandia se transformó también en un Winnipeg para los perseguidos por la dictadura chilena.

Luego de la derrota de los republicanos, el ex embajador Rodrigo Soriano escribe una carta al entonces presidente chileno Pedro Aguirre Cerda pidiéndole intervenir en ayuda de los perseguidos que se encontraban en Francia. El Presidente junto a su Ministro de Relaciones Exteriores, Abraham Ortega Aguayo (diplomático injustamente olvidado en esta historia de solidaridad internacional), respondieron positivamente el requerimiento republicano y se nombró al cónsul Pablo Neruda como capitán de esta peligrosa travesía. El Nobel, entonces, vive su propia canción de gesta, imposible de borrar incluso por los que hoy tratan con sorna y desdén toda su obra poética.

Rescatar a más de 2 mil republicanos en un barco. Traerlos desde una España donde “corría la sangre por las calles” a un Valparaíso vestido completamente de colores y cerros. Dar la mano cuando muchos la cerraban, abrir un país a quienes les habían arrebatado el propio. Es eso lo que hizo la diplomacia chilena y lo que esperamos siga haciendo con todos los perseguidos por guerras, hambre y creencias políticas o religiosas.

La nave, construida en Dunkerque en 1918, zarpó desde Francia el 3 de agosto de 1939. Como todo Barco traía miles de historias de amor, tristeza, esperanza y resistencia. Como todo Barco tenía un destino: salvar la vida de 1200 hombres, 418 mujeres y 460 niños.

Chile no solamente realizó una operación diplomática en sintonía con los valores de la democracia. Tomar esta decisión desde el ejecutivo, también permitió que muchos de estos refugiados volcaran su energía y creatividad para hacer de Chile un mejor país. Entender que migrar es un derecho humano y que recibir a estos perseguidos republicanos era un deber humano, nos hizo una Patria mas noble y bella

A 80 años del Winnipeg, Chile debe seguir este camino de solidaridad internacional y no dejar de leer nuestra historia y la declaración universal de los Derechos humanos .

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