Wiñol Tripantu: oportunidad para repensar nuestra convivencia

Quisiera que este Wiñol Tripantu sea el inicio de un nuevo ciclo para la Ñuke Mapu, entendida como el espacio donde convivimos todos los seres, materiales e inmateriales, y donde la equidad, la justicia y la dignidad sean los principios que prevalezcan en nuestras interrelaciones.

Por Verónica Figueroa Huencho, académica mapuche (Universidad de Chile)

Estamos prontos a celebrar Wiñol Tripantu, el inicio de un nuevo ciclo para la Madre Tierra. Desde tiempos ancestrales, los pueblos indígenas han celebrado el regreso del sol y el florecimiento de la Ñuke Mapu donde compartir en comunidad, desde la conversación hasta los alimentos, son parte fundamental de esta festividad. Esta pandemia, sin embargo, no permite vivir en plenitud esta celebración, pero se puede convertir en una oportunidad para reflexionar y repensar los términos de nuestra convivencia, especialmente aquella que busca avanzar hacia la interculturalidad.

La homogeneidad cultural prevaleciente desde la creación del Estado-nación chileno nos ha enseñado que esta fecha es importante para los pueblos indígenas, pero nos ha privado al resto de la sociedad de aprender de otros conocimientos, de otras aproximaciones y perspectivas para la comprensión del mundo, en toda su complejidad, y de todos los seres que habitan en ella. Es por eso que, entre otras cosas, este Wiñol tripantu se convierte hoy para los pueblos indígenas en un acto de reivindicación y de resistencia cultural, pero también política y social,

Hace unos días hemos debido enfrentar el asesinato del lamngen Alejandro Treuquil, Werken de la comunidad autónoma We Newen de Collipulli, quien había denunciado amenazas por acciones de recuperación territorial desde su comunidad. Este asesinato se suma al de otros tantos hombres y mujeres mapuche a lo largo de la historia del Estado de Chile. A la violencia que deben vivir día a día niños y niñas mapuche en las denominadas “comunidades en conflicto”. A la falta de sanciones efectivas a quienes han ejercido la fuerza policial de manera desmedida. A un Estado que no recoge nuestras especificidades para enfrentar la pandemia, entre tantas otras situaciones. Y si bien nos hemos sensibilizado y empatizado con el terrible asesinato de George Floyd, víctima del racismo en Estados Unidos, estas situaciones siguen existiendo en nuestro propio territorio. ¿Por qué no se defienden con la misma vehemencia? ¿Por qué no son cubiertas adecuadamente por los medios de comunicación? ¿Por qué el mundo indígena sigue siendo “el mundo de otros”?

Quisiera que este Wiñol Tripantu sea el inicio de un nuevo ciclo para la Ñuke Mapu, entendida como el espacio donde convivimos todos los seres, materiales e inmateriales, y donde la equidad, la justicia y la dignidad sean los principios que prevalezcan en nuestras interrelaciones. Quisiera justicia para la familia del lamngen Treuquil, para las familias de Camilo Catrillanca, de Macarena Valdés, de Brandon Hernández Huentecol, entre otros. Quisiera que el mundo indígena, el mundo mapuche, dejara de ser estigmatizado. Que podamos ejercer nuestra libredeterminación. Que nuestras niñas y niños puedan vivir orgullosos sus identidades en las escuelas, en las calles.

Sin embargo, esto requiere repensar los términos de nuestra convivencia como sociedad, no como una concesión a las expresiones culturales de los pueblos indígenas, sino como una nueva forma de definir los espacios de poder y de ejercerlo. Para que el racismo, como una expresión de la superioridad que siente un grupo sobre otro, no sea la regla sino la excepción.

Amulepe Taiñ Kume Kimün! Amulepe Taiñ Kume Mongen! Mapuche mogen fali!

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