La suciedad de la información

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Joel Muñoz

Publicista

Asistimos a una sociedad que no es ni de información ni de conocimiento. Al contrario. Información y conocimiento son de naturaleza humana, comunicación centrada en el desarrollo de las personas, antes que nada. Se basa en compartir significados, emociones, valores, juicios, pensamientos, conocimientos, aprendizajes, para construir relaciones como objetivo principal.

Sin embargo, basta una mirada a la información, al conocimiento y a la comunicación que nos rodea para darnos cuenta que en lugar de promover convivencias sanas, constructivas y creativas, se disemina por todos los medios, con sus técnicas y tecnologías, la depredación de los seres humanos y las relaciones a través de los más diversos recursos de contenidos y de formas.

La producción y el consumo de información han adquirido las mismas características de la sociedad de mercado. Todo es desechable, de consumo inmediato. Para satisfacer necesidades primarias, lejanas a la trascendencia humana. Todo al servicio del individualismo, de la competencia y de la generación de desconfianzas. El fin justifica los medios y los productores de información se suman a la destrucción ambiental, del mismo modo como lo hacen quienes botan los desechos en aguas limpias, quienes provocan la muerte de animales, bosques y especies nativas, o quienes producen la muerte por hambre, por violencia, por ignorancia, por prejuicios raciales o por contaminación radioactiva.

La depredación y destrucción que causa la suciedad de la información puede ser de efectos incalculables para una cultura. El daño a los niños y jóvenes puede ser irrecuperable.

Ejemplos tenemos a montones. La publicidad de hoy levanta promesas y ofertas sin sustento, sin respaldo. La mentira o el abuso de sobrepromesas es la característica de la publicidad de nuestro tiempo. Busque lo que demuestra el beneficio prometido por un producto o servicio a través de la tele. Se dará cuenta que pocas veces hay un anunciador ético, que promete algo que realmente puede probar y garantizar. ¿Puede un producto prometer la felicidad, por ejemplo? Qué decir de las imágenes gráficas y audiovisuales que usa la publicidad, cada vez más grotescas, cada vez más manipuladoras, cada vez más estereotipadas, cada vez menos éticas y estéticas. Queda la sensación que los creadores de publicidad piensan en los consumidores como seres retrasados mentales.

De igual modo, la información de una buena parte de los medios periodísticos. Coleccione durante una semana los diarios de Chile y analice los titulares y las fotos. Quédese un rato frente al quiosco cada día de esta semana, y saque su propia conclusión. ¿Este es el país que usted quiere?

Y la tele. Ponga atención a los programas que nos ofrecen los magos del rating. Toda esa basura volcada a los ojos, a los sentidos, a las emociones y a los valores de los telespectadores, entre ellos niños, niñas, adolescentes. Pude contabilizar en un noticiero 12 noticias seguidas de muerte, suicidios, parricidios, asaltos, narcotráfico, violencia en barrios, prostitución, violencia intrafamiliar, escándalos entre gente famosa, pedofilias, y todo eso que usted también ve cada día. ¿Este es el país que vivimos en el mundo real? ¿Esta es la verdad objetiva o estamos frente a perversos editores de la realidad con algún interés inconfesable?

Ya sabemos que el pobre ejecutivo de la tele o del diario necesita conservar su pega, aunque sea a costa de echar toneladas de basura mediática en los cerebros y el corazón de la gente. Se defienden diciendo que esto es lo que le gusta a la gente, para eso hacen estudios y muchos focus group. También se defienden echándole la culpa a los dueños del medio.

Tal vez sea un buen momento para que los comunicadores, publicistas, periodistas, productores de contenido, guionistas, editores, productores y toda la gama de profesionales y especialistas nos pongamos en campaña para crear una auténtica sociedad de la información, ética, democrática, sostenible, creativa, al servicio de lo humano y de la construcción de relaciones ecológicas entre todos los chilenos y chilenas.

Tal vez los candidatos puedan tomar nota de esta nota y sean los primeros en abandonar la suciedad de la información que está generando una campaña presidencial carente de ideas, valores y proyectos de un país mejor para todos.

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