Daniel Viglietti, cantautor uruguayo: “No me arrepiento de ninguna de mis canciones”

Viglietti 1El autor de “A desalambrar” estuvo en Chile y rememora en esta entrevista sus visitas en los 60, la amistad con Isabel y Ángel Parra, se refiere a la situación política de su país y asegura que cada uno de los temas que ha compuesto tienen un contexto y por ello los sigue cantando.

Por Andrés Figueroa

El 27 de noviembre pasado, en el Teatro Oriente de Santiago, el legendario artista popular Daniel Viglietti ofreció un concierto a sólo 3 mil pesos la entrada, un precio “ridículo” para ese escenario y la talla del cantautor.

Antes de esa presentación, el creador de “A desalambrar”, “Soledad Barret”, “Daltónico” y un sensible cancionero que ha recorrido y recorre las luchas de los pueblos latinoamericanos, se presentó en universidades, haciendo vibrar como siempre, esta vez, a las generaciones nuevas de chilenos que, pese a la mala distribución de su obra, se maravillan y estremecen con ella.

Cálido, pleno de convicciones, con proyectos infinitos, memoria intacta y esa voz honda que enreda de ternura al que tiene cerca, el uruguayo se sienta en una mesa sencilla colmada de discos, mientras le cuento que me he pasado la vida cantando El Chueco Maciel (a mi modo gritón y malogrado) y que, absurdamente, parece que lo conozco de siempre.

Cuenta que su relación con Chile “de un gran cariño y de un sentimiento solidario de ida y de vuelta” comienza en su primer viaje (1965). Ese año se alojó en la casa de Patricio Manns y conoció a Isabel y Ángel Parra que justo habían presentado “Canción para mi América” (“Dale tu mano al indio / dale que te hará bien”) en un programa televisivo por lo cual tuvieron algunas dificultades. “Entonces, cuando yo vine por primera vez al país, a la ciudad de Valparaíso, integrando un coro como suplente de un bajo al festival de coro de Viña del Mar, lo primero que hice, luego del evento, fue partir a Santiago, a calle Carmen 340, donde funcionaba la Peña de Los Parra. Ahí estaba Violeta tomándose una sopa” rememora más de 40 años después.

Carmen 340 fue la “fábrica” de la Nueva Canción Chilena…

En esa peña conocí a Víctor Jara; hice amistad con Rolando Alarcón (“Los Pueblos Americanos”) que aún vivía; con Payo Grondona, que quedó como uno de mis mejores amigos aquí. También con el “Gitano” Rodríguez (“Ha llegado aquel famoso tiempo de vivir”) que se nos fue hace un tiempo. Todo esto hizo una relación entrañable con Chile. Entonces canté en la feria de Los Cerrillos, donde también cantó Violeta junto a esa tan prolífica familia de Los Parra. En otro viaje me trajo René Largo Farías, al Festival Chile Ríe y Canta en el Teatro Caupolicán. René era un hombre tremendamente solidario que después encontré en el exilio.

Tú eres hijo de músicos y parece que estuvieras desde siempre…

Canto hace 51 años, así es que en mis visitas a Chile vi el nacimiento de grupos como Inti-Illimani y Quilapayún.

EL EXILIO

Todo eso fue en los 60 y principio de los 70…luego fue el horror de la dictadura…

Así también me ata a Chile todo lo que ocurrió durante la Unidad Popular, Salvador Allende, Miguel Enríquez. En ese tiempo, por cierto, no salieron discos míos, lo cual pierde toda importancia después de todo lo que pasó.

¿Cómo te enteraste del golpe?

Estaba en París, escuchando un concierto del cubano Carlos Puebla y cuando empezábamos a abrir unas botellas de ron, llegó uno de ellos con el rostro demudado, diciendo “golpe en Chile”. Inmediatamente dejamos las botellas a un lado y nos fuimos cada uno a nuestras casas. Entonces comenzó otra vida para mí. Porque, aun siendo uruguayo, me transformé de pronto en chileno, y más adelante, con el golpe de Estado de Videla, me transformaría en argentino.

Tú fuiste exiliado también…

En el exilio me encontré con Joan Jara (viuda de Víctor Jara), en Berlín, en la entonces RDA, donde ella me narró lo concerniente a la muerte de Víctor. Yo siempre he trabajado en radio y televisión, así es que tengo una gran cantidad de entrevistas en mis archivos de varios de esos encuentros.

¿Cuándo viajaste a Chile de nuevo?

Tuve la oportunidad de entrar a Chile durante la dictadura de Pinochet, a fines de los 80, en una gran iniciativa que se llamó Chile Crea. Allí me reencontré con Isabel Parra, con Payo, y abracé a la extraordinaria folclorista, Margot Loyola. En el período después de la dictadura, he venido muchas veces. Y así voy descubriendo gente nueva de Chile que canta, como Pancho Villa, y este viaje -en un concierto- me acompañó el grupo musical Manka Saya y Vanessa Luna. De manera que sigue fluyendo esta memoriosa relación con Chile.

Muchas de tus canciones son eminentemente libertarias. Hay algunos artistas que ya han desalojado de su repertorio sus “encendidas” obras de juventud…

No me arrepiento de ninguna de mis canciones; las contextualizo en sus etapas y las sigo cantando. Mis dos últimos discos son “Devenir” y “Trabajo de Hormiga”, y ya estoy preparando un disco nuevo.

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