Por la paz en Medio Oriente

fco-chahuanEscribe Francisco Chahuán*

Rachel Corrie era miembro del Movimiento Internacional de Solidaridad y trabajaba en la Franja de Gaza cuando falleció, en 2003. La joven norteamericana, de 23 años, murió tras ser aplastada por una bulldozer que era manejada por miembros de las Fuerzas de Defensa Israelíes. Ella protestaba contra la demolición de casas por parte de dichas Fuerzas y su acto fue conocido en todo el mundo, pues volvió a graficar la situación que se vive en territorios palestinos.

Lo cierto es que esa historia y muchas otras, no han logrado terminar con el drama y la injusticia que se ha instalado en la zona, pero tampoco con la valentía de muchos para luchar contra esta situación. Basta decir que el barco irlandés Rachel Corrie –parte de la “Flotilla de la Libertad”, que llegó a la región con posterioridad, y a pesar del ataque del pasado 31 de mayo– representa un nuevo homenaje a esta joven activista.

La noticia dio la vuelta al mundo y con razón: comandos israelíes atacaron una de las naves que transitaba en aguas internacionales, dando muerte al menos a nueve civiles, ocho de ellos turcos. Desde entonces han circulado versiones contradictorias sobre los hechos, una de quienes sobrevivieron a la desgracia y otra aportada por el gobierno de Israel. Lo cierto es que una vez más Rachel Corrie no pudo alcanzar su objetivo, que era prestar apoyo a parte de los cerca de un millón y medio de palestinos que sufren el bloqueo de Israel. Esto se enmarca en una situación que, lamentablemente, ya tiene un patrón de comportamiento. Por lo mismo, este ataque armado –tal como otros que han afectado a sedes de organizaciones humanitarias y civiles inocentes– son hechos que no permiten apelar a la tolerancia u otras justificaciones. Este último ataque ha reavivado el debate sobre la situación en Gaza, el territorio con mayor densidad de población del mundo y donde, según la ONG Save the Children, el 75 por ciento del millón y medio de palestinos depende de ayuda humanitaria para sobrevivir. Según esa misma entidad, al menos 780 mil niños –más de la mitad de los habitantes de la Franja– carecen de suficiente agua, alimentos o atención médica. UNICEF denunció recientemente que la cifra de menores desnutridos se duplicó durante el año pasado y, según entidades financieras internacionales, el 80 por ciento de los habitantes vive bajo el umbral de la pobreza. Asimismo, se ha establecido que el desempleo supera el 65 por ciento.

Tanto ha sido, que hasta desde EEUU se calificó el bloqueo como “insostenible” y se planteó como urgencia “dar asistencia a la gente de Gaza”. Aquello, que se suma a una posición consistente de la ONU, sintoniza con distintas voces en el mundo que claman para que esto termine. Chile no ha estado ajeno a este drama y nuestro Senado aprobó una condena al último ataque israelí, a través de la cual se lamentó la pérdida de vidas humanas y los parlamentarios manifestamos nuestro total repudio y condena al acto de violencia del 31 de mayo.

Los organismos internacionales deben investigar en profundidad lo ocurrido pero, además, hay que procurar que esto no quede en la impunidad. Las reacciones de la sociedad civil israelí criticando la actuación de su gobierno, constituyen sin lugar a dudas una luz de esperanza, para que finalmente impere la cordura, el pleno imperio del Derecho y la coexistencia de dos Estados con autodeterminación y fronteras seguras. Hay que sancionar a los responsables, conforme la Carta de las Naciones Unidas. Tenemos que velar por que ello suceda como una forma de honrar a quienes han perdido la vida y a quienes siguen sufriendo, como una manifestación básica del pleno respeto al derecho internacional y de los derechos humanos.

Sin lugar a dudas, después de lo ocurrido en Gaza, la palabra “bloqueo” adquiere una nueva significación y dimensión.

*Senador RN V Región Costa

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