Violencia de género: el entorno cómplice

Cuando estás destruida, es difícil que atines a ir valientemente a denunciar. ¿Es tan difícil de entender? No, no lo es. Pero siguen destiñendo.

Por Bet Gerber, Directora del Programa de Opinión Pública de Chile 21 

Estoy impresionada por ciertas reacciones frente al caso de violencia del chico de Los Tetas. Por si se lee fuera de Chile y no llegó la noticia: novia de integrante del grupo, tal Tea Time, denuncia públicamente que la golpea, muestra golpes terribles, y cuenta la historia que lleva un año y medio. El grupo primero dice que «va a esperar», cuando la presión es muy grande, lo margina del conjunto. Mucha, mucha gente -mayoría hombres- cuestionando por qué no denunció antes. Más de uno poniendo en duda si no se habrá autoinflingido las heridas por algún resentimiento frente a abandono.

La semana pasada estuve en radio ADN con Lucía López y justamente se comentó que nuevas generaciones ya superaban machismo y se relacionaban de otras maneras. Dije que sin duda hay cambio enorme, pero que ojo con lo de «superado», porque justamente violencia en el pololeo (noviazgo) es síntoma de lo contrario. Esta ex pareja de Los Tetas es joven. Los cómplices del grupo, también lo son. Y más allá de lo generacional, la cantidad de gente que lo primero que hace es reprocharle a ella que no haya denunciado antes, muestra que seguimos en pañales como sociedad frente al tema violencia.

Desde luego que, al ver a la chica llena de moretones y heridas, contando que hace un año y medio que soporta esto, la reacción natural de cada uno/a es «¿por qué aguantó? ¿Por qué no lo dejó y lo denunció de inmediato?». OK. De algún modo, es querer salvarla de lo que ya sucedió.

Comprensible PRIMERA reacción. Ahora, después de la primera reacción que nos ataca frente a cualquier cosa, después de la indignación, de las ganas de que la mina le dé una patada al bravucón, sigue la reflexión, que debería estar mediada por algunas cositas que aprendimos. Frente al «¿por qué no denunció desde un primer momento?” las respuestas suelen ser tan simples como: 1. Tenía miedo. 2. Estaba tan mal, que le compró a él que la basura era ella. 3. Estaba amenazada concretamente (si me denunciás o me dejás, te mato). 4. Estaba atrapada en una relación enferma y aterrorizada. Etc. Síntesis: estaba DESTRUIDA.

Cuando estás destruida, es difícil que atines a ir valientemente a denunciar. ¿Es tan difícil de entender? No, no lo es. Pero siguen destiñendo.

Culpar a la víctima no es nuevo, no es exclusivo de este caso. No soy experta en violencia, ni mucho menos. Basta leer un poco a las que sí lo son, para saber que se llama «doble victimización»: la víctima, además de pasar por golpizas, etc., cuando por fin se anima a denunciar, es victimizada nuevamente: se duda de ella, se la culpa por aguantar, «ella se la habrá buscado». ¿Recuerdan en Argentina lo del campeón mundial de box Carlos Monzón/Alicia Muñiz hace como 25 años, cuando muchos preferían sacrificarla a ella antes que tocar al «campeón»? Bueno, esas actitudes siguen vigentes y arraigadas en nuestras sociedades.

Curiosamente, en RRSS se lee mucho más desde ayer «¿por qué no denunció» que, por ejemplo: ¿cuál fue la actitud del tristemente célebre grupito antes y durante? ¿No vieron jamás ningún gesto de maltrato público del ídolo? Incluso cuando ella denunció, la primera respuesta fue ambigua, a ver si aún podían cuidar… adivinen a quién. ¿A ella? No: ¡cuidarlo a él! Y a ellos mismos. Es lo que se llama un entorno cómplice. Y esa es una primera e importantísima parte de la respuesta, cuando se indignan y dicen «Ay, qué tonta. ¿Por qué no denunció?

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