Marta Blanco: El juego de la Biroka

Ya estaría bueno que el gobierno aceptara que cobrar multas no da resultado. Las empresas pagan y los choferes siguen robando vidas y corriendo a matarse si es posible. Todo chileno que no va a dar a la cárcel no aprende nada.

Por Marta Blanco*

Y de nuevo un bus se da vuelta, mueren seis o nueve, muchos mueren. Y el gobierno se pregunta por qué y los deudos se preguntan por qué y hasta el difunto se pregunta por qué y nadie sabe nada, todos se analfabetizan, sufren de amnesia, de inocencia, de ignorancia.

Y los buses siguen matando gente cuando desbarran en las curvas, se les revienta un neumático, se les corta la dirección, ruedan quebrada abajo, caen al río, gritan los vivos, los heridos se arrastran como pueden para salir de entre los restos maltrechos.

Es lo mismo en las carreteras a lo largo de Chile, así son los buses que corren a lo largo de la famosa y antigua Panamericana, viejos y maltenidos, un peligro público aceptado, del que nos hacemos los lesos y el gobierno se lava las manos.

Los choferes se toman cuanta píldora pueden sin que los pillen, harto café con aspirina, una noche sin dormir, ¿qué más da? “Soy viejo ducho en esto de la carretera, me la conozco mejor que mi esposa, ¡jajaja!, ni una curva se me escapa, ¡jajaja!”.

La manía del chiste perpetuo en cuanto aparece la tragedia es hábito chileno del peor gusto. Como no saben asumir culpas, ni declararse borrachos y menos que no han dormido porque prefieren arriesgarse y ganar más plata reemplazando al chofer que sale media hora después que han llegado a Santiago, son unos perfectos irresponsables a los que hay que parar en seco.

Y para qué decir a la empresa que los administra y se gana sus buenos millones a costa de la confianza de un país que aún está dispuesto a creer en el milagro de un Chile arrogante y “botado a choro” que mata al prójimo por la pura arveja sin asumir ni la responsabilidad moral ni el castigo correspondiente.
Ya estaría bueno que el gobierno aceptara que cobrar multas no da resultado. Las empresas pagan y los choferes siguen robando vidas y corriendo a matarse si es posible. Todo chileno que no va a dar a la cárcel no aprende nada. Y los otros, no estoy segura. Pero al menos lo sacan del medio por un tiempo.
Es sabido de años que los buses de doble altura son desequilibrados por naturaleza. Delgados y altos, se bambolean apenas toman una esquina. Pero aquí no dan importancia a los detalles, en Londres hace treinta años que no los dejan circular a más de 25 kilómetros. No salen a las carreteras y la notica es pan comido. Entonces llegan desde Chile unos zorzales del negocio que no entienden ni inglés ni castellano ni volopek, han agarrado la pega y hasta han comprado un terno a plazo para ir pinteados a Londres. Hacen el peor negocio de sus vidas, pero los han embaucado de lo lindo. Con dos whiskies en el cuerpo y un pescado y un postre se hacen cargo de los viejos buses, aquí se acaba este cuento, los tipos ya son gerentes y cambian auto todos los años. Los pasajeros… ¿los pasajeros?… al que le toca le toca, compadre…

*Escritora y Periodista

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