A los 102 años muere José Aldunate, emblemático cura-obrero que defendió los DDHH

El sacerdote jesuita jugó un rol fundamental en dictadura, apoyó el matrimonio igualitario y promovió el respeto a las minorías.

El sacerdote jesuita José Aldunate, defensor de los DDHH en dictadura y emblemático cura-obrero, falleció hoy a los 102 años.

La noticia fu dada a conocer al mediodía por la Compañía de Jesús de Chile, orden en la que profesó durante toda su vida, a través de un comunicado. «Lamentamos comunicar el fallecimiento del P. José Aldunate Lyon S.J (102 años)» señaló la cuenta en twitter de los religiosos, agregando que sus funerales se realizarán el lunes 30 de septiembre en la Iglesia de San Ignacio (Padre Alonso de Ovalle 1494).

Aldunate, quien nació en junio de 1917, fue además Profesor de moral. En 2016 recibió el Premio Nacional de los Derechos Humanos en 2016. Ingresó con solo 16 años al noviciado jesuita y se ordenó como sacerdote a los 29. Viaja entonces a Europa a estudiar Moral, primero en Roma, luego en la Universidad Gregoriana y, por último, en la Universidad de Lovaina. Obtiene el grado de Doctor en Moral con la tesis Moral y economía en el pensamiento de Luigi Taparelli D´Azeglio.​

En 1950, regresa a Chile; su primera tarea, encomendada por el padre provincial Álvaro Lavín, es ayudar al padre Alberto Hurtado en la Acción Sindical Chilena (ASICH), algo de gran interés para Aldunate por la posibilidad de relacionar Moral y Economía, tema de su tesis doctoral.

A partir de los 70 su vida toma un rumbo distinto, profundiza su compromiso con los pobres y se cnvierte en cura obrero. «Había cumplido con mis tareas de Provincial, entonces me sentí más libre. Dije ¿por qué no pruebo un poco la inserción en el mundo obrero? Si yo estaba hablando de justicia en mi cátedra como profesor de moral, me daba la impresión de que no estaba responsabilizándome de lo que es en verdad la justicia. Jesús dice que no el que habla sino el que hace la voluntad de Dios, ése cumple. Yo me acordaba del ‘padre Gatica’, que predica y no practica. No quería ser un padre Gatica, pero vi que no me acercaba al que sufría injusticia».​

Aldunate se traslada en 1973 a Calama junto a otros 14 sacerdotes y vive con ellos un mes de reflexión, interrumpido por una semana de trabajo obrero en Chuquicamata; terminado agosto de 1973, cada uno discierne si desea seguir en el movimiento. Decide, entonces, trabajar como obrero seis meses del año y continuar con su trabajo académico en la Universidad Católica los otros seis meses, rutina que mantiene por cinco años.

En sus cinco años de cura obrero, Aldunate experimenta un cambio de paradigma y se hace teólogo de la liberación, convencido de que la Teología de la Liberación es la traducción del Concilio Vaticano II para Latinoamérica:

En el año 1984, se incorpora a la comunidad de jesuitas de La Palma, cerca de la Parroquia Jesús Obrero, en Estación Central. donde reside por diez años. Después vive con los estudiantes en el Teológico por cinco años. Por último, se traslada a la Comunidad de la Residencia San Ignacio, junto al Colegio San Ignacio (Santiago centro), donde permanece hasta ahora.​

Durante el tiempo de la dictadura, el padre José Aldunate defiende activamente los derechos humanos y ayuda a personas amenazadas por el régimen; junto a su amigo, el padre Roberto Bolton,ingresa a 23 personas en la nunciatura, embajada de la Santa Sede en Chile; dada la oposición del nuncio a abrir la puerta, las pasa por arriba de la muralla, lo que fuerza al nuncio a colaborar para sacarlas del país.

Durante los años de dictadura, Aldunate también participa en el Equipo Misión Obrera (EMO), que nace de los sacerdotes obreros. Para ampliar el grupo, se realizan retiros en Santiago, en los que participan laicos, religiosas y obreras. Algunos de los laicos del grupo son torturados y asesinados, como Catalina Gallardo y su marido Roberto. El padre Aldunate recuerda que ellos sospechaban que podrían matarlos, así que en una reunión de EMO hicieron un gesto muy conmovedor al «ofrecer a su hijito a Dios» si es que a ellos les pasaba algo.

En los años ochenta surgen las protestas masivas contra el régimen y se conocen testimonios de personas detenidas y torturadas por la CNI. Ante estos hechos, el padre Aldunate organiza un grupo de denuncia de la tortura que usa el «sistema Gandhi», es decir, la no violencia activa.Nace así el Movimiento Contra la Tortura Sebastián Acevedo, que realiza 180 protestas pacíficas en siete años; la primera, en septiembre de 1983, tiene lugar frente a un centro de torturas ubicado en avenida Borgoño;allí, un grupo de alrededor de setenta personas, liderado por Aldunate, despliega un lienzo con la inscripción «Aquí se tortura», detiene el tránsito y canta «Yo te nombro Libertad», para llamar la atención sobre las prácticas del régimen militar; los que no son detenidos por Carabineros se meten en los carros policiales por la fuerza, con el objetivo de lograr con sus arrestos cobertura en los medios de comunicación.

Apoyó activa y cercanamente a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos,​ compuesta mayoritariamente por mujeres, y las acompaña en diversas ocasiones, cuando marchan por las calles con las fotografías de sus seres queridos. Cuando aparecen cuerpos, cumple una función litúrgica. Cuando realizan huelga de hambre, ayuna con ellas.

«Yo estaba lleno de admiración por ellas, las acompañé a veces en algunas de sus actividades, por ejemplo en Lonquén, cuando se descubrieron los cuerpos, y también en Villa Baviera. Cuando aparecía uno de los cadáveres yo cumplía una función litúrgica. Lo más importante fue cuando las acompañé en una larga huelga de hambre que hicieron durante 17 días. Yo ayuné con ellas durante 14. Estuvimos en la Iglesia de Jesús Obrero, en la capilla donde estaban los restos del padre Hurtado, antes de su traslado al Santuario. Participaron varios sacerdotes, sólo tomábamos agua. Fue una experiencia muy marcadora. Muchas de esas mujeres eran comunistas, sin embargo mostraban la generosidad de alguien que se entrega por completo, por amor a su ser querido. Para muchas esto era el desahogo más completo que necesitaban, dentro de su problema de encontrar al desaparecido. Era un sacrificio que las aliviaba de algún modo».

Tras el regreso a la democracia (1990), José Aldunate tiene una activa participación en la recuperación del ex centro de torturas de Villa Grimaldi como un lugar de memoria.

 

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