Miguel Torres Chile celebra 10 años de compromiso con el Comercio Justo

La bodega familiar ha logrado situarse en la esfera del vino como uno de los referentes del Fair Trade. Reconocimiento que comienza a cobrar fuerza cuando en 2010 obtiene la certificación de Santa Digna, su primera línea de vinos en el país.

Desde los inicios de la viña en Chile -1979-, la Familia Torres ha complementado la tradición y la innovación, siempre con miras en convertirse en una bodega reconocida alrededor del mundo.

Gracias a este férreo compromiso, explora en nuestro país distintos estándares de certificación en el ámbito de la responsabilidad social, y de manera especial, el modelo de «Comercio Justo», idea que se acrecentó cuando gran parte de los agricultores del sur de Chile sufrieron los embates del terremoto el 27 de febrero de 2010.

                     Finca Empedrado de Miguel Torres Chile.

Esto llevó a la viña a ser fundadora y entusiasta colaboradora de la primera Asociación Chilena por el Comercio Justo, entidad que fue creada en 2012 con el principal objetivo de crear una nueva categoría de productos Fair Trade.

De esta manera, en el transcurso de esta década, Miguel Torres Chile «ha logrado instalarse en el mundo del vino como uno de los referentes de este modelo. Reconocimiento que nace a fines de 2010 con la certificación de sus líneas de vinos Santa Digna y Estelado, actualmente las más acreditada a nivel mundial y que representan más del 50% de las ventas de la bodega familiar», señala un comunicado de la empresa.

Lograr la Certificación de Comercio Justo bajo el modelo Fair For Life, a grandes rasgos, indica que la bodega ha pagado un precio justo, no sólo para compensar las materias primas empleadas por el agricultor, también para permitir su desarrollo, especialmente de los más pequeños y desfavorecidos. Pero aún más, indica una rentabilidad que garantiza sostenibilidad al negocio, establece que se han otorgado condiciones laborales dignas para todos los trabajadores en toda la cadena productiva, junto con mejorar las políticas de preservación medioambiental durante todo el proceso.

Los sueños de Esperanza de la Costa

La sociedad Viñedos Esperanza de la Costa la conforman 18 pequeños productores de uva. En su mayoría, cuentan en promedio con una o una hectárea y media de extensión de viñedos, a excepción de uno de sus socios, don Pedro Albornoz, quien posee cerca de siete. Las variedades que manejan son 60% de uva país, y el 40% restante corresponde a otras cepas de uva vinífera como sauvignon blanc, merlot, carménère, syrah, cabernet sauvignon y malbec, con cultivos repartidos principalmente en comunas pertenecientes a la provincia de Curicó: Sagrada Familia y Hualañé, pero además en Curepto, correspondiente a la provincia de Talca.

Esta agrupación se constituyó legalmente el 5 de noviembre de 2009 con el apoyo en asistencia técnica (SAT) que les brindó INDAP y posteriormente con el programa Alianzas Productivas. “Al inicio no sabíamos qué hacer porque nadie nos quería comprar la uva, nos discriminaban porque éramos pequeños, además éramos muchos. Así es que nos ayudamos para comunicarnos con todas las viñas de Chile que trabajaban con el Comercio Justo, fue ahí que nos encontramos con viña Miguel Torres, que también estaba buscando productores. En esa época nos dieron por la uva país un precio fabuloso para nosotros, casi un mil por ciento, igual como se pagaba para las variedades de vinos premium. Eso hizo que nosotros recuperáramos nuestros viñedos, que estaban como se dice en el suelo, es decir, en la ruina”, asevera Secundina Vásquez, presidenta de la Asociación de Viñedos Esperanza de la Costa.

Por esta y otras razones, ellos buscan constituirse legalmente bajo una nueva figura: Cooperativa Viñedos Esperanza de la Costa. Su sueño es generar sus propios vinos hechos por pequeños productores de la zona, elaborados con uvas de calidad, provenientes de la costa curicana y certificados Fair Trade. Por eso, este 2020 proyectan postular a un proyecto de inversión que cuenta con la ayuda de INDAP para adquirir cubas de acero, y también a otro programa que tendrá el apoyo de CORFO, que les permita el financiamiento del resto de la infraestructura necesaria para hacer sus vinos a baja escala, pero de calidad superior. “Todo esto siempre contando con la asesoría de Miguel Torres Chile, especialmente con la asistencia técnica que su equipo nos pueda brindar, sobre todo al momento de vinificar para saber qué calidad de uva tenemos y cuándo nos convendría vinificar”, recalca el encargado del área medioambiental de la agrupación, Héctor Garrido.

«El Comercio Justo es uno de los pilares fundamentales de Miguel Torres Chile, razón por la cual la bodega familiar sigue sumando nuevos proyectos bajo el amparo del Fair Trade, con una filosofía capaz de incorporar a los pequeños productores con condiciones dignas, para que ellos y sus futuras generaciones puedan seguir trabajando la tierra, con el orgullo propio del campo y desarrollando también condiciones óptimas para sus colaboradores, permitiendo así que toda la cadena productiva obtenga una merecida retribución por su labor», culmina la empresa al cumplirse una década de este compromiso.

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