A dos años del homicidio: el presente de la familia Catrillanca

Hace tres semanas se dio inicio al juicio por la muerte del joven mapuche en el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Angol. Mientras que, a más de cincuenta kilómetros, la familia del comunero sigue el proceso desde la marginación, el constante asedio de Carabineros y el abandono del gobierno. Sin embargo, mantienen la esperanza: ven con buenos ojos el desarrollo de las audiencias a distancia, mientras que su lucha se muestra más transversal que nunca.

Por Cristóbal Muñoz

Camilo Catrillanca se sumó a otros 14 mapuches muertos por acción directa de agentes de Fuerzas Armadas y de Orden, desde la llegada de la democracia. Dentro de este grupo, se incluyen otros casos reconocidos como los de Alex Lemún, Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collio.

A las 17:02:39 del 14 de noviembre de 2018, según la Central de Comunicaciones de Carabineros, el coronel Jorge Contreras, prefecto de Fuerzas Especiales, informaba: “se mantiene a la persona lesionada por impacto balístico”, en la comunidad Temucuicui. El herido era Camilo Catrillanca (24), por un disparo efectuado minutos antes por el ex sargento 1° Carlos Alarcón, por la espalda del joven mapuche. El tiro impactó en su nuca mientras se desplazaba junto a un adolescente de 15 años -quien fue posteriormente detenido- a bordo de un tractor.

Imágenes captadas por la cámara institucional del mayor Cristián Fernández, comisario de las FFEE de Pailahueque, muestran a Catrillanca inmóvil, aún recostado en el asiento del conductor del tractor tras recibir la bala en la parte posterior de su cabeza. “¡Está vivo, está vivo!”, se escucha gritar a un carabinero en el registro.

El incidente culminó un operativo del GOPE de Carabineros por el robo de tres automóviles a profesoras rurales de Ercilla. El comunero fue rápidamente trasladado a un centro de asistencial de la misma localidad, donde murió mientras recibía atención médica. El menor M.P.C. denunciaría más tarde apremios ilegítimos por parte de los uniformados que lo detuvieron.

La investigación del Ministerio Público por la muerte del comunero develó la manipulación y ocultación de información sobre los incidentes de esa tarde, que incluyen imágenes eliminadas de cámaras claves y la modificación dolosa de las primeras declaraciones de los uniformados. El resultado: siete funcionarios y a un abogado de la institución imputados por los delitos de homicidio consumado, homicidio frustrado y apremios ilegítimos del menor de edad M.P.C.; obstrucción a la investigación; falsificación de instrumento público; infidelidad en la custodia de documentos y prevaricación.

Luego de distintas postergaciones, el pasado 27 de octubre se dio inicio al juicio oral, proceso marcado por una modalidad semipresencial -producto de la pandemia- y hermética: no hay transmisiones por el canal oficial del Poder Judicial ni acceso a la prensa.

Por este protocolo, la familia Catrillanca tampoco ha podido asistir a las audiencias. “Nos enteramos de todo a través de los abogados”, explica Marcelo Catrillanca, padre de Camilo, quien asegura estar “tratando de enviar cartas a la Corte de Apelaciones y a la Corte Suprema para que pueda eso modificarse y darnos la posibilidad aunque sea de tener tres personas dentro en el tribunal”.

El duelo de la injusticia y el abandono

“Como familia siempre extrañamos la presencia de Camilo en la casa porque era el hijo mayor de tres hermanos. Hoy tenemos que seguir extrañando porque no hay justicia”, reflexiona Marcelo Catrillanca.

Para el padre del comunero asesinado, el duelo no solo se ve atravesado por la injusticia, sino que también por un abandono desde La Moneda. “No tenemos ningún acercamiento ni conversación con el gobierno. Menos podemos decir que estamos siendo beneficiados por este; los que se han visto beneficiados solamente han sido los carabineros”, denuncia Catrillanca.

Esto último, haciendo referencia a lo ocurrido tras la destitución de Carlos Alarcón, ex sargento del GOPE y autor del disparo que dio muerte a Camilo: recibe una pensión cercana a los 900 mil pesos desde la institución, además de una indemnización de 21 millones.

Además de no poder ingresar al juicio, la crisis sanitaria ha dejado en evidencia otros golpes para la familia Catrillanca. “Producto de la pandemia, se le pudieron dar otras facilidades y ahora (Alarcón) está sin prisión preventiva y con arresto domiciliario, con su familia. Mientras que nosotros no podemos estar con la persona que él asesinó”, sentenció Marcelo.

Conmemoración pacífica: sin violencia, sin montajes

Al igual que el año pasado, el clan Catrillanca realizará un Nguillatún, “actividad en la que pretendemos hablar como familia con el espíritu de Camilo y poder decirle que descanse en paz, para que no haya sufrimiento en su espíritu y para que tampoco haga sufrir a su familia, a su mamá y a todos nosotros”, explica Marcelo.

En 2019, en pleno estallido social, Marcelo Catrillanca hizo caso omiso al panorama nacional y llamó a movilizarse pacíficamente en conmemoración de su hijo. “No queremos lamentar que alguien pueda caer”, advertía hace un año. Hoy, el llamado se repite, mientras que demuestra una preocupación independiente de la actitud de los manifestantes: “No hay que olvidar que se siguen haciendo montajes. Acá siempre se descubre que (los hechos de violencia) siempre son montajes. Los carabineros casi que se disparan entre ellos”, denuncia.

En esta línea, el comunero mapuche asegura que “la muerte del cabo mapuche Eugenio Nain Caniumil no fue provocada por gente X. De acuerdo a la información que manejamos, tenemos la claridad de que fue un grupo paramilitar ajeno a la causa mapuche”.

Los cambios y las constantes de la zona de conflicto

Catrillanca asegura que la intervención de Carabineros dentro de las comunidades no se ha visto modificada tras la muerte de su hijo. “La represión se ha mantenido y es más fuerte que nunca”, recalcó. Lo cual resulta transversal a todo el territorio mapuche: Adolfo Millabur, alcalde de Tirúa, asegura que en su comuna “la vigilancia con tecnologías avanzadas -drones y helicópteros- se hace evidente. Hace poco un avión de la Armada comenzó a patrullar en la madrugada, a eso de la 1, 3 y 6 am., a baja altura y en varios puntos de la zona”.

Sin embargo, el mayor cambio se vio en la percepción y solidaridad del resto del país en cuanto al movimiento mapuche y a su propia familia. “Con la muerte de Camilo, la sociedad chilena se ha dado cuenta de que cuando los mapuche nos manifestábamos decíamos la verdad. Hoy podemos decir que la sociedad en general se ha dado cuenta -y sobre todo con el estallido social- de que el Estado asesina a su propia gente, a sus propios compatriotas”, explica el poblador de la comunidad Temucuicui. Esta comprensión de la causa ha significado tener una nueva herramienta de defensa frente a los montajes, asegura

Millabur señala que lo visto en las manifestaciones iniciadas el 18-O son la muestra de este apoyo a la causa. “El pueblo mapuche se ocupó como ejemplo de rebeldía, perseverancia y dignidad”, explica el alcalde de Tirúa.

Catrillanca, por su parte, repara que “el movimiento se vio reflejado (en el estallido) cuando la bandera mapuche se levantó y la gente la consideró como propia de todo lo que se estaba llevando a cabo. Hoy en día este símbolo de nuestro pueblo se ve abrazado por toda la gente”.

El cambio de percepción también fue interno: “La situación de las comunidades es la misma, pero la gente se ha preocupado un poco más de sensibilizarse y movilizarse porque acá no podemos seguir aceptando más muertes. En todas las comunidades ha quedado demostrado esto”, aclara.

Un juicio a distancia

A más de 50 kilómetros del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Angol, lugar donde se están desarrollando las audiencias, la familia del comunero se muestra esperanzada. Desde la comunidad Temucuicui, Marcelo Catrillanca asegura que “a pesar de no poder ingresar, de no poder ver cómo se está llevando el proceso, tenemos confianza por los observadores internacionales y sentimos que podemos tener justicia”.

Mientras que, explica el padre de la familia, buscan poder encontrar la tranquilidad y vivir un duelo del que se les ha privado por dos años: “Lo que queremos es que se haga justicia para poder estar tranquilos y poder demostrarle a Camilo que algo hemos hecho por defender la vida y dignidad suya y de las personas. Ojalá, con el correr del tiempo, podamos descansar y decirle a nuestro hijo que hicimos lo que él quería, que era la justicia”.

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