La religión y la numerología, cuando las creencias se fusionan

Si ahondamos un poco más, descubriremos que entre todas estas creencias existen muy estrechas relaciones.

Casi cualquier persona del mundo cree en uno o varios dioses. La religión y el misticismo son una parte inherente al ser humano, que siempre ha buscado algo más allá de su existencia. Además de las religiones más antiguas y comunes, se han ido desarrollando una serie de creencias desde hace miles de años. Encontramos desde supersticiones hasta la astrología y el horóscopo asociado a la misma, y por supuesto, también los amuletos o los números de la suerte. Tratamos de otorgar simbología y poder a diferentes objetos y conceptos a los que encomendar nuestro destino o las posibilidades de cambiar el rumbo de nuestra vida. Pero si ahondamos un poco más, descubriremos que entre todas estas creencias existen muy estrechas relaciones.

Según las diferentes religiones, existen números considerados afortunados y otros que incluso se deben evitar. Es curioso cómo la parte oriental y la parte occidental del mundo se llevan la contraria en este sentido, casi siempre, pero los países que practican el catolicismo tienen muy claros los números que traen suerte y por qué. Estos suelen ser sinónimo de problemas en China, Tailandia y Vietnam, por norma general. El número 3 es para los cristianos el representativo de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y tres son también los Reyes Magos de Oriente. Curiosamente en este caso China sí le otorga connotaciones positivas al 3 porque su pronunciación es muy similar a la palabra Vida en su idioma. Sin embargo, si hablamos del número 4, también muy importante para los seguidores de la religión católica, los chinos rehúyen la cifra porque su fonética casi coincide con la de la palabra Muerte. Para los creyentes en Cristo, el 4 es un número asociado a las cuatro puntas de la cruz cristiana y a los cuatro elementos de la naturaleza (Agua, Tierra, Fuego y Aire). También el trébol de cuatro hojas se considera un símbolo de la fortuna en la cultura occidental.

Si hay un número que ha conseguido establecerse como perfecto en la mayor parte del mundo (excepto China, Tailandia y Vietnam) es el 7. Ha sido elegido para distribuir los días de la semana, los colores del arco iris, las notas musicales, y de aquí ha ido dando forma a nuestra cultura (las siete maravillas). Aún así, la religión católica no olvida que son siete los pecados capitales y le tiene un poco de respeto. La cultura oriental prefiere el número 8, que representa la abundancia y la prosperidad. De cualquier manera, son muchas las personas que si deben elegir un número de la suerte de una cifra elegirán el 7, y en parte es porque de manera inconsciente lo asociamos a lo impregnada que está nuestra cultura de esta cifra.

Entre las supersticiones más acusadas en el mundo entero está la que rodea al número 13. Si se trata ya de una fecha que caiga en martes o en viernes, ya serán muchas las personas que incluso decidan dejar de hacer algo y esperar a otro día por temor a que se estropee. Para la religión católica, el número 13 representa al apóstol traidor Judas, y para los mayas también es una cifra de tragedia. Históricamente, es cierto que el 13 ha estado presente en muchos momentos dramáticos. El número 12, no obstante, sí representa un orden que está presente ya en la cultura universal a modo de los meses del año. La astrología que regula el horóscopo zodiacal está fundamentada precisamente en una constelación por mes del año, pero quienes prefieren el horóscopo chino también verán 12 animales. El Via Crucis cristiano también cuenta con doce etapas en su recorrido y la mitología griega también cuenta doce dioses. Además, y aunque parezca una tontería, las cajas de lapiceros, rotuladores y crayones también son un estándar de 12. Sin embargo, es otro convencionalismo apenas perceptible pero ya consensuado y proveniente de los números que consideramos apropiados para el buen funcionamiento de las cosas.

Es posible que si nos detenemos a pensarlo, descubramos que toda la cultura que conocemos está impregnada de unas cifras, y que estas han llegado a ser relevantes por estar asociadas a hechos religiosos de una u otra manera. Al final, las supersticiones y las religiones están más asociadas de lo que muchos quieren admitir, y se trata de un hecho histórico y cultural.

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