Esta novela surge de la frustración de no poder elegir, dice ganadora del Alfaguara 2021

La escritora colombiana Pilar Quintana logró hoy el Premio Alfaguara de Novela 2021, dotado con 175.000 dólares, una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana, con su novela "Los abismos", una historia de una niña en la Cali de los ochenta que "contempla con una agudeza y una sensibilidad extraordinaria el conflictivo matrimonio de sus padres".(Télam)

La escritora, que se ha impuesto a los 2428 presentados procedentes de España y Latinoamérica en esta edición -de los cuales 187 eran de autores colombianos-, concurrió al concurso con el seudónimo «Claudia de Colombia».

Su compatriota y presidente del jurado el escritor Héctor Abad Faciolince hizo hincapié en evitar «cualquier suspicacia» pidiéndole «perdón» a la autora por no haber reconocido en ningún momento la autoría de «Los abismos»: «Pensé que no era ella porque su padre es médico y el de la protagonista es dueño de un supermercado», aclaró Abad Faciolince. «Lo que usted no sabe es que mi padrastro tenía un supermercado», contestó la autora emocionada y agradecida.

El presidente del jurado también reveló que la novela había sido evaluada entre las siete finalistas y que tres habían quedado empatadas. Pero con ciertos criterios de puntajes «y contento con el trabajo de discusión» concluyeron que la obra ganadora era «Los abismos» de «Claudia de Colombia».

El resto del jurado compuesto por las escritoras Irene Vallejo y Ana Merino, el periodista y escritor Xavi Ayén, la directora internacional del Hay Festival, Cristina Fuentes La Roche, el periodista y librero de Nollegiu, en Barcelona, Xavier Vidal, y la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes (con voz pero sin voto) también elogió a la autora nacida en Cali en 1972, autora de la exitosa novela «La Perra» (Random House, 2017), ganadora del IV Premio Biblioteca de Narrativa Colombiana que, en su versión en inglés «The Bitch», fue ganadora del English Pen Award.

En su conjunto el jurado destacó que «‘Los abismos’ se adentra en la oscuridad del mundo de los adultos a través del punto de vista de una niña que, desde la memoria de su vida familiar, intenta comprender la conflictiva relación entre sus padres. Con el telón de fondo de un mundo femenino de mujeres atadas a la rueda de una noria de la que no pueden o no saben escapar, la autora ha creado una historia poderosa narrada desde una aparente ingenuidad que contrasta con la atmósfera desdichada que rodea a la protagonista. Con una prosa sutil y luminosa en la que la naturaleza nos conecta con las posibilidades simbólicas de la literatura, y los abismos son tanto los reales como los de la intimidad».

Quintana, evidentemente emocionada y «atónita», reflexionó sobre el lugar de la mujer en la literatura, en la vida y en la sociedad. El solo hecho de haber sido madre a los 43 años despertó otra «animalidad» que no era la condición sexual (un tema recurrente en su literatura) sino «la animalidad de la maternidad» donde se «puede matar por defender a sus hijos sin ningún remordimiento». Ese fue un cambio importante en su creación literaria.

La autora colombiana, la segunda mujer en la última década en ganar el prestigioso premio y el cuarto galardón para un escritor colombiano, destacó que las mujeres puedan tener voz en la literatura para «hablar de temas importantes como el deseo, los grises de la maternidad. Está bien que los hombres escriban de mujeres (como las mujeres creen personajes masculinos), pero los temas femeninos no son menores y de esta forma media humanidad queda representada», reflexionó Quintana.

«Las madres no somos santas, somos seres humanos con defectos», aclaró la escritora y resaltó que por eso le «interesa reflexionar sobre la maternidad desde la mirada de una mujer, para reflexionar sobre la oscuridad y lo negativo de la maternidad, cuando aparece ese ‘alíen’ que crece en nuestra panza», resaltó la autora. Pero también aclaró que el escritor debe tener la capacidad de ponerse en el lugar de otro, y para «Los abismos» no solo observó a su hija y a otros niños sino que tuvo que «olvidar ciertos vicios de los adultos», destacó. Y agregó que si bien hay «pedacitos de algo que viví, muchas circunstancias por las que pasé, hay muchas otras inventadas».

El origen de la novela «Los abismos» se dio en su condición de hija de una generación de mujeres que no pudieron decidir, «mi madre quiso estudiar derecho y no pudo, porque para su padre tenía que formar una familia, por eso me interesa ver a esas niñas con frustraciones: yo soy de una generación de mujeres donde todas mis compañeras son profesionales, la generación de mi mamá no, ahí nace la idea de mi novela, de la frustración de no poder elegir», aclara.

Para la escritora -elogiada por el jurado por sus «diálogos donde se escucha lo no dicho»- el hecho de haber sido guionista de televisión hace que trabaje las conversaciones entre los personajes de forma natural, en este caso si bien la narradora es una adulta, asegura que debió «trabajar desde el punto de vista de una niña». Y aclaró que su personaje se mueve en un sistema binario donde trata de decodificar lo que dicen los adultos, pero a la vez vivir con intensidad la niñez.

La escritora colombiana aclaró que su novela, luego de haber conseguido escribir un primer borrador, tuvo muchísimas reescrituras, para las cuales contaba con lectores de confianza que le hacían devoluciones con errores o debilidades del texto. Las últimas versiones las escribió durante la pandemia, pero viviendo en un mundo de ficción «sin barbijos, sin aislamiento, sin internet», sumergida en la Cali de los años ochenta.

También destacó que en sus talleres de escritura creativa siempre destaca lo importante que es para el universo narrativo que el clima sea algo importante, nunca olvidarse de lo que sucede en el contexto de lo que se cuenta «siempre recordamos el día que nos dimos el primer beso el calor que hacía, o el olor de alguna planta, nunca olvidemos de que eso esté presente en la escritura», sostuvo.

En la obra de Quintana, donde se destacan «Cosquillas en la lengua» (Planeta, 2003), «Coleccionistas de polvos raros» (Norma, 2007), «Conspiración iguana» (Norma, 2009); la colección de cuentos «Caperucita se come al lobo» (Cuneta, 2012) y «La Perra» (Random House, 2017), un punto recurrente es la presencia de la selva y de Cali (pero siempre disfrazada con otro nombre y falseando algunas realidades), esta vez la ciudad aparece tal cual era en los ochenta. Y la selva aparece en ese aire de Cali con mucha naturaleza y, al considerarse «una escritora de la naturaleza», recuerda un departamento colmado de plantas que ella llamaba «la selva». En ese espacio transcurre el relato, aunque el jurado también destacó que en «Los abismos» aparece «lo universal, lo puramente humano, cuestiones que pueden suceder en cualquier parte del mundo».

La anterior mujer en ganar el premio fue la escritora chilena Carla Guelfenbein, en el 2015, con la novela «Contigo en la distancia». El anterior Premio Alfaguara de novela en el 2020 fue para «Salvar el fuego» de Guillermo Arriaga. En el 2019, fue para el rosarino Patricio Pron con «Mañana tendremos otros nombres»; en el 2016, para el bonaerense Eduardo Sacheri con «La noche de la Usina» y en el 2012 para el recordado escritor platense Leopoldo Brizuela, fallecido hace dos años, con «Una misma noche».

Núria Cabutí, la consejera delegada de Penguin Random House, se refirió a la incertidumbre y la esperanza que generó este año la pandemia, la importancia del acercamiento a la lectura que muestran algunas encuestas y a las medidas de seguridad sanitaria que se tomaron para esta ceremonia y advirtió que espera retomar en el 2022, para la vigesimoquinta entrega del premio, su habitual comida de todos los años.

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