¿Es Chile una sociedad neoliberal?

Por Héctor Vera V, periodista y doctor en Comunicación Social.

Es ampliamente aceptado que Chile tiene una economía neoliberal. En esta columna argumentaré que tal calificativo es erróneo y puede conducir a malos diagnósticos y equivocadas propuestas para su futuro desarrollo.

Chile tiene un Capitalismo Jerárquico, es una sociedad dominada por un puñado de familias de la oligarquía exportadora de materias primas, sin una sana competencia del mercado y con un Estado subsidiario, pero que juega a favor de los grandes capitales en desmedro de los trabajadores y de las pequeñas empresas.

Este error de llamar esta economía neoliberal se asocia centralmente con lo prometido en la Constitución de 1980 que busca impedir que el Estado tenga protagonismo económico y deje de cobijar gobiernos como el Frente Popular y la Unidad Popular, como ocurría con la carta magna de 1925.

Efectivamente la dictadura recurrió a los Chicago Boys de la Pontificia Universidad Católica de Chile y se inspiró en la teoría monetarista de un estado mínimo y de una privatización máxima de Milton Friedman. De este modo se levantó una institucionalidad jurídica compleja para lograr un cambio que impida el socialismo en Chile. Jaime Guzmán y su equipo prometieron el libre mercado, la libertad para elegir la educación y la salud, la libertad para emprender y mucho crecimiento. Pero en la práctica, se dio luz verde a los abusos del Estado en favor de un grupo de familias.

Se privatizaron los recursos que estaban en manos del Estado, se generó un tinglado de aparentes libertades económicas, pero las pequeñas empresas subsisten precariamente. Se prometió el libre mercado, pero en la práctica, se dio paso a las colusiones y los sobornos. Pinochet prometió educación superior sin lucro. pero se llenó el país de universidades e institutos de alta rentabilidad para sus sostenedores.

La vieja economía exportadora de materias primas siguió siendo lo central de la economía chilena. Solo aumentó considerablemente el endeudamiento masivo de la población. Y así lo atestiguan las movilizaciones estudiantiles y sociales que culminan con el estallido de rebeldía del 18 de octubre del 2019.

Que Chile sea un modelo de neoliberalismo, es un mito que se alimenta desde el mundo empresarial para respaldar un discurso privatizador y ocultar el verdadero problema del desarrollo del país. Ha servido para disfrazar o para vestir de innovadora la dictadura de Pinochet y de audaz a los Chicago boys. Nos han hecho creer que vivimos un Chile distinto al que han conocido muchas generaciones. Pero no de tanto repetirlo resulta verdadero.

El mentado “neoliberalismo” de los últimos 40 años no se corresponde con la práctica social en la que vivimos los chilenos. No se trata de un asunto semántico sin consecuencias. Tener claridad si Chile es o no una sociedad neoliberal es clave para generar un diagnóstico preciso de cuáles son nuestros problemas y cuáles deben ser las propuestas de solución.

Si bien es cierto que la intencionalidad del neoliberalismo es disminuir el peso del Estado en la economía, asunto que sí se ha hecho, no es menos cierto que el Estado de Chile no se basa en garantizar el libre mercado, sino que se ha dedicado a favorecer a las viejas familias y a un reducido grupo económico.

Desde 1973 no ha cambiado el eje de la estructura productiva. Los precios no los fija el mercado, sino los acuerdos o colusiones de un puñado de familias. El crecimiento, que es notable, no así el desarrollo, se ha logrado aumentando el volumen de las exportaciones.

El Estado regula el valor de los servicios del agua, de los combustibles, de la electricidad, servicios de internet, los peajes de rutas urbanas y autorutas, así como el transporte público. Los coludidos entre laboratorios y farmacias fijan los precios de los medicamentos que venden tres cadenas. Sucede algo similar con los pollos, los detergentes, el papel higiénico y también con las agencias privadas de la salud….¿Dónde está la libre competencia en estos servicios y productos?

El Estado de Chile ha obligado a los trabajadores a una capitalización individual en sus fondos de pensiones llamadas AFP. Esos recursos se transforman en gigantescos créditos baratos para los oligopolios. ¿Dónde está aquí el mérito de la libre empresa en la generación de la riqueza cuando el capital de inversión lo ponen los propios trabajadores, pero no pueden administrarlo?

Muchos medicamentos tienen precios escandalosos y el Estado de Chile, que tiene una Central de Abastecimiento Público, permite que la colusión de los laboratorios y farmacias establezca precios abusivos que no son los del mercado. ¿Dónde funciona aquí el mercado y la libre competencia?

Mientras el discurso oficial de los empresarios y de los partidarios del modelo económico imperante es que solo los privados son eficientes y el Estado es ineficiente, se le restan recursos a la educación y a la salud pública y no se dan los recursos para que el Estado controle la evasión de impuestos o asegure la «libre competencia» ¿Es esto neoliberalismo?

La pesca industrial está en manos de 7 familias asociadas a políticos corruptos de la derecha y de algunos parlamentarios de la ex Concertación con todas las ventajas del Estado y la pesca artesanal es precaria y casi sin derechos. ¿Es esto neoliberalismo? Mientras las pequeñas empresas, que dan la mayoría del empleo en Chile, son ahogadas en restricciones y tributos, las grandes empresas están liberadas de importantes pagos de impuestos. ¿Puede llamársele a esto “neoliberalismo”?

Chile tiene un capitalismo dominado por un grupo de familias donde no hay libre mercado, que es el santo grial del neoliberalismo. Ben Ross Schneider, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha calificado el modelo chileno como de Capitalismo Jerárquico, que es común a varios países latinoamericanos. Schneider, observa una escasa variedad de productos en las economías latinoamericanos –y la poca tecnología que agregan a los procesos- está vinculada a los grandes conglomerados familiares que dominan la economía.

La mayoría de los clanes tiene presencia en tres o cuatro sectores básicos, como los grupos Matte (forestal, minería, energía, banca), Angelini (forestal, minería, pesca, combustibles) o Luksic (minería, energía, bebidas, banca).

Los grupos latinoamericanos, invierten poco en investigación: mientras Corea invierte el 3% de su PGB en Investigación y Desarrollo (I+D), Chile destina sólo el 0,4%. Y mientras en Corea la mayor parte de ese gasto lo hacen las empresas, en Chile solo aportan poco más del 30%. Es decir, el empuje para lograr un salto tecnológico es débil “y lo hace mayoritariamente el Estado

Esto constituye un tipo de capitalismo muy distinto al que hay en Estados Unidos o en el Sudeste Asiático. Dado que estas grandes empresas están controladas por unas pocas familias, el académico del MIT piensa que este “capitalismo jerárquico o familiar”, como también llama al modelo chileno, difícilmente puede ser defendido por los partidarios del libre mercado”. https://www.ciperchile.cl/2016/05/04/el-capitalismo-jerarquico-de-chile-dificilmente-puede-ser-defendido-por-los-partidarios-del-libre-mercado/

En el campo de la política, Chile no tiene un Estado Liberal dado que las policías y los tribunales de justicia actúan con claro sesgo clasista contra los pobres, reprimen a los que quieren los cambios y a los pueblos originarios, no garantizan una sana ecología, no castiga a los violadores a los derechos humanos y presta la impunidad a los corruptos. ¿Es esto un Estado neoliberal o liberal?

Sin entender esto que Chile no es una sociedad neoliberal como la definen errónea o mal intencionadamente los empresarios o los intelectuales poco cuidadosos, no es posible acertar sobre lo que se debe hacer en Chile para terminar con la profunda desigualdad y alcanzar el desarrollo social.

En conclusión, Chile sigue siendo una sociedad oligarca esencialmente comerciante y exportadora, con un estado protector de una minoría económica extractivista y monoproductora de cobre, con sueldos y pensiones insuficientes para un buen vivir, con una concentración descomunal de la riqueza y con una escuálida inversión en innovación, tecnología y ciencia. Esto está muy lejos de ser una sociedad dinamizada por el libre mercado, el libre emprendimiento y la sana competencia.

Al tratarse de un Capitalismo Jerárquico y de una sociedad oligárquica exportadora, con un Estado privatizador favorable a los grandes empresarios y mezquino con los trabajadores, los cambios pasan por darle un nuevo rol social y económico al Estado que apunte al desarrollo integral e industrial, dándole valor agregado a sus recursos naturales e invirtiendo en ciencia y tecnología. Y esta es la gran tarea de los Constituyentes que deberán dar las bases de una sociedad solidaria, de un estado que garantice los derechos de todos y estimule el desarrollo social, humano y ético en todas sus dimensiones.

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