Cuestión de Tiempo

Por Gonzalo Moya Cuadra, licenciado en Filosofía

Siempre es cuestión de tiempo. Tiempo para reflexionar, tiempo para iniciar un verdadero y dinámico proceso democrático popular que será finalmente el fundamento constituyente de una sociedad progresista, no usufructuaria, tiempo para desechar los elementos tóxicos de sociedades endurecidas por el consumo, rayanas en la enajenación, tiempo para comenzar una nueva etapa política, participativa y decidida, de todos aquellos desheredados por el capitalismo que durante muchísimos años han sufrido lo indecible para sobrevivir, tiempo de tiempo presentido.

Algunos países de América Latina están eligiendo la ruta hacia la democracia real, no esa absurda y alienante democracia tutelada que impusieron las febricitantes dictaduras militares de finales del siglo pasado. Simplemente se están liberando de la tremenda inequidad social.

Ahora es tiempo de nuevos liderazgos que presten oídos y voces a los que padecen de injusticia, ahora es tiempo de fortalecer la responsabilidad política comunitaria entre quienes en un futuro cercano serán partícipes activos de la nueva sociedad humana, más justa y fraternal.

Aún es tiempo de entender que atentar contra la justicia es cabalmente boicotear la paz. La pobreza latinoamericana se caracteriza fundamentalmente por desenvolverse en una situación infrahumana que proviene del abuso del poder y del tener, de la expoliación a la clase trabajadora que ha comprendido la exégesis histórica de una política transformadora. Latino América ha tomado conciencia de su pobreza. Ergo, se rebela ante ella. Vienen consolidaciones en países que ya han iniciado procesos de cambios políticos, grandes ejemplos de constancia y consecuencia ideológica, de sólidas estructuras auto determinantes que han soportado con dignidad los embates económicos de algunos países hegemónicos y opresores.

El mundo progresista vislumbra la significativa esperanza, “la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”, o parafraseando a Cortázar, es la pobreza misma defendiéndose ante la indignidad de los sufrientes latinoamericanos que quieren abolir toda clase de explotación y construir un mundo igualitario, donde los políticos entiendan que su gran labor es sólo servir y compartir con los humillados de nuestra pobre Región.

Chile, alienado por el dogmático capitalismo en complicidad con la derecha desde el tiempo antidemocrático de la dictadura, verá a fines del presente año el triunfo inevitable y esperado de una candidatura que entiende el sentido auténtico de la nueva política, reivindicadora de los sencillos, “ganaremos nosotros, los más sencillos ganaremos, aunque no lo creas, ganaremos” (Neruda). Brasil, el triunfo del Partido de los Trabajadores el próximo 2022, simbolizado en el ex Presidente “Lula” es un hecho incuestionable, significando nuevamente la victoria de la izquierda real redefinida en claros conceptos axiológicos y partícipe de un gran devenir social. Bolivia, sigue consolidando un modelo de gobierno socialista comunitario, país, ya no un sub país, sino un país que está buscando su liberación histórica, anunciadora de un nuevo tiempo cultural, sin racismo ni discriminación. Perú, el innegable triunfo de la izquierda, avalado por observadores internacionales, triunfo pacífico de los pueblos originarios y de las mujeres sencillas que se atrevieron a enfrentar la estructura patriarcal, victoria pura de la andinidad, se interpreta en la dinámica política como una proyección histórica de los consiguientes gobiernos progresistas de América Latina. “No más pobres en un país rico”, frase visionaria del virtual presidente peruano, destruye todo el andamiaje deshumanizante de un indigno sistema económico. Colombia, cada vez más cerca del colapso institucional por las inequidades sociales existentes, tienen a la tierra de García Márquez, mágica, real, sumergida en violencia, donde el actual gobierno sigue atropellando los derechos humanos y conculcando la libertad de expresión.

Sólo habrá paz política en América Latina cuando los hambrientos de alimentos y de justicia social puedan expresarse libremente. Cuestión de tiempo. Siempre es cuestión de tiempo.

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