El Vaticano celebra a Rafael como «artista imprescindible»

Rafael dejó su huella en el Vaticano: "los palacios y los Museos Vaticanos tienen, de hecho, el privilegio de ser los titulares de sus ciclos pictóricos más bellos y significativos".

                                                                                                                  Por Hernán Reyes Alcaide, corresponsal

Con la exposición por primera vez al público en 37 años de un cuadro de San Pedro atribuido recientemente a Rafael Sanzio, el Vaticano continúa con las conmemoraciones por los 500 años de la muerte del pintor y arquitecto italiano, interrumpidas en 2020 por la pandemia, y que incluyeron esta semana un seminario de tres días dedicado a destacarlo como un «artista imprescindible» por el legado pictórico y arquitectónico que exhiben los Museos de la Santa Sede.

«Rafael es una figura imprescindible para la colección vaticana», describe la directora de los Museos, Barbara Jatta, al detallar las actividades con las que la institución cierra en 2021 las conmemoraciones iniciadas el año pasado.

«Quisimos inaugurar esta muestra para cerrar las conmemoraciones de 2020 por los 500 años de su fallecimiento. Rafael aquí esta rodeado de su puntos máximos, como los tapices que diseñó para la Capilla Sixtina que expusimos en 2020, además de lo hecho en las estancias y las logias», resume la experta.

Nacido en Urbino, casi 300 kilómetros al Norte de Roma, el artista renacentista se ha convertido en un ícono de la «ciudad eterna», al punto que está presente en los tres lugares más visitados de la capital italiana: enterrado en el Panteón; con sus obras en los Museos Vaticanos; y con sus decoraciones en la denominada Domus Aurea, el espectacular complejo subterráneo a metros del Coliseo.

A esa omnipresencia rafaeliana en Roma, el Vaticano suma ahora, y hasta el 9 de enero, un elemento central y que se convertirá en parada obligatoria para quienes lleguen a la capital italiana decididos a seguir los trazos del artista: un cuadro de San Pedro, el considerado primer Papa de la historia, casi de tamaño natural, que durante años estuvo relegado a un segundo plano dentro de la Santa Sede hasta que la esperada confirmación oficial lo puso al nivel del resto de los grandes éxitos del lugar.

En efecto, el cuadro expuesto es obra de Rafael. Según explica Jatta, las dos pinturas estaban expuestas en los apartamentos papales del Palacio Apostólico, un lugar no apto para turistas, y solo se habían mostrado al público en un breve período en 1984.

Un largo trabajo de investigación interna permitió a los Museos confirmar que es en efecto el pintor nacido en Urbino el autor del San Pedro que hasta hace poco se atribuía a Fra Bartolomé, un fraile dominico dedicado a la pintura, apunta la directora de los Museos Vaticanos.

«El proyecto empezó en 2019 cuando Guido Cornini, del departamento de restauración, me señaló la existencia de estas obras, que estaban en los Apartamentos Pontificios, tras haber sido expuestas un breve período en una de las salas de la Pinacoteca y luego en la residencia de Castel Gandolfo», sintetiza Jatta.

La confusión sobre el autor del cuadro ahora expuesto como obra de Rafael se originó porque Fra Bartolomé inició el San Pedro y un cuadro similar de San Pablo en 1513, aunque una crisis artística dejó a medio terminar la pintura dedicada al Santo que da nombre a la Basílica vaticana.

«Las investigaciones y exámenes hechos durante la restauración confirmaron los indicios de que esa obra fue terminada por Rafael. En parte ‘gracias’ a la pandemia hubo tiempo de más para restaurarlas, analizarlas y exponerlas de la mejor forma posible», agrega Jatta.

Según la especialista, nombrada por el papa Francisco en 2016 para convertirse la primera mujer de la historia al frente de los Museos Vaticanos, Rafael se encontró entonces con un San Pedro que era «sencillamente un dibujo preparatorio» y lo terminó.

«Hay en la obra, de inicios del siglo XVI, una apertura creativa casi del siglo XVIII, un toque de pintura abierta sobre la mano y la cara que marcan la diferencia», argumenta.

Pero más allá de las pistas que aporta el trazo rafaelino, dos documentos de la época, entre ellos un escrito del entonces alcalde de Florencia, ya aseguraban que Fra Bartolomé no había terminado el cuadro de San Pedro.

La exposición del «nuevo» San Pedro es una continuación de los eventos planeados para el año pasado, cuando se cumplieron 500 años de su fallecimiento, interrumpidos por el avance de la pandemia.

«Rafael vivió doce años en la Ciudad Eterna, de 1508 a 1520, en un momento muy feliz para las artes, durante los dos pontificados significativos de Giulio II della Rovere y Leone X Medici, en los que se creó una situación única en la corte papal para la presencia contemporánea de destacadas personalidades artísticas, desde Miguel Ángel a Leonardo, de Bramante a Sangallo, a multitud de artistas, escritores, filósofos y teólogos», enmarca Jatta.

Según la directora del monumental espacio museístico, Rafael dejó su huella en el Vaticano: «los palacios y los Museos Vaticanos tienen, de hecho, el privilegio de ser los titulares de sus ciclos pictóricos más bellos y significativos».

«Pero Rafael en el Vaticano también significa los imponentes retablos de la Pinacoteca Vaticana. La pandemia y el encierro alargaron unos meses las intervenciones de conservación y restauración pero las noticias y los resultados que surgieron dieron sus frutos», rememoró la directora.

Junto a la muestra del nuevo San Pedro, Jatta encabezó ahora un seminario internacional de tres días dedicado al autor de la célebre «Escuela de Atenas», en el que expusieron expertos como Silvia Ginzburg, Antonio Paolucci y Tom Henry.

Uno de los principales aspectos recorridos en el ciclo de tres días fue la faceta arquitectónica de Rafael. En especial, con una visita privada incluida, se trató la denominada «Loggietta del cardenal Bibbiena», la pequeña antecámara y baño que el artista diseñó en el tercer piso del Palacio Apostólico del Vaticano.

Pegada a la oficina que hoy ocupa el monseñor argentino Guillermo Karcher en la secretaría de Estado, la Loggietta se abre a una privilegiada terraza sobre la Plaza San Pedro, a escasos metros de la fachada de la Basílica vaticana.

El espacio, adornada con figuras de la grotesca que tanto gustaban a Rafael, fue concebido a pedido del cardenal Dovizi Bibbiena, que era uno de los mejores amigos de Rafael en Roma.

El tema elegido son diversos episodios de la vida de Venus y su relación con los otros dioses, una serie de diseños considerado casi eróticos en la época. En el siglo XIX, la «stufetta», como se la conoce también, fue convertida en capilla cubriéndose las paredes con tablas y la bóveda con una tela.

Jatta describe el seminario de tres días, enmarcado también en el recuerdo del célebre artista, como «un punto importante a nivel internacional sobre lo que se ha estudiado sobre Rafael en los 37 años desde el año dedicado a los 500 años del nacimiento».

Ya en 2020, los Museos Vaticanos exhibieron, por primera vez, dos óleos del artista que salieron a la luz en la última restauración hecha por la Santa Sede.

Se trata de las alegorías de la Iustitia y Comitas, pintadas al óleo entre los frescos de la Sala de Costantino en el Vaticano, y que representan el último trabajo de Rafael antes de su muerte.

Según describe Jatta, «el excepcional descubrimiento» salió a la luz al final de una restauración del salón que forma parte de las denominadas Estancias de Rafael en la que este martes los técnicos y restauradores ultimaban los detalles para la reapertura, mientras la directora mostraba los descubrimientos.

Con 18 metros de largo, 12 de ancho y 13 de altura, la Sala de Constantino fue restaurada durante cinco años, durante los que se descubrieron las alegorías de Iustitia y Comitas, las dos únicas figuras femeninas pintadas al óleo entre los frescos.

Los óleos de Rafael, considerados el último trabajo del pintor, fueron hechos entre fines de 1518 e inicios de 1519, según precisa Jatta, antes de su fallecimiento el 6 de abril de 1520.

A inicios de 2020, el Vaticano ya había expuesto en la Capilla Sixtina de manera excepcional los tapices que el papa León X (Giovanni de Medici) le encargó a Rafael Sanzio para decorar la ya por entonces magnífica obra de Miguel Ángel. (Télam)

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