Discusión sobre el carbón estanca las negociaciones finales de la COP26

En un primer borrador, la presidencia de la COP26 exhortaba a eliminar gradualmente su uso; en el segundo borrador se usó un lenguaje más débil y en la tercera versión se atenuó aún más el mensaje con un pedido para "acelerar los esfuerzos hacia" su eliminación.

Por Virginia Solana

El estancamiento de las negociaciones por presiones de los países desarrollados extendió la conferencia climática COP26 más allá de su conclusión programada, mientras grupos ecologistas mantienen la esperanza de que un artículo clave sobre los combustibles fósiles, que a lo largo de las diferentes borradores se fue suavizando, se mantenga en el texto final.

Los combustibles fósiles, entre ellos el carbón, son los principales responsables del calentamiento del planeta, pero muchos países que dependen de ellos para su crecimiento económico no quieren que el acuerdo incluya referencias a su uso.

En un primer borrador, la presidencia de la COP26 exhortaba a eliminar gradualmente su uso; en el segundo borrador se usó un lenguaje más débil y en la tercera versión se atenuó aún más el mensaje con un pedido para «acelerar los esfuerzos hacia» su eliminación.

«Menciona los subsidios ineficientes a los hidrocarburos y el cierre de las plantas de generación de energía en base a carbón. Estas expresiones son más débiles que el texto anterior. Se debe lograr el desincentivo a los fósiles con metas y tiempos acorde al objetivo de mantener la temperatura en 1,5º», expresó la vocera del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). Daniela Gomel, desde Glasgow.

El enviado para el clima de Estados Unidos, John Kerry, dijo ayer a sus colegas que esos subsidios «tienen que desaparecer» al considerar que es «una locura» estar «alimentando» con millones de dólares el mismo problema que se está tratando de solucionar en la COP26.

La bióloga argentina Sandra Díaz, integrante del Panel de Cambio Climático que en 2007 ganó el Premio Nobel de la Paz, lamentó el escaso progreso que mostró la conferencia en un tema tan crucial como la necesidad de «que los combustibles fósiles se queden en el subsuelo y no sigan acumulándose en la atmósfera».

«Si no se reduce drásticamente la cantidad de carbono emitido a la atmósfera no hay forma de mantener el calentamiento climático en los niveles expresados en el Acuerdo de París de 2015, o sea, bien por debajo de un calentamiento de 1,5º C en la temperatura global», sentenció Díaz.

Los científicos coinciden en que se debe poner fin al uso del carbón, pero incluir el llamado en la declaración final es demasiado para algunos países como China e India, que dependen de su uso para el crecimiento económico, o Australia, su principal exportador mundial. Incluso lo es para Arabia Saudita, consciente de que el próximo objetivo puede ser el petróleo o el gas.

El artículo sobre «Pérdidas y daños» también es un tema crítico en la COP26: los países pobres, que hicieron poco por provocar la crisis climática, están presionando para que el texto final incorpore esta cuestión, pero por el momento apenas se estableció que se abra un mecanismo de diálogo para abordar como se financiarán.

Otro tema crucial es la financiación de 100.000 millones de dólares anuales que en 2009 las naciones desarrolladas prometieron entregar a las naciones en desarrollo para mitigación y adaptación al cambio climático.

Los países ricos no cumplieron con esa promesa.

El especialista en clima bangladesí Saleemul Huq instó a los periodistas y negociadores a dejar de llamar «donantes» a los industrializados: «¡Son contaminadores! Ellos deben este dinero».

Por su parte, Gomel señaló que esos 100.000 millones que no se consigue comprometer podrían venir de los subsidios que se dejarían de entregar para los fósiles.

La vocera de Greenpeace, Estefanía González, dijo que «siempre está la tensión entre países en desarrollo o con economías crecientes que dicen ‘para poder descarbonizar necesitamos financiamiento’ y los países más desarrollados que no quieren entregarlo».

El otro gran tema de discusión son la NDC, es decir, las metas que deben perseguir los países para lograr que la temperatura no aumente por encima de los 2º C.

El último borrador llama a los países a renovarlas anualmente, en lugar de cada cinco años como se planteó en 2015 dado que, tal como advirtieron los expertos, a este paso no se alcanzarán los objetivos del Acuerdo de París.

Esta semana alertaron que al ritmo actual el planeta se encamina a un calentamiento de 2,4° según Climate Action Tracker y 2,7 ºC según la ONU.

Más allá del texto final, en estas dos semanas hubo algunos anuncios de compromisos por parte de distintos grupos de países, entre ellos cesar la deforestación a 2030, reducir las emisiones de metano y dejar de explotar y financiar plantas de carbón en el exterior.

Además, inesperadamente, China y Estados Unidos anunciaron que van a cooperar entre sí compartiendo tecnología para combatir el cambio climático.

Según dijo al diario británico The Guardian el experto en clima Sam Geall, el acercamiento tuvo mucho que ver con la relación de larga data entre Kerry y el enviado chino, Xie Zhenhua, que ya habían trabajado juntos en 2014.

Al margen de las discusiones, el activismo ecológico fue uno de los protagonistas de estas dos semanas, en las que hubo protestas, performances y hasta entrega de premios.

La Red Acción Climática le entregó ayer a Australia el «premio fósil colosal» por ser el peor país de la COP26, después de darle el «fósil del día» durante cinco días seguidos en reconocimiento a su «ineptitud climática». Detrás de Australia estuvieron Estados Unidos y China.

Greenpeace, por su parte, colgó una bandera con la leyenda «no está en venta» en el globo terráqueo que cuelga del techo de la sala de conferencias de la COP26.

La directora ejecutiva de la ONG, Jennifer Morgan, aseguró que cientos de lobbistas de los combustibles fósiles participaron del evento.

«Quieren comprar su falta de responsabilidad por la crisis climática. Este lugar está inundado de ‘greenwashing’ (un lavado de imagen verde) y estamos aquí para decir que nuestro planeta no está en venta», afirmó Morgan.

«Cuando se trata de hacer un diagnóstico, hay amplio acuerdo en que la situación es crítica y urgente. Pero cuando toca comprometerse con cosas concretas para solucionarla, ahí casi nadie parece aventurarse a proponer lo que realmente hace falta», alumbró Sandra Díaz. (Télam)

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